LO QUE HACE EL CHÍI8TIANO LA IGLESIA CRISTIANA EN ESTA EPOCA DE GUERRA Cree en Cristo.—'Todo uquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios”, 1 Juan V:L Ama.—"Dios es amor ¡y el que vive en amor vive en Dios y Dios ¿n él”, 1 Juan IV: 16 Hace justicia.—"El que hace jus-t'c!a es nacido de El", 1 Juan 11:29 No vive en pecado. — "El que ^ormanece en El no peda: el que ñeca no le ha visto ni le ha conocido", 1 Juan 111:6. Persevera.—"El que persevera en H doctrina de Cristo, el tal tiene al Padre y al Hijo", 2 Juan 1:9 Obtiene la victoria sobre el mundo.—"¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?", I Juan V:5 Se vigila así mismo.—"El que es engendrado de Dios, se guarda ^si mismo y el diablo no le toca", I Juan V:1 Habla de Cristo.— ¡Hay de mí si no anunciare el evangelio!", 1 Cor. IX:16 Vivamos el evangelio, que es luz, amor, paz, pureza y santidad sin la cual nadie verá al Señor. Julián Rueda. 1 regará al tesorero de la Iglesia Local, quien lo remitirá al tesorero de nuestra Conferencia, Rev. N. B. Stump. De1 esta mitad la iglesia local recibirá crédito sobre Servicio Mundial. La otra mitad será puesta por el tesorero en otro sobrecito marcado "Fondo de la Juventud Metodista" y los entregará a la tesorera de la Sociedad Femenil de Servicio Cristiano de la Iglesia Local. De esta mitad no se dará crédito sobre Servicio Mundial. La razón de esta división en dos partes iguales es que durante el último año antes de la unificación la cantidad levantada por la Escuela Dominical y la juventud de la Liga Epworth para Amistad Mundial y. para la Empresa Misionera Foránea igualó casi exactamente a la cantidad levantada por los grupos misioneros de niñas y señoritas de la Sociedqd Femenil de Servicio Cristiano. (Traducción) Por Richard Greoloy Proeton L Nuestra actitud deberá ser primeramente una de penitencia humilde. América está lejos de ser cristiana.. Como individuos, y también cómo nación, necesitamos el perdón de Dios. Nuestra nación no se escapa de la responsabilidad por la condición en que se encuentra el mundo, causa de la presente guerra. Que Dios tenga misericordia de nosotros. 2. La Iglesia debía de ponerle más énfasis a los derechos y obligaciones de la conciencia cristiana individual. Nuestra lealtad primaria es a Dios en Cristo. El hombre como hijo de Dios es mucho más importante que el hombre como hijo del estado. 3. La Iglesia no debe tomarse en promotora de la guerra. Nuestra función no es la de servir como ramo del servicio militar, promoviendo el reclutaje, disponiendo de propaganda a favor de la guerra, como lo hicimos en 1917 y 1918. 4. No le hace que tan extensas aparezcan las necesidades de cualesquiera situación no puede haber tal cosa que una guerra cristiana, así que la liglesia no le puede dar su bendición. No debíamos de vestir a Cristo de soldado, ni darle un aire de santidad a la guerra. 5. La justificación de la participación de un cristiano en la guerra se hace como la menor de dos alternativas no cristianas, creadas por un mundo no cristiano en el cual todos tenemos parte. 6. La Iglesia debe ministrar fielmente a todos quienes siguen el dictamen de sus conciencias, ya sean partidiarios de la paz o de la guerra. Aceptando que las convicciones de un hombre son sinceras acerca de la guerra, debíamos de pedir que estas convicciones fueran formadas a base no solamente de su ciudadanía como americanos sino también como cristianos. 7. La Iglesia debía de apoyar a los objetantes de conciencia, especialmente cuando se trata de ayudarles a conseguir lo suficiente para su sustento. Debíamos recordar que la fe de estos tiene su origen en la Iglesia. 8. La Iglesia debe ser líder en la promoción de trabajo, apoyar la Cruz Roja, la U.S.O. (organización unida de servicio militar) y otras organizaciones, soliviando todo sufrimiento doquiera que se encuentre, abasteciendo a los que sufren de hambres, ayudando a los prisioneros y haciendo otras obras de misericordia. 9. Debemos darle énfasis a las limitaciones de una victoria ganada por la fuerza. Así no permanece la paz. Debemos evitar la esperanza y la seguridad falsas que son hijas de una victoria militar. 10. Como acreedores al principio fundamental que todo hombre es hermano en Cristo, es nuestro deber retar la moralidad del "imperio" y urgir una revisión de todo el concepto nacional de la soveranidad. 11. Debemos de tener siempre en frente de nuestro pueblo, las causas básicas de la guerra, moral, social, racial y económica. No es suficiente el denote de Hitler y de la alevosa maquinaria militar del Japón. No podemos permitir que estos se culpen completamente por las flaquezas y pecados, del mundo en general. La guerra tiende por desarrollar un concepto falso de nuestra propia justeza. 12. Planes para el mundo que seguirá la guerra deben principiar inmediatamente. No podemos esperar hasta que termine la guerra. La psicología de la victoria no se puede calcular como constructiva para la creación de una paz verdadera. Debemos de estudiar más y más las maneras en que se podrá encontrar una preparación para aquello de sacrificar nuestra posición, nuestro poderío y privilegio que una paz justa y permanente no puede menos que demandar. (De "The Emancipator") Página 8 I HwrrouT