itabwioi lee cosas buenas en cuento e nuertra congregación, dando gradee a Dioe por las bendiciones que ha recibido nuestra familia de le iglesia durante loe ate. Orad*».- ¿Padre nuestro, te pedimos hoy día una bendición especial para nueetro pastor, loe diáconos, loe maestros, loe oficíales, y loe donde dirigentes de la igieeia. Ayúden* a ser mée como Cristo. Amén. M. 21 de enero: Jesús y la higuera, Mateo 21:12-22. La higuera marchita no sólo nos muestra la autoridad de Cristo, sino que nos eneefla una lección solemne que no debemos olvidar. Jesús no puede tolerar a un árbol, a una iglesia o a un seguidor que no da fruto. e árbol aparentemente estaba bien desarrollado y era productivo: pero no daba fruto. Bin embargo, la higuera existe para producir frutos. (Recordemos que no maldijo a la higuera porque no podía dar manzanas, sino porque no podia dar higos.) Hay muchos que se dicen ser cristianos y se parecen a la higuera que tiene muchas hojas, te vidas exteriormente manifiestan espiritualidad. Son activos en la iglesia, ayudan a los necesitados, asisten a los servicios dé adoración, pero su cristianismo no da frutos verdaderos: pacía, fe, amor, humildad, perdón, santidad, atención a Jesús y a sus mandamientos. Cristo es la Vid, y si somos verdaderos seguidores suyos, somos los pámpanos. Por lo tanto, no podemos menos que dar fruto. La falta de fruto es resultado oel pecado o de los prejuicios o la indiferencia que oprime en tal forma que no deja fluir aquellos que da vida. Oración: Padre celestial, ayúdenos a quitar de nuestras vidas aquello que no nos deja dar fruto. Amén. J. 22 de enero: Duda de la autoridad de Jesús, Mateo 21:21-27. Cuando el predicador denuncia los pecados de nuestros vecinos, es fácil decir: “Amén". Pero cuando comienza a hablar de pecados que nosotros cometemos nos ofendemos. Los principales sacerdotes y ancianos habían visto a Jesús limpiar el templo. Lo oyeron demandar que viviesen una vida más recta de la que estaban dispuestos a vivir, y dudaban de su autoridad. Hoy en día seguimos el mismo curso de acción cuando decimos a Cristo: “Mi* tro, jniedes salvar mi alma." Pero cuando 92 nos enteramos * nuestros deberes como súbditos ds su reino, nos rebelamos y aun ponemos en duda su autoridad y oonri-dsramos sus doctrinas como visionarias o que no so pueden practicar. Pero no podemos hacer a un lado a él ni a sus demandas, porque tanto él como éstas pertenecen a Dioe. Debemos obedecerte cuando noe mande: “Perdonad a los hombres sus ofensas; no oe hagáis tesoros en la tierra; no oe congojéis por vuestra vida; buscad primeramente el reino de Dioe; todos las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, asi también haced vosotros con ellos; amad a vuestros enemigos, volved vuestra mejilla diestra, tened fe al orar, bendecid a los que os maldicen." Oración: Padre nuestro, ayúdenos a no dudar la autoridad de Cristo. Queremos ser obedientes en tote Me os* Amén. V. 22 de enero: La parábola de los dos hijos, Mateo 21:22-22. Nueetro Sellar puede totear • cualesquiera que te arrepiente, y esta admirable verdad debe causarnos tanta gratitud que noe haga testificar a otros. Tiene el poder de salvar al pecador más licencioso; puede salvar al caballero más culto y bueno. Aunque el poder salvador de Dios no tiene límite, ha colocado la llave de la salvación en la mano del hombre, permitiendo que el hombre pida la salvación más bien que obligarlo a aceptarla. El arrepentimiento junto con la convicción de que nuestro Bettor es poderoso para salvar, es la puerta a la abundante gracia y al amor de nuestro misericordioso Dios. Ya que el hombre tiene la llave hay paradojas singulares en este asunto de la salvación. Un jugador ebrio, que había rechazado a Dios por mucho tiempo, al fin se arrepintió de su pasada vida pecaminosa encontrando así la salvación; mientras que un individuo refinado y educado en un hogar religioso, satisfecho —tal como lo fue el fariseo— con su propia sabiduría y filosofía de vida, admite que el cristianismo es verdad, pero nunca en realidad acepta a Jesús como su Salvador personal y, por lo tanto, no puede entrar al reino de Dios. Oración: Padre celestial, ayúdenos a ser hijos obedientes tuyos. Amén. 8. 24 de enero: La parábola de los inquilinos malvados, Mateo 21:22-42. Dios bendijo grandemente a la nación judía porque era fructífera, pero ella ol- IL HOGAR CRISTIANO vidó que * espera que el privilegio sea una bendición. Para no cometer el mismo error, debemos dedicar tiempo cada día para dar gradee a Dioe por lae bendición* que disfrutamos como individuoe, como familia, como congregación y como nación. Debemos pedirle a Dios que nos revele lo que él quiere que hagamos con cetas bendiciones y con tales privilegios como la libertad de adoración y de leer la Biblia, libertades que muchas gentes de la tierra no tienen y que muchas veces nosotros despreciamos. Debemos pedirle diariamente a Dioe que nos limpie de toda nuestra maldad, y que nos dé la gracia necesaria para producir frutos que debe dar el cristiano y lo que él espera que hagamos y que requiere de nosotros como Cristian*. Debemos orar pidiendo que ninguno de nosotros —ya sea por medio de nuestros pensamientos o por medio de nuestras acciones— despreciemos o rechacemos al Bettor Jesús o ignoremos su derecho a nuestras vidas. Oración: Padre bondadoso, en gratitud, dedicamos todo lo que somos y lo que tenemos por causa de tu Hijo, Jesucristo. Amén. D. 25 de enero: La Cabeza de la Iglesia, Colócense» 1:9-20. Si leemos con un espíritu de oración la descripción que Pablo nos da de Jesús en Coloeenses, y comprendemos el significado profundo de sus palabras, no podemos menos que expresar nuestra adoración al glorioso Bettor. Escritores grandes han descrito a Jesús como algo perfecto. En su libro, The Finalitv o) Jesus (La Finalidad de Jesús) el Dr. Roberto E. Spear escribió lo siguiente: “No es suficiente decir que lo central del cristianismo es Cristo. Cristo no sólo es el centro. El es también el comienzo y el fin. El es el todo en todo." Este Jesús, en quien mora toda plenitud, es la cabesa de la iglesia viviente. Nosotros, los que somos de él, tenemos el privilegio de morar con él y él en nosotros. Llenos del poder y sujetos a su autoridad, procuremos en este día servir a nuestra ijlesla, la cual es el cuerpo de Cristo. Podemos hacer esto ministrando a los que tienen fe débil o testificando a aquellos que no tienen fe. Oración: Padre Todopoderoso, manten-nos firmes en nuestra fe en Cristo Jesús. Amén. IL HOGAR CRISTIANO bate» PasaNt teas 22:19-22. L. 22 de enero: Nueetro Padre conoce nuestras necesidades, Lucas 12:22-94. Jesús quiere que vivamos el presente. Lo pasado debemos ponerlo en sus manos. Debemos también dejar en sus manos el futuro, con la confian* de que él noe preparará en su propia manera para enfrentara* con él. Por lo tanto, nosotros que tenemos fe podemos vivir libres de cargas. Debemos comenzar el día con gratitud a Dios con el conocimiento de que sea cual sea nuestra necesidad espiritual o física, podemos vivir aquel día de una manera victoriosa porque se nos ha concedido la protección del Padre, su vigilancia, su dirección, su fortaleea, su poder sanador, y su amor perdonador. El Apóstol Pablo podía decir: "He aprendido a contentarme con lo que tens'*", porque él creía en el Bettor Jesús y aceptó sus palabras con una fe completa. No se preocupaba en cuanto al. pasado ni al futuro. Después de muchos ate de ver la prueba de aquella verdad que ensefló el Bettor que el Padre celestial sabe nuestras necesidades, Pablo pudo escribir a los fi-lipenses (y a nosotros): "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús." Oración: Padre nuestro, te damos gracias porque Jesús nos ensefló a dejar todos nuestros cuidados en tus manos. Amén. M. 27 de enero: El Arrepentimiento y sus pruebas, Lucas 19:1-9. Seguramente que en loe días de vacaciones hay más accidentes que en otras ocasiones, y hemos conocido a personas admirables que han muerto en esta forma. Jesús nos recuerda a nosotros hoy día como a aquellos de su época que no hemos perecido para que nos arrepintamos de nuestro egoísmo y para acercamos a Dios de tal manera que nuestras vidas sean fructíferas. Algunas veces pensamos que para dar buen fruto tenemos que ser a fuer* hacedores del bien. Pero estamos equivocados. El que nos esforcemos frenéticamente no garantiza el fruto. El fruto espiritual viene como resultado natural de dejar que Dios more en nuestro ser y hacer 91