18 EL ATENEO — REVISTA ESTUDIANTIL Discurso ProMndado for Jkiestro Cempii^e Adalberto £. Duilléa en la Velada Literario-Músieal verificada el Día 17 de Agosto del presente año en el Salón de Actos del “Ateneo Fuente”. Señoras, caballeros, camaradas: Un deber imperioso, ineludible, hízome abandonar la dulce y habitual calma de mi hogar para venir ante vosotros, que constituís la mejor, la mas pura y la mas noble de las sociedades saltillenses a intentar explicaros el porqué de este paréntesis en el trajín de la vida estudiantil. Sentí un imperativo, exigiéndome venir a este lugar a expresar que el grito que anunciara que “por nuestr¿ raza hablará siempre el espíritu”, sigue oyéndose desde las regiones teutonas de la gélida Alaska, hasta las indo-latinas del cabo de Hornos en nuestra joven América. Y que desde los países escandinavos hasta los Balkánicos en la vieja Europa, sigue escobándose un bellísimo rumor de cánticos impregnados de esperanzas y de ilusiones con que la Raza nuestra va eternizando su paso. Porque en cada poema y en cada canto, se adentra y se funde el alma magnífica de nuestro pueblo, alma forjada al calor de muy intensas luchas. Y porque emprenden el viaje los poemas y emprenden el viaje los cantos y traspasan las fronteras de todas las patrias y llegan al alma de todos los pueblos, llevando ese bendito mensaje que anuncia nuestra existencia, cumpliendo así con las más sagrada de todas las misiones. Los pueblos eternizarán su vida y se impondrán a la historia cuando de cada dolor se forje un poema y de cada lágrima se arranque una estrofa. México ha cantado; México ha forjado poemas de sus dolores y ha arrancado estrofas de sus lágrimas y por eso nuestra Patria perpetuará su paso. No están condenadas a desaparecer como patrias aquellas tierras que ha albergado amorosamente en su seno a los artistas caídos, Porque a cada una de las tumbas de cada uno de los artistas, irá la juventud a elevar una plegaria y a hacer una promesa solemne de seguir de pié en la lucha. La juventud de nuestra sacrosanta tierra Azteca, a ido a los catafalcos y a las tumbas, y ha elevado de rodillas una ferviente plegaria, haciendo siempre solemnísima promesa de vencer........y vencerá la juventud y habrá vencido nuestra raza, la raza de cantores, que dejará impresos en cada una de las páginas de la historia humana rasgos de heroísmo, de bondad y de nobleza. El destino exige esa lucha y la juventud mexicana, irá a ella, toda unida, Veracruzanos y Nayaritas, Coahuilenses y Yucatecos, cantando las bellezas de la vida y avanzando hacia los umbrales del arte y de la ciencia donde comienza la existencia del alma. Y en medio de la lagazara se dejarán oír los cantos eternos que se llaman “Cristo’*, “Nocturno”, preconizando la grandeza del alma coahui-lense. Porque los coahuilenses, que han sabido siempre cantar despreciando la materialidad de la vida, adunarán sus poemas a los surgidos de todas las risueñas provincias de nuestro suelo, para fortificar el alma de nuestra raza, el alma de nuestro pueblo cumpliendo el más santo de los deberes. Es por eso que hoy que la juventud “Ateneísta”, detiene su marcha y en íntima convivencia pregona que aun canto, nádamenos podemos, que sentir deseos acendrados de gritar: dichosa esta edad, y dichosos tiempos estos, en que la juventud nose contamina con las impurezas del medio ni con las maldades del ambiente; en que entona himnos al maestro y flagela sin piedad a los iscariotes; en que maldice a lus domesticados, bendiciendo la libertad; en que ama a las mujeres buenas y abnegadas, para detestar el maldito corazón de las coquetas. Así se hace labor nacionalista; así nadie más hablará en torno dé la noción de patria, porque la patria se impondrá con toda su magnificencia admirable. Sobrarán todas las palabras y estarán de mas todas las exegesis porque siempre mejor ha de sentirse que de expresarse el inmenso, el más grande de los afectos, el inconmensurable amor por nuestro suelo. La patria quedará agradecida, y las generaciones futuras, como Próspero el de Rodó, el que invocaba aquella estatua que representaba al Ariel, invocarán una estatua representativa del alma artista de nuestra estirpe y será el numen de la inspiración a que se asirá nuestro pueblo en momentos de angustia, de dolor y de tortura. Inclinémonos pues, reverentemente ante los jóvenes que hoy ensayan baladas, poemas y cantos, porque en cada uno de ellos va ana bendita clarinada que anuncia nuestra ascención a un nuevo Monte de Sinaí donde predicaremos por siempre LA BELLEZA DEL ALMA DE NUESTRA RAZA. FINIS. Adalberto E. GUILLEN. “Ateneo Fuente”.