696 la voz millas cuando sepa este que prefiere el lado, y compañía de la muger á la suya, sin motivo de necesidad que lo disculpe. 1 ' \.'"' Y tales son todas las escusas que prácticamente vemos alegar á los hombres para no frecuentar los Sacramentos, para no ejercitarse .en obras de virtudes,, para no ponerse en camino al cielo, á participar.del .convite del Padre de familias; él lo ve y no necesita que se lo noticié-nadie, aunque para la continuación de la parábola nos dice el Evangelio, qite vol-vléndose. el criado anunció á su amo todas estas cosas. También puede si no creerse que este criado suyo, es algún espíritu celestial que trae sus inspiraciones á los hombres para que se conviertan y sean buenos y lleva al Señor la noticia de las irracionales disculpas con que las desechan los felices según el mundo, los ricos, los afortunados, los contentos. Según esta inteligencia se concibe bien, como enfadad» entonces el Padre defarnilias dice a este mismo siervo: sal luego á las plazas y á las calles - de la cnidad^ e introdúceme aquí á los pobres^ á los enfermos, á los cepos y á los ciegos. Que él Angel del Señor llame primero á aquellos que " mas le .deben, es cosa fácil de entender, pues en el hecho de haber recibido mas, deben corresponderle con mayor gratitud. -¿Y. quién duda de que los dichosos son los que mas deben al Señor? No es. estraño, pues, que se enfade al verlos ingratos no corresponder; y sí es de admirar su piedad, que dejando á aquellos orgullosos que primero le han dejado á él, convide ahora á los que padecen y á los desgraciados. ¡Ah! el número de los predestinados tiene que llenarse: los ricos y bienaventurados aquí, no es fácil que entren al cielo.....los pobres, pues, los humildes, los que desprecian el mundo, sérán llamados á llenar las sillas que dejaron vacias los ángeles rebeldes. ¿Todos? todos serán llamados, mas no todos serán colocados en ellas, porque no es el padecimiento el que beatifica al hombre, sino la causa por qué, ó la paciencia con que se padece por Dios. Y también entre los desgraciados hay hombres crueles, muy crueles sin duda consigo mismos, cuya brutalidad les impide 6 estorba el hacer siquiera de la necesidad virtud, ó el hacer sus trabajos fructuosos, ya que de todos modos tienen que pasar trabajos. Aunque son, pues, llamados todos, una gran parte se escusará también de asistir al convite del Señor, y la menor será la que logre el premio de sus trabajos ó delá paciencia en sufrirlos, en la bienaventuranza sin fin. Así parece lo aseguró el enviado del Señor en lo que sigue: Y dijo el crieido: Señor, se hizo como mandaste, aun todavía hap sitio, desocupado se entiende. ¿Cómo así? ¿Pues tan corto es, ha sido y será el número de los desgraciados entre los Cristianos? ¡Ah! no es corto por cierto el de los que padecen, sí el de los que quieren santificarse padeciendo. Por eso queda todavía lugar vacio. Mas él debe llenarse, y puesto que ni los cristianos dichosos, ni los infelices de entre los cristianos aspiran á esta gloria, antes la desdeñan ciegos y la abandonan crueles, no haciendo caso de la piedad misericordiosa del que los convida y llama, será necesario acudir á los que mas lejos parecen estar de esta dicha: ved el por