EL MOMENTO QUE PASA Por Francisco CRUZ-AEDO FRANCIA EN DERROTA — DESCANSO RARO La Tercera República Francesa ha desaparecido y en su lugar aparece un gobierno totalitario. Pobre Francia. El corazón se siente lacerado al ver caer a la nación que ha ofrecido a la humanidad entera tantas enseñanzas preciosas. Desde su Revolución que vino a dar forma y vida a muchos anhelos del hombre hasta su derrota humillante, Franda ha cautivado nuestra imaginación. Nuestras simpatías están también con Inglaterra y le deseamos el triunfo, pero en esta guerra de ambiciones bastardas y odios salvajes, no dejamos de reconocer y aceptar que el Imperio Británico es tan ambicioso como Alemania y ha obrado cruelmente en muchas ocasiones. _ La democracia ha florecido en su Isla y el hombre es libre allí, pero en sus poseciones la democracia ha brillado por su ausencia y sus colonias han sido teatro de muchas opresiones. La democrática Albión ha sido bondadosa en su casa pero grandemente tiránica en muchas de sus poseciones. Alemania e Inglaterra luchan para ser supremas en el mundo; esta ve en peligro su poderío económico y la estabilidad de su imperio donde jamás el sol se oculta, como dicen ellos orgullosamente y aquélla por ocupar el primer lugar entre las naciones y realizar sus ambiciones ensoberbedoras. Por e^to vemos con tristeza que Francia, la nación de más limpios antecedentes, se hunde trágicamente. Y aquí caben unas cuantas reflexiones ante la hecatombe Francesa. ¿A qué se, debe la derrota increíble y pavorosa del pueblo francés; patriota en grado máximo? ¿Al sorprendente empuje alemán? a sus blitzkriegs, a sus deseos de venganza por la humillación sufrida en la guerra pasada? Creemos que no, Alemania ha sorprendido a todos con su empuje, pero. Francia se encontraba ya al borde de la derrota antes de que se hiciera la declaración de guerra. Los franceses estaban ya del lado de los derrotados y caminaban rápidamente hacia el ira-cazo mucho antes de que principiara la tragedia actual. Ninguna nación puede defender sus derechos ni está capacitada para arrojar al invasor cuando hay podredumbre en su vida interna y decadencia en sus principios e ideales . . . Así el árbol maleado por dentro, no puede resistir los vendavales y la tormenta, así Francia no pudo contener la avalancha y la furia alemana. De nada sirve una cordillera estupenda e "inexpugnable" de defensas como la línea Maginot o un mecanismo ingenioso de protección si no hay pureza de vida en sus gobernantes, altos ideales en sus doctrinas y patriotismo en todos los actos. La derrota fulminante y completa de Francia no se debió al genio alemán o a su preparación y aficacia en la guerra. Francia perdió porque el patriotismo y la unidad francesa era algo superficial. Los hombres que gobernaban se olvidaron de su patria y sus acciones se caracterizaron por una in transigencia sectaria. Se creían hombres sabio* y exponían sus teorías disolventes; pensaban que eran hombres libres y no se dieron cuenta que eran esclavos intoxicados con las teorías de Marx, ni realizaron que los estupefacientes importados de la Rusia Soviética iban minando la vida misma de Francia. Mientras que Alemania se preparaba activamente y se alistaba para alcanzar sus ensueños de venganza, Francia labraba su propia derrota dividiéndose en facciones que luchaban tenazmente entre si y se entregaban al placer y la indiferencia. No eran más que simples aliados ciegos de Alemania y representaban la "quinta columna" en su país, columna que trajo el desmembramiento relámpago de la Francia que ha inspirado tantas ansias libertarias y proclamó por todos rumbos los derechos del hombre. i La semana inspiradora que pasamos en Kerrville nos ofreció una lección impgrtantísima. Los periódicos, los libros, los comentarios no hacen otra cosa mas que mantener ante nuestros ojos la negra hecatombe que acaba con Europa, y queríamos descansar en Kerrville de esta "pesadilla." De tiempo en tiempo nace allá en lo recóndito del ser humano el deseo de alejarse de todo para no ver o sentir tanta desgracia. Oh, cuantas veces nos hemos sentido oprimidos al pensar en los inenarrables sufrimientos humanos en Europa; cuántas veces nuestro cuerpo ha temblado pavorosamente al sentir las desgracias de mis hermanos; cuántas veces el corazón se ha revelado en contra de los directores calvados de las naciones Europeas. Y en estos momentos tan naturales para el hombre que siente y sufre las dolencias humanas, nace el deseo de alejarse de todo, de olvidarse de todo, de no saber más de lo que pasa en el mundo. Y así llegamos a Kerrville. Por cinco días no leimos los periódicos, ni nos dimos cuenta de lo que pasaba en el mundo. Pero el descanso que esperá-riamos encontrar allí no apareció. De un modo claro y palpable realizamos que el hombre no tiene derecho para olvidar las tragedias humanas. Allí en Kerrville, en el lugar que creíamos íbamos a olvidar el momento actual y a descansar nuestros cuerpos tísicos de esta tension nerviosa que la guerra ha producido, sentimos más hondamente y más de cerca las palpitaciones y el dolor del mundo. Cuan impotentes nos vimos para hacer algo que ayude a la humanidad en esta hora maquiavélica; pero luego, instantáneamente, este pensamiento brotó como chispa luminosa: "La oración cambia las cosas", y entonces nos entregamos de lleno a la oración. En medio de un paisaje hermosísimo y pisando tierra consagrada a la adoración de Dios, nos pusimos a orar, orar porque esta hora negra pase pronto, orar para que de algún modo Dios toque el corazón de ios jefes y gobernantes, orar para que los miles y millones de seres inocentes que sufren lo indecible encuentren en su trágico vivir un poquito de consuelo y un rayo de esperanza. Y de este modo pasamos la semana. En Kerrville descansé de mis preocupaciones pero no cerrando mis ojos ante la realidad presente sino sintiendo con más intensidad y más adentro el dolor general que aqueja a todos. Página 3 THIS owwmc IS SUeSTAWOARO / c” FOR PRINTOUT FROM MICROFILM