Cómo se consumó su derrota. El corresponsal del Correo de la Tarde, de Milán, Sign. Fraccaroli, hace la siguiente descripción emocio. nante de las hazañas del Rey Pedro: —El Rey estaba enfermo antes de comenzar la guerra. A su enfermedad se debió el que fuera conferido el mando supremo de las operaciones a su hijo Alejandro, el heredero del trono. El Rey estaba sujeto a tratamiento médico en Tópola. Tan pronto como tuvo la convicción de qv.e Bulgaria agredería a Serbia enfermo como estaba, declaró su resolución de marchar inmediatamente a la frontera a combatir a los búlgaros. La frontera septentrional tenia poco atractivo para él, pero deseaba encontrarse frente a frente de los agresores de 1912, entonces terriblemente castigados,—los que habían sido los "hermanos*’ de la primera guerra de los Balkanes. Los médicos se opusieron, declarando que sería una locu ra marchar en condiciones tan deplorables de salud. El Rey resistió al principio, después pareció resignarse: "está bien", dijo al doctor. Dqs días más tarde, partió sin avisar al médico. Llegó a Nish en un automóvil, y se dirigió en seguida a buscar a Pasitch a su modesta oficina, y le pidió permiso para llegar a la linea de fuego. Pasitch quedó sorprendido de ver al Rey tan enfermo y tan exitado, con los ojos ardiendo como carbunclos y el rostro demacrado. Peto aim más lo sorprendía la pregunta: ¿Cómo era que el Rey pedía permiso?—"Soy un soldado,” respondió el Rey Pedro, “el Voivoda tiene el mando de nuestro ejército, por tanto, vengo a alistarme en las filas.” .Telefonearon a Kraguyevatz, en donde se hallaba aun Putnik, También sé llamó al médico. Él Voivoda pidió al rey, el médico le ordenó, que no fuera. El Fusil del Rey. Entonces el Rey dijo: “Bien esta. Tenéis facultades para negar permiso a un viejo soldado. Un,soldado viejo sirve para muy poco- Mas soy también el Rey, y es posible que el Rey pueda aun hacer algo bueno entre sus soldados. Dadme dos gendarmes." Y partió para la frontera orien tal, en la que sus hombres contenían el avance de los búlgaros. Quizás el rey esperaba otro milagro. El mes de diciembre anterior, él ftié quien dió nuevo valor a sus tropas, qtic.se retiraban ante las grandes masas que Austria había arrojado más allá ilel Danubio y del Save. Tuvo que ser conducido hasta Laza-revatz, a la vanguardia del ejército de Stefanovitch, y allí se dirigió a la trinchera del Segundo Regimiento, el famoso “Regimiento de Hierro," sosteniéndose en trn bastón. Cambió el bastón por un rifle y dijo a sus soldados: "Hijos míos, comprendo que