Lección VIII. HERALDOS DEL REY Febrero 24 de 1929. BOSQUEJO DE LA LECCION ¿CE han fijado los niños en su hermanito recién nacido? Su ma-*^má tiene que vestirlo, que darle ¿e comer, en una palabra, tiene que hacer todo lo que necesita. Así son los que nacen en el reino de Dios. Como niños recién nacidos no tienen fuerzas para resistir las tentaciones; pero a medida que van creciendo en el conocimiento de Jesús se desarrollan hasta que llegan a ser tan entusiastas y decididos como el personaje que nos presenta nuestra lección. Andrés cuando vió a Jesús y lo a su hermano Simón y se lo trajo al Señor. ¡Qué hermoso ejemplo! El Señor cuando tuvo delante de sí a Simón, vió en él la posibilidad de ser transformado del hombre impulsivo y violento que era, en un fiel, enérgico y entusiasta predicador, y por esto le llama Cefas, que significa piedra. Desde aquel momento Pedro siguió al Señor, siendo uno de los que dejó las redes de pescadores, para convertirse al mandato de Cristo en pescador de hombres. También perteneció al círculo íntimo de Jesús. El segundo pasaje de nuestra lección nos relata que en cierta ocasión el Señor, yendo de camino con sus discípulos les pregunta acerca de lo que creían los hombres de él. Después de que éstos decían, les pregunta di- Primero encontramos que aceptó como el Mesías fué y buscó F'l'® -::S'. “’'í'-t -ir?. haber oido de sus discípulos lo rectamente: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Pedro más intrépido y listo que los demás discípulos, contesta luego: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Los discípulos ya tenían un conocimiento recto acerca de Jesús; pero éste no lo habían adquirido de sí mismos, ni de ningún otro hombre, sino Dios se los había revelado. Después de la confesión de Pedro, el Señor dice a sus discípulos que su iglesia sería fundada sobre la fe inquebrantable de los que le confesaran como Pedro, como el Hijo del Dios viviente. Sobre esta fe la iglesia de Cristo ha permanecido a través de los siglos y permanecerá hasta la eternidad, porque el Diablo no podrá destruirla jamás. Por último, encontramos al Señor Jesús preguntando a Pedro si lo amaba. ¿Qué significa esto? ¿Qué no había Pedro, lleno de fe y entusiasmo confesado al Señor como el Hijo de Dios? Sí, pe-