EL CUERVO A la Sra Enriqueta A. de Pardo Una "vez, a media noche, después de una pesadilla, Mientras débil cavilaba, y qu^rantado, --------------Sobre más de un^ exquisito Hbro raro,-de-doctrifla ya -olvidada,--x- Mientras casi ya dormido cabeceaba,—de repente oí un ruido, k Como el de alguien que llamara suavemente, suavemente, de mi puerta al exterior. “Alguien es que me visita, y a mi puerta.*’ murmuré, “viene a llamar,— Esto sólo nada más.” Claramente lo recuerdo: era el lóbrego diciembre, Y a su turno. cada leño^moribundo tendió al suelo su agonía. Con*afán ansiaba el día; vanamente me esforzaba por hallar En mis libros una tregua a mi pesar,—tregua al duelo por la muerte de Leonor, La radiante-, rara virgen, a quien llaman los arcángeles Leonor, ______________________________________Y sin nombre aquí ya más. Y el sedeño, triste incierto rumor vajgo de los rojos cortinajes, Con fantásticos terrores me llenaba y atería, como nadie los sintiera hasta aquel día; A tal punto que, tratando de calmar mi corazón, puesto en pié, me repetía: “Alguien es que me visita y a mi puerta pide entrar; Algún tardo visitante, que a mi puerta pide entrar; Esto sólo nada más.” Y mi alma cobró aliento no dudando ya un momento, "Señor,” dije, “o Señora, yo os imploro que me deis vuestro perdón; Pero estaba ya en verdad, casi dormido Y tan quedo habéis llegado, y tan leve fue el ruido Y tan quedo habéis tocado—a mi puerta, para entrar. Que yo apenas si creí haber oído.”—Y fui a abrir de par en par:— -Sombra afuera, nada más. Hondamente sondeando aquella sombra, Largo tiempo quedé lleno de terror, • Asombrado, vacilando,—y dudando—y soñando lo que nadie a soñar nunca se atrevió; Y el silencio no fue roto; y la calma no dio un signo, Y la única palabra pronunciada fue la débil voz, “¡Leonor!" Era yo quien murmuraba, y algún eCo, murmurando, repitió la.voz, ‘ ¡Leonor! ..Esto sólo nada más. Hacia el centro de la estancia iba volviendo, Toda el alma arder sintiendo, Cuando oí llamar de nuevo, y esta vez con más vigor. "Ciertamente,” dije entonces, "ciertamente en la ventana oí sonar; Vea. pues, lo que hay en ella y este enigma exploraré;. Que se aquiete el corazpn por un instante, y este enigma exploraré:— Es el viento, nada más.” Corrí entonces al cerrojo y, al momento, con arrojo, Con gran ruido y batir de alas, se introdujo un úiajéstuoso • Cuervo antiguo de los santos días de fe; No hizo gesto de obediencia ni un segundo se detuvo o vaciló, Mas con aire de Señor o de gran dania—en la puerta de mi alcoba se posó. Sobre un busto de la Palas que está arriba de mi pqerta, Fue a posarse, nada más. E induciendo esta negra ave mi alma triste a sonreír, i Por la grave y decorosa austeridad de su actitud, "Si la cresta te cortara o te arrancara, tú,” le dije, "no te arredras. Espectral, torvo y antiguo Cuervo errante de la noche sepulcral,— Di, ¿qué nombre de alta alcurnia es el que llevas en las playas de la noche sepulcral?" Dijo el Cuervo, “Nunca más.” Me causó gran maravilla que aquella ave tan grotesca Comprendiera mi pregunta de manera tan sencilla, Aunque vaga su respuesta y de poco seso fuera, . Pues no es dado concebir que jamás a algún mortal .' , Le haya sido dado ver en la puerta de su alcoba un . ave tal, .Ave o bestia sobre el busto^que tallado en lo alto está, Que se llame, “Nunca más.” ' Pero el Cuervo, imperturbable.sobre el busto, sólo dijo