eso, colocáis la devoción, la piedad como decían los antiguos, la piedad para la Patria, habréis realizado la cdxra magna, la formación de un hombre. y la República podrá tener plena confianza en su destino. Colegas: mi bienvenida en estos sagrados dias tiene que estar hoiida-mente subrayada por un sentimiento de confianza invencible en el buert suceso de vuestra empresa; tened ánimo, tengámoslo todos; para ello, meditad en la gigantesca lección educativa que nos dan los recuerdos de 1810. Pensad en lo estupendo de la aventura por nuestros padres acometida; pensad que la Patria por quién iban a combatir estaba só’o en sus almas, era- un ideal; pensad como la realizaron poniendo en él una fé inmensa y sellada su fe con su pasión y su vida. Sigamos ese divino ejemplo; no veamos la magnitud del intento, sino para proporcionar a él el esfuerzo de nuestra voluntad, la intensidad de nuestra fe en la Patria. Ya lo veis, surgió viva de la sangre y de la muerte de nuestros héroes; surgió grande de nuestras desdichas e infortunios de pueblo libre; sea así con la escuela, que es la prenda augusta de la moralidad de la República. Ved todo esto encarnado en un símbolo viviente; en estos días de septiembre nuestra bandera, ya fulgure en la diestra siempre viril y firme del gran octogenario, ya flamée al frente del Ejército Nacional en manos del gen til y arrogante Colegio Militar, ya la haga vibrar como un jirón de juventud el entusiasmo reconfortante de nuestras escuelas juveniles, o ya parezca subir ai ciclo en el aleluya infinito de los cantos de los niños, siempre expresa lo mismo, es la misma frase, es el mismo sentimiento, es nuestra historia condensada en una forma material y poética, es nuestra historia que nos enseña el orgullo por el pasado que se suma en gloria, la confianza en el presente que se resume en esfuerzo recompensado por ¡a confianza en nuestro destino, que se resume en un credo, en uno de esos credos por_los que se vive, por los que se mi^J^ X X X El primer resultado será una duplicación de la Patria. La mitad de los habitantes de la República, y me •iuedo corto, ignora lo que es ser mexicano no participa de la conciencia nacional; el ais’amiento, la miseria de las necesidades y de los medios de vida, el predominio de la superstición y deKAlcoholismo privan a un inmenso- grupo de nuestros conciudadanos en teoría de todo contacto con el alma nacional. Es preciso, pero ingente. pero urgentemente preciso, que a la vuelta de dos generaciones este estado de cosas se haya modificado profundamente. Es verdad que hace muy poco, que ahora mismo quizás. en grandes naciones cuitas existe eí mismo problema: En Rusia en Irlanda. en Italia, en España, en la península balcánica: pero es más premioso entre nosotros, más trágico. a la vera de un organismo que crece en volumen y en fuerza hasta la hipertrofia nosotros tenemos la vital necesidad de desarrollarnos pronto; Desfile imponente de doctores en el día en que se fundó la Universidad Nacional. pocos e’ementos de crecimientos recibimos de fuera, necesitamos a todo trance crecer dentro para el exterior, y lo demás nos será dado por añadidura. Pues bien, ¡gobiernos y sociedades mexicanas!, salgamos al paso de etsa formidable exigencia de nuestra Historia, de nuestra Sociología en suma: con nuestras escuelas abramos por dondequiera estas ventanas al aire exterior, al aire de la Patria, al aire de la civilización humana; mas no perdamos ni un día, ni una hora. Cometemos crímenes de lesa nación cada vez que retardamos esta labor santa de tini-ói.