TIEMPO DE B. C., Y SONORA — PAGINA 20 co m 6 n to r i os p°r: jem Tapia Aviies SOilORENSES ★ ALBITA: SENTIMIENTO NOBLE Y pió itinerario por saludar a gentes pueblerinas y espontáneas. Asusta a veces su temeridad cuando se confunde con la multitud y cambia su rumbo ante el estupor de sus seguidores más afihes. — II — TU SERAS EL GOBERNADOR DE SONORA ★ LAS ZANCADILLAS INOPORTUNAS EN EL PRI ☆ “YO NO SERE UN DEMAGOGO MAS” ☆ APRENDAN AL CANDIDATO, SEÑORES ☆ “ESTO NO ME HA EMBRIAGADO” ★ LA OPOSICION REVITALIZA A LA PRENSA A DULCE ALBITA DE OCAÑA se le resbaló una lágrima. * L E* sentimiento afloró en sus ojos. Era el final de la Primera Eta-L—1 pa de !a gira política y todos los integrantes estaban reunidos después de 8 días de fatigoso caminar por los rumbos del Noroeste de Sonora paro dialogar en torno de un buen refrigerio sobre las peripecias de lo lucha electoral, rica en anécdotas, pletórica de contrastes. Habló, a nombre de los periodistas Pedro Márquez, muchacho modesto, incisivo, talentoso. Dijo a1 finalizar sus palabras, esta frase aguda como la punta de una flecha de pedernal. • —"Dr. Ocaña: tome usted finalmente su bisturí y póngase a componer ese semblante vergonzoso que tiene la miseria sonorense". Y Samuel tragó gordo. Otro sentimental. Otro que trae en la mente, metido en lo más hondo del alma, el cambiar ese desajuste económico que algún día, pese o los jilgueros del PRI, nos llevará a la violencia y al desplome. Samuel así lo entiende. Gente tan visionaria como Alejandro Carrillo me lo han manifestado con la preocupación en el rostro. He dicho y he sostenido que lo más humano de esta gira, lo más trascendental, lo más fuerte, fue el discurso de Ocaña frente a los hombres de negocios de San Luis R. C. Y no porque Samuel hayo reprochado anadie, ni hoya fustigado en el rostro la culpa ajena, no, el candidato tuvo el talento y el tino de no herir susceptibilidades. Y el milagro se hizo. De aquel San Luis, excéptico, escondido, brutalmente golpeado por camarillas y grupos, por guaruras mordelones y funcionarios deshonestos, surgió lo palabra suave brutalmente franca y verdadera; la voz pausada, analítica, lógica, de un hombre sin complicaciones que allí llegaba a dialogar, a convencer'que el mejor camino para todos, el más histórico porque la humanidad está llena de hechos, es de dar para recibir. Es el de no aventar una limosna o una dádiva que muchas veces es lacerante y que humilla, sino el de restañar las heridas que sangran, erradicar la miseria vergonzante, desterrar la forma más deshumanizo^ da de existir, en algo digno, verdadero, justo. Las fuentes de trabajo lo producción y la unidad, serían la solución al problema Y el candidato lo ha visto asi. —"Me enseñaron —dijo Samuel— en mi correrá de médico a ser discreto, humanitario, digno, a saber aconsejar al que necesita ayuda, o orientar al que solicita consejo, a no enriquecerme con el dolor humano: a ser diano v merecedor del afecto de los demás.../' Contra la palabrería hueca que se había venido usando en tiempos ni ton remotos, estas frases resaltan, cincelan el anhelo de un hombre ávido de justicia social, hambriento como en su niñez de una igualdad aue se anuncia, oero que nunca 'llega. A mí me dijo íntimamente, en un paréntesis de la ruda torea: — Yo no seré un demagogo más. Iré con el pueblo no a prometerle, sino a cumplirle...." - Bellas Palabras, bello gesto, indudablemente. La consistencia moral de Ocaña, su honorabilidad, su profunda sensibilidad, provoca destellos esperanzadores en el pueblo humilde y en todos los sonorenses. Lo he visto infatigable, cambiar su ruta y su pro- LA POLITICA SONORENSE ha cambiado. La cambió Carrillo y ahora lo hace Samuel Ocaña. La sencillez de estos hombres demuestra su grandeza. Porque un hombre que supera la embriaguez de ese torbellino de lambiscones, de caravaneos, de maestros del lacayismo tiene que ser muy fuerte, tiene forzosamente que inspirarse en el ansia del pueblo generoso que ese sí, ha entregado su corazón sin eufemismos y sin retoques. Muchos de los que actualmente rodean a Ocaño y se dicen sus colaboradores, son simples oportunistas, simuladores de todas las épocas en busca de posiciones más productivas. La falsedad de muchos que ya han empezado a sembrar la cizaña con sus "cuchupos" y sus intrigas no demuestra lealtad, ni amistad, ni afecto, sino todo 'lo contrario: choca con el firme y definido carácter de1 candidato, desentonan con la tónica de modestia auténtica que los esposos Ocaña han proyectado ante su pueblo, atacando en forma nociva la verdadera mística da^unApostolado político. Ocaña conoce va a esas qentes. Porque los que conocemos en lo más íntimo de su ser al candidato, nos hemos percatado de su pesadumbre ante los prevaricadores y chismosos; ante aquellos que quieren resaltar una mediocre v tibia personalidad atacando ferozmente a quienes gozan del afecto cordial del futuro gobernador. Siempre ha sucedido así. Sin embargo, olvidan la fina sensibilidad de Ocaña; sus arraigados principios, sus estupendos conocimientos de la vida. Para los que creen que "triunfar" es dividir, y es también sabotear los principios más nobles y humanos; no queda otro camino que el ostracismo político. Ocaña otea el horizonte con fino olfato. Calculo meticulosamente. Jerarquiza a sus gentes, les da su lugar, los estudia cuidadosamente. Es un verdadero cazador de mentes. Siempre lo ha sido. En alguna ocasión y en vista de sus muy adivinables méritos y alcances psicológicos, yo le dije, en un desayuno privado: —"Tú serás gobernador del Estado". El me rebatió este hecho del que siempre estuve confiado. No por simples dotes adivinatorios, sino por un cerebral análisis de lógica. Como dice Moneado. Ocaña soportaba todas las pruebas. Sin embargo, me percaté de este hecho que aún sostengo: dentro de su tremenda y auténtica modestia, vibra en Ocaña un huracán de pasiones calculadas debidamente. En la comida de los cooperativistas y sentado a su lado me confio: Jesús: he de confesarte que esto no me ha embriagado".