tiempo de b. c., y sonora — PAGINA 11 Seria funesto para Sonora que los nuevos mandatarios Lo expuesto en lo transcripción que preccue merece toda mi consideración, porque siempre he sido respetuoso de los pensamientos y de los sentimientos ajenos, aunque me afecten en algún sentido, y cual-esquero que sean sus términos y su procedencia; y con mayor razón cuando corresponden a un viejo amigo nuestro, que con razón o sin ella expreso de buena fe sus puntos de vista. Hecha la salvedad anterior, comenzaré por señalar que la idea que tengo sobre la participación de don R. E. C., en nuestra contra, y en forma definitiva, no es de mi exclusiva paternidad; pues es importante saber que algunos de los que fueron amigos cercanos del personaje que nos ocupa en Cd. Obregón, y de mayor intimidad con él que la que pudo tener Chale, y que también estuvieron en forma destacada a nuestro Jado el 61, le pueden confirmar 'la intervención de su admirado ex-funcío'nario. Estos amigos nuestros, de quienes Carlos puede saber más si le interesa la investigación, de inmediato le retiraron su amistad a don R. E. G, por haber faltado a su palabra de no participar en forma alguna en-la lucha preelectorol, cuando lo prometido es deuda de honor, y porque era evidente que para él importaba un comino: la suerte de sus amigos, el prestigio del Partido que en principio ya tenía una decisión, y el interés de un conjunto ciudadano muy importante ya definido a esa fecho; sólo le preocupó al parecer, halagar a cualquier precio su vanidad triunfalista reprimida desde el derrumbe del imperio paternal. (A raíz de lo caída.... varias semanas después, saludé a don Rodolfo Elias Calles. Yo le dije, afirma Chale, oiga usted don Rodolfo: Por qué no nos avisó quién era el bueno para Sonora?, y me contestó sonriendo: "Pues no me lo fueron a preguntar a Ciudad Obregón....!") Este pasaje de la entrevista que comentamos, y el disgusto de los amigos de Cd. Obregón, no son testimonios demasiado elocuentes? Por si lo anterior no fuere suficiente, que sí lo es, de qué otra manera podría explicarse la situación de privilegio, nunca antes registrado, en que estuvo ubicado don R. E. C, durante el sexenio para el que fue determinante, en que tanto le rindieron, hasta convertirse en "consejero del Rey", viéndose de continuo rodeado por la élite del "establecimiento", integrado por personas de características tan disímiles a las suyas, y que a la postre llevaron su nombre a la exaltación, haciendo su apología en cada aniversario de su fallecimiento? Sólo la condición de legatarios de su actuación con los beneficios consiguientes, nos explica el por qué de tanto panegirista!; a los que ahora se suma inopinadamente don Carlos, siendo desde luego inobjetable su postura! Tardé algunos años en verificar a ciencia cierta la versión de Ciudad Obregón sobre la participación de don R. E. C., en nuestra contra; y cuando ello ocurrió, fue de manera casual estando en el restaurant Prendes de esta Capital;y no me quedó duda alguna, tanto por los antecedentes del caso, cuanto por la elevada calidad cívica y moral del informante, que aparte de ser gran amigo nuestro, lo era a su vez del interfecto; y a esto obedece que no haga público su nombre, como tampoco mencionaré a los dos individuos que acompañaron o don R. E. C, en sus instancias, porque me provoca náusea recordarlos, a uno por ignaro y deshonesto y al otro por palaciego y desleal. Si esto le parece "incorrecto" al Sr. Cabrera, lo siento mucho! Sólo digo de mi verdad lo que puedo decir! La amistad impone limitaciones! Por lo demás y ya que estamos ante un personaje público del pasado, cuya gestión debe conocerse lo mejor posible, precisamente porque median circunstancias discrepantes sobre la apreciación de su ejecutoria, debemos puntualizar que no es incompatible el respeto a la persona en lo que toca a su vida privada y a sus familiares, que en este caso son estimabilísimos por todos conceptos, con el juicio crítico a que deben estar sujetos los hombres públicos durante el desempeño de su gestión, y después con mayor razón cuando la obra ha concluido y se conocen todos sus aspectos; más en un país como el nuestro que ha vivido en crisis permanente de valores públicos, y en que los falsos redentores que han oroliferado en nuestra imperfecto democracia permanecen en la sombro, amparados en el "slogan" positivo de que todos cumplieron en su hora y según las circunstancias . Una fórmula comodino y oportunista que o tiempo levanta el hombre en turno para cubrirse llegado la ocasión. Quienes han tenido acceso ql poder publico no pueden ser int cables. El análisis y valoración de su trayectoria son una ob igacion y un derecho de la ciudadanía, sin que importe que hayan fallecido o no, tf^nues a los grandes por su obra y oor su alteza de miras se les recuer a ■Siempre y también a los que no lo fueron. A los primeros para ejemp o t5' quía de la posteridad, y a los segundos para que jas generaciones de :. J>9rvénir seoan lo que debe hacerse o evitarse, si desean sotisfocaon y honor pn pl cumplimiento del deber. . Lo persona pora quien Chale convoca a enaltecer y respetar, levantando el dedo más de dómine que de gran elector, de lo que esta muv lejos oor folta.de vocación seaún su dicho, fue Gobernador de iono-o a muy temprana edad, oor su podre, pues nunca antes actuó pohtica--nente ni en manera alguna se esforzó por alcanzar la dignidad, V que eco -oor sus estudios nunca tampoco se ilustro en las disciplinas soes relativas y después r-ipó fugazmente la Secretaría de Comuniones v Obras Pública ' úén oor lo mismo razon; de tal manera $ i‘: .v • •-■‘•y» :■ ..T'S v. : •/ V /■ v,- i «#3» i ■ < ■■■ - -s Si Rodolfo I lías C.jlks. Luí'. Encinas y lr.in-.isco |: •• / ■