'Las dos ideas capitules do la asociación literaria ^Juan Antonio do la J1. tiento,,z que tienden a. lomeuiar entre sus inbnnbros el arm1 a las letras y el amor á la pairen han venido á manifestarse con exploníkmto claridad, trasmitiéndonos el ele-xmlo pensamiento do establecer en esta capital otra Sociedad Jiennana, con el misino nombro y objeto de aquella. Varios ilustrados jóvenes, que son la esperanza do Coahuila para ql porvenir, aeojieron con aplauso indicación tan importante, y debido á sus entusiastas esfuerzos, nos vermimos hoy á celebrar de un .modo solemne el acto inaugural con que so instala entro nosotros h: Sociedad científico literaria Antonio de la Ifuente/' En verdad, Señores, que este suceso; asaz plausible, merece ser loado por voz mas autorizada y elocuente que la. niia. Nun^a como ahora he sentido la verdad de nú insuficiencia; y a pesar de mi anhelo por cumplir dignamente la difícil misión con que se me ha honrado, no me sera, posible ponerme tí la altura del objeto y del ilustrado concurso que me escucha.5 Habra en mi corazón fuego bastante para dilatarse al influjo de vivísimas impresiones, pero la tenue fuerza de mi espíritu no alcanza ú reflejar la escasa luz que lo alimenta; como no basta el calor de la laya que hierve en el cuerpo de las elevadas montañas, para de teir el niveo manto en que se envuelve su enhiesta cabellera. Eu inauguración de una nueva Sociedad literaria debe considerarse como un paso hacia adelante en la via del mejoramiento social. Sabido es que la asociación es una de las primeras necesidades de la especie humana. Solo ella, puedo proporcionar al hombre los medios de suplir la debilidad de su naturaleza. El hombre aislado nada puede; y la experiencia de todos los tiempos ha elevado al rango do axioma la verdad indiscutible de que la fuerza nace de la union de los elementos encaminados á uno y un mismo fin. La necesidad y conveniencia de hacer comunes las facultades humanas y procurar su desarrollo, ha dado margen a la formación de infinitas agrupaciones con diversos objetos v tendencias; y la historia en sus páginas de oro nos revela que al mágico poder de la asociación se deben todos los progresos religiosos, civiles, científicos é industriales. Ei espíritu de asociación establece relaciones entre todas las clases sociales que tienden á ayudarse yprotejerse mutuamente, á buscar el camino del progreso en sus intereses materiales é intelectuales y á obtener el acrecentamiento general, que trae el bienestar de los hombres y grandeza de los pueblos. , A su benéfica influencia, nacida en los albores del cristianismo, se debe que las vanidades humanas, y las distinciones frívolas de rango ó de fortuna, desaparecieran para siempre ante mas interesantes consideraciones, á la luz del principio ^divino de igualdad proclamada en el mundo antiguo, que formaban solo los señores y sus esclavos. e ■ : Las asociaciones desde esa época no son ya las que se proponían el lucro mercantil ele que nos habla Solon, ni las que tenían poí* objeto buscar las riquezas en las entrañas de la tierra, á que se refiere Jenofonte, ni muestran la menor seme-mejauza con los imperfectos seguros , cjue) conocieron Suetonio^y Tito Livio; apenas se vislumbra su organización actual en las sociedades benéficas que florecieron en Atenas, la reina de la civilización antigua. Los colegios de sacerdotes egipcios y de levitas, las sectas de^filosofos en la Taclia v Grecia fueron los primeros modelos de las asociaciones académicas y literarias (jurireunidas en los bosques de la Academia y bajo la sombra de Tusculum nos en- x ceñaron á soportar las penas de la vida y á gozar de sus apeticidos bienes. Las yríaiems reuniones literarias en Grecia eran mas bien escuelas que academias; y í¡ existia la union entre maestros y discípulos, no era lo mismo respecto dq Jas ílvctrinas, quo originaban la division de sistemas; llevando los celos y la envidia al róriíuc, al Liceo y á la Academia.