LA GLORIA. Cuento Selecto. Octavio Bruot despertó una mañana con una idea que le pareció buena. Octavio Bruot era lo que .se llama vulgarmente un literato. Había escrito versos que nadie había querido editar; había escrito novelas que todos los periódicos habían devuelto sin leer; había escrito comedias, dramas y sainetes que hasta el director del teatro más ínfimo había rechazadol Tenía, no obstante, a falta de talento, una teoría, un ideal. Se creía llamado a ser jefe de escuela, y pensaba firmemente en haber inventado el género moderno. Entendía por esta palabra todo lo que constituye la vida de nuestros días, tan extraña, tan positiva desde ciertos aspectos, tan loca desde otros. Decía que cada época, habiendo tenido su expresión propia, la nuestra debía, a su vez, tener la suya. No le faltaba razón. 6 Desgraciadamente, no era hombre para llevar al combate la bandera que enarbolaba, y todo su valor se limitaba, a discutir mucho, a perorar en los cafés. Ahora bien: una mañana encontró al saltar del lecho, la obra maestra que desde hacía tanto tiempo buscaba. Cuando digo que la encontró, no ha-bk> -con exactitud; --quiero-