(536 .zni.-nA lyqzi aa uno pretende, hacer el blanco de sus e¿í>efí6&^- Errores insensatos; y monstruosos sistemas se erigen en doctrinas, sénas^.yfie pretenden, co-. locar las quimeras en lugar de los hechos positivos.? vEl absurdo; eleva--do áipropóreiones . gigantescas, y desconocidas hasta-^quí, ha entrado , de lleno en la práctica diaria de los negocios del paisiwdEn vano sei pretende invocar las leyes mas ciertas de la naturaleza, lc®:efectos mas sagrados por la esperiencia de los siglos y las verdades mas ^contestables. Llegó el tiempo de discutirlo y defenderlo todo, de derriba? y volver á construir,porque la envidiaiócupó el lugar de la ambición;y.la mí--dacia se sentó en el trono del talento. En nombre de la igualdad, y sobre las ruinas de toda gerarquía social, se marcha con intrepidez á renovar privilegios odiosos, y qué contienen el germen de la ruina. Las leyes; propuestas y las innovaciones que se solicitan, son hechura de una sola clase, inferior en número y alma al resto de la sociedad francesa. Veinticuatro millones de hombres son los que cultivan nuestros campos, y á estos ciúdadanós laboriosos se les sacrifica sistemáticamente, ora poi. la minoría turbulenta que habita las ciudades, ora por esa banda de em-pleomaniáticos que no aspiran;/mas -que á ocupar los puestos públicos, y á quienes todas las reformas y todas ¡as revoluciones sirven como de escala para llegar á realizar su's ideas ambiciosas; y cuando alguno de ellos se ha satisfecho apenas, ya diez marchan por sus huellas y se confabulan para derribarlo; y todos juntos, para vivir, establecen pensiones y gabelas que gravitan sobre los honrados y laboriosos paisanos. Así es que de todos modos, aquellos son siempre peligrosos en la sociedad y constituyen en ella una gangrena difícil de curar. En el orden material aniquilan las rentas del Estado, es decir, gravan á los .ciudadanos que no son funcionarios; y én él orden \mofal no sori mgs que una gran armada, enemiga sistemática-de-la libertad .y de la autoridad. Y esta es la razon porque les conviene que se propaguen las doctrinas que tienden á cambiar á la Francia en un vasto taller, cuyo própietarió será el Estado, en donde las utilidades serán para él, los derechos para sus agen-tes, y las pérdidas con todas sus consecúencias para la mayoría inmensa ■ de los ciudadanos. Todo esto ha sido ya esplicado y demostrado, mejor de lo que yo" pudiera hacerlo: pero hay un punto que merece una atención particular, y que manifiesta de bulto el peligro que quiero señalaros, y es el abuso hipócrita y sacrilego que se hace de la .Religion, mezclando parte de la doctrina cristiana y aun tomando el nombre del Señor para la predicación de fatales errores; con el objeto acaso de sublevar las masas, y llevar la guerra contra lo que se nombra.la vieja sociedad. No hay banquete que dé la República que se llama .-toczaZ, en que no se cite el Evangelio; no hay un demagogo que deje de poner á Cristo de por medio en sus predicacionesdncéndiarias; no hay por fin ataque alguno á la sociedad en donde no se encuentre mezclado el nombre del Señor tres veces santo. Estas doctrinas solo tienden al materialismo y á la satisfacción -de. los--