186 REVISTA EVANGELICA Marzo detenido a mi esposo, me han quitado lo poquito que tenía y me han echado a la calle; es decir, que no tengo ni esposo, ni casa, ni dinero, y quiero saber por qué ha sido todo esto. Y le advierto, señor, que si ha sido porque mi esposo es evangélico, deténgame a mi también, que yo no niego a mi Señor.” Esta presentación, íy advierto que mi esposa no sabia entonces que este miembro de la autoridad era hijo de evangélico), hizo que dicho señor se interesase personalmente por el caso y fue él mismo a la oficina, mandó pedir mis antecedentes políticos a la Comisaria de Vigilancia, y visto que no tenia ninguna relación con partidos, sociedades ni logias decretó mi libertad, pero con la obligación de que me marchase inmediatamente de la ciudad. Todavía permanecí en prisión tres días más, mientras que mi esposa arreglaba lo necesario para el viaje, y por fin, conducidos por la Guardia Civil fuimos llevados a Sevilla para conseguir nuestro pasaporte. Quedaban en Granada dos pastores y la esposa de uno de ellos fusilados, otro pastor expulsado de su casa y de su pueblo, habiéndole quemado todos los libros y Biblias que tenía en depósito, la capilla evangélica requisada y transformada en una fábrica de bombas de mano, mas todos los creyentes asustados del giro que las cosas iban tomando. En Sevilla misma la situación no era tan grave para los evangélicos; en dos sitios se continuaban celebrando los cultos y no había habido que lamentar más desgracia que la muerte de uno de los obreros del señor Sholin, acaecida en un tiroteo que hubo en los primeros días, mientras que el hermano formaba parte de una cola para comprar pan. pero de persecución no había nada. Pero sí era aquel el lugar donde íbamos llegando los perseguidos de otros lugares y las noticias de mayores desgracias. Allí supe del fusilamiento del pastor de San Fernando, del de Salamanca, y de un diácono de la iglesia de Peñaflor. Allí encontré a otros que habían sido expulsados de sus lugares con pérdida de todo su ajuar y buscando solución a su problema. Yo tenía que conseguir mi pasaporte todo lo más rápidamente posible pues estaba bajo la amenaza de ser nuevamente detenido si no era verdad que salía al extranjero, pero aquí venía lo peor, encontré miles de dificultades para arreglar mis cosas. Y he aquí mi tragedia. En esta situación, el señor Sholin, que se encontraba en Gibraltar desde que de Granada salieron todos los extranjeros, se enteró de lo que me occurría, y entonces :e puso en comunicación con la oficina en Nueva York, y recibida a autorización, extendió y le xalizó ante notario un certificado que me reclamaba, y ya se disponía a enviármelo cuando yo entrab i en Gibraltar. Lo que ocurrió fue lo siguiente: provisto de la garai tía personal de un fuerte industrial, cuyos familiares nos habían escuchado a usted y a mí cuando estuvimos en Semana Santa, fui nuevamente a las autoridades y