I
mira si te quiero.
Y	le besó repetidas veces en los ojos, con sus labios olientes a fresas. Mientras, el alma de Lilot temblaba toda. ¡Qué sabrosos eran los besos de Totina! Suspiró y creyó morir dulcemente junto a su hermana la higuera que acababa de abatir.
—Puesto que me amas, Lilot, dijo ella con voz que parecía venir de muy lejos, pídeme en matrimonio y nos casaremos para la pascua.
Los ojos de Lilot se abrieron, se fijaron en la joven y se llenaron de lágrimas.
—¡Casarme! bien lo hubiera querido, pero ya no puedo.
—¿Por qué?
—Porque voy a morir.
—¿A causa de la higuera?
—Sí, mira, ya está al caer.
—Oh! Es verdad, dijo Totina palideciendo ¿qué has hecho, desgraciado?
Y	retrocedió de un salto. Sin un soplo de viento, la higuera se inclinaba y se oían crugir sus últimas fibras; luego con un gran estruendo se abatió, revolviendo con sus pesadas ramas hasta el fondo del agua.
Totina lanzó un grito y contempló a Lilot que temblaba.
—Ahora, dijo con débil voz, soy yo el que moriré, pero no tengo miedo, Totina, esta tarde me confesé y recibí la absolución.
Entonces, pensando que ya no iba a vivir más, se tendió en la yerba y cerró los ojos.
—Y deveras vas a morir? Socorro, socorro! gritó la joven aterrada, y corrió hacia la casa de Biremns golpeando la puerta con todas sus fuerzas.
—Despertad, gritó: vuestro hijo se muere.
El padre de Lilot y toda la familia se levantaron al momento y corriendo al lado de la higuera abatida, levantaron al joven y lo trajeron a su lecho.
Al día siguiente respiraba aún.
—Dios mío! qué hambre tengo! gritó a las diez.
Esa tarde, inquieto aún, al probar sus fuerzas , observó que podía levantar con los dientes la mesa de seis cubiertos.
—Vaya, vaya, se dijo, puede que el viejo maestro de escuela tenga razón.
Y sus antiguas creencias sobre el poder de los árboles, dieron una voltereta.
A los seis meses, como seguía viviendo a pesar de todas las preocupaciones, fué a pedir la mano de Totina, que por su parte, viendo que el
ciruelo se obstinaba en no dar fruto, —¡ Qué lástima 1 las virtudes malo habla mandado también derri- ravillosas de los árboles, se van!
bar__ 	Jean RAMEAU.
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