Lección IX. Junio 2 de 1929. REY LECCION duras tuvo que sufrir; pero rn 1 t s "■. _ ] HERALDOS DEL BOSQUEJO DE LA •y^OBRE Jeremías! qué pruebas tan siempre pemaneció fiel al Señor. * No lo encontramos en nuestra lección en la puerta del templo de Jerusalem predicando al pueblo el mensaje de Dios, sino en un pozo de cieno. ¿Quién lo puso allí? Los príncipes disgustados porque Jeremías seguía profetizando sobre la destrucción de Jerusalem y el cautiverio, decidieron pedir al rey la muerte del profeta porque desanimaba a los hombres de guerra y al pueblo. Ya en este tiempo la ciudad de Jerusalem estaba amenazada frecuentemente por sus enemigos, a tal grado que el rey Sedecías pidió ayuda a los egipcios para combatir a los babilonios. Así que, los príncipes le dijeron al rey que Jeremías no buscaba la paz para el pueblo, sino el mal. ¡Cuán malos e injustos eran! El profeta amonestaba al pueblo a que se arrepintiese de sus malos caminos y “el Señor le haría morar en su tierra,” y “sería su Dios y ellos serían su pueblo.” Pero el mal rey, temiendo a sus príncipes le entregó en sus manos. Entonces éstos mandaron que echaran a Jeremías en un pozo, cuyas a-guas se habían secado y sólo había cieno. Era tan hondo que tuvieron necesidad de sogas para hacerlo descender y el pobrecito de Jeremías se hundió en el cieno. ¿Recuerdan los niños la historia del muchacho que fué echado en un pozo seco por sus malos hermanos? Aun cuando los príncipes deseaban la muerte del profeta, Dios cuidaba de él. Ebed-melec, un sirviente negro del rey, cuando supo que Jeremías había sido puesto en aquel horrible pozo, fué a buscar al rey. Este se encontraba juzgando en la puerta de Benjamín y Ebed-melec sin esperar que terminara, le dijo al rey lo que habían hecho con el profeta. Sedecías le dijo a Ebed-melec que llevara con él treinta hombres y sacaran a Jeremías. Así lo hizo el sirviente negro. También llevó unos trapos viejos que hizo descender con las sogas para que Jeremías los pusiera debajo de éstas y no se lastimara al sacarlo del pozo. No fué puesto el profeta en libertad, pero le fué permitido estar en el patio de la cárcel. Ya Jeremías había sido puesto en la cárcel y sujeto al cepo por un príncipe del templo y después tomado prisionero y acusado