REVISTA MEXICANA. Semanario Ilustrado. Entered ai second class matter, October 25, 1915 at the Post Office of San Antonio, Texas, under the Act. of March 3, 1879 Año IL San Antonio, Texas, 6 de Febrero de 1916. Número 22. EL ESPIRITU PRACTICO BANCARROTA DE LA PLUTOCRACIA AMERICANA Mr. Woodrow Wilson, el Presidente de los Estados Unidos, emprende una gira, cumplido el tercer año de su período presidencial y cuando falta menos de uno para la próxima elección, predicando el militarismo. Este hecho, de propaganda electoral, tiene, sin embargo, una significación que llega a lo más profundo, a lo más doloroso. Sencillo, pero profundo a la vez, es comprender el gran fracaso de lo que estábamos acostumbrados a admirar bajo el nombre de “el espíritu práctico,” que atribuíamos con caracteres milagrosos a nuestros vecinos; e intensamente doloroso es convencernos de nuestro error, porque si el espirita práctico, no ha servido sino para prostituir a los actuales dueños de nuestro país sí ha amenguado en la nación cualidades que posee, que parecen desaparecidas temporalmente y que son las únicas dignas del espíritu, el orgullo, la independencia, la elevación. Y al derrumbarse el ídolo, porque su oro no tiene la consistencia del barro, nos muestra todo el dolor de nuestras pérdidas, toda la magnitud de nuestro desastre. n Ante el espectáculo de Mr. Wilson predicando al pueblo norte-amfcricano la excelencia del espíritu militar; ante la bancarrota del "espíritu práctico,” es nuestro urgente deber abrir los ojos, enmendar nuestros yerros y en una reacción suprema de humanidad, de verdad y de patriotismo, rectificar todos nuestros juicios, sin detenemos ante nuestra historia, si no es para exaltar sus heroísmos. Ya que el Destino nos impuso la contiguidad'del país en que gobierna Mr. Wilson, y si hemos atendido más que a otros pueblos a lo que vemos y a lo que ounos en Nor-te-América, sirva este suceso para hacemos escuchar la lección tremenda que ha oído Mr. Wilson, y que recitan sobre la tierra los cien mil cañones que están tronando hace dieciocho meses sobre el Viejo Mundo. Cuando estalló esa guerra, el mes de agosto de 1914, se hizo visible un violento contraste: el de la conflagración allá y el de la paz en los Estados Unidos. Se removieron todas las teorías, y al fragor de los combates en que entrecho-cgíban millones de hombres, opuso la prensa norte-america-na el coro de sus periódicos que cantaban la excelencia de la industria, los millones de la producción, los milagros de la democracia. Y algo Que no era sino el miedo de morir, clamó en los pueblos que no estaban en guerra, la “Guerra al militarismo. Entonces, las frases: “lo mejor del mundo,” “el más grande del mundo", “el más fuerte del mundo” pertenecían a los norte-americanos, a sus productos, a sus edificios, a sus empresas, a su marina, a sus dolares. La guerra prosigue, rehaciendo las nacionalidades, fundiendo en nuevos moldes no sólo las ideas sino los tipos étnicos; renovando al mundo con el resurgimiento de las únicas fuerzas creádoras: las sociales, y con el único ideal digno de ese nombre: el ideal antiguo, el del heroísmo. No entran solamente en conflicto los hombres ni los - pueblos, sino las civilizaciones y los cánones de vida, y se encuentran frente a frente dos épocas de humanidad. Sea quien fuere el vencedor, ha triunfado ya una verdad: entre la tienda y el cuartel la relación no fcs que el cuartel sirve para cuidar a la tienda sino que las dos s rven al pueblo y el tendero tiene que servir de soldado. Porque la sangre no es garantía de intereses, sino sangre de la patria; porque el hombre no existe, no puede existir como en las abstracciones de J. Jacobo Rousseau, como unidad absoluta, sino que todo lo que de él hace un hombre, para sentir, para pensar, para vivir, proviene de su estirpe y del suelo en, que ella surgió. Desde el color de su piel hasta la lengua que habla, los toma de esas dos fuentes: de la humana y de la cósmica: la primera es la raza; la segunda, la Patria. Y por eso, hoy que los Estados Unidos vienen a recapacitar en que la guerra europea tiene que llegar a. un final; hoy oue presenciamos que no se mueven los pueblos por la piedad de los extraños sino por su propia fuerza y vitalidad; Mr. Wilson ve próximo el peligro y él, el teórico de la paz, con Mr. Bryan, en la pasada campaña electoral y en las notas a Alemama, se convierte en el teórico de la guerra y se lanza a una nueva propaganda, confesando que. el poder no es bastante a resistir un mes, que el contingente no basta a defender una costa, que aquella primera marina del mundo es la cuarta o la quinta, y no habla ya de tarifas, ni de trusts; no cotiza ya el irtterés en dólares ni en simpatías humanas, sino qde lo mide por el número y por el alcance de los cañones y por el número y por el espíritu de los soldados. Es demasiado tarde. Los ejércitos no se improvisan. Los ejércitos son obra de la organización total de un pueblo, nos enseña Alemania y nos enseña Francia; ni los millones de Fbras de Inglaterra ni los millones de ''ombres de Rusia, ni los dos aconios de millones unidos han podido evitar oue 'a' organización militar teutona, nacida de su pfganización social viva sobre el territorio enemigo. Y ha sido un espíritu diverso el óue ha raoacitado a las dos aliadas para resistir el empiíje de la Europa entera: el de solidaridad, en contra del falso individ -aFsmo de s’-s contrarias, oue no es gir-o ia fórm-la política del egoísmo y el credo de los negociantes. Además de la solidaridad, la jerarquía; esto es;