ebrero REVISTA EVANGELICA 67 creencia firmemente arraigada dice que Cristo crucificado, que ■en lo intimo del alma de cada uno ■vendría a sanar todos sus males ^morales así como espirituales. Pero ya sabemos que los hombres, siguiendo los dictados de un espíritu maleado y corrompido, no han retenido a Dios en sus pensamientos. “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios: no hay Dios en todos sus pensamientos” (Salmo 10:4). “Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas” o “invenciones” (Ecl. 7:29). En verdad ha sido el necio el que ha dicho en su corazón: No hay Dios (Salmo 14:1). Pero es lo que han dicho multiplicadas miríadas de la raza humana. Una de las invenciones, o cuentas más insensatas, que el hombre ha buscado es la teoría de la evolución como el proceso creativo, eliminando muchos a Dios enteramente, mientras que otros sólo lo desacreditan en parte. Esta teoria de que el ser humano se haya desarrollado de una forma de vida infinitamente baja— la amibea—no puede sostenerse sin negar la veracidad de la palabra de Dios y desacreditar totalmente la historia—la única que nos ha llegado de los tiempos primitivos. El mismo Sr. Darwin, padre de la teoria de la evolución del hombre, de las especies más inferiores, se quejaba de que las evidencias eran muy escasas, y no estaba satisfecho con su tesis. No conviene a los hombres dejar a un lado la revelación divina para ■eguir “fábulas por arte com-fcuestas". Por sabios que sean, los ■ombres son falaces, y Pablo nos para los judíos era tropezadero, y para los gentiles, locura, es para los llamados, tanto unos como otros, Cristo potencia de Dios y sabiduría de Dios, y agrega: “Porque lo loco de Dios es más sabio que los hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Cor. 1:23-25). Con entera confianza en la veracidad de la historia sagrada, y con fe inquebrantable en Dios como el Creador y Conservador de todas las cosas, y como el infalible Guía de “los llamados,” su pueblo, a través de los siglos que han transcurrido, hemos de estudiar estas historias, encontrando en cada una-de ellas, demostraciones tanto del amor como de la justicia divinos, de la pecamino-sidad de todos los hombres, de la gracia, del propósito electivo, de la soberanía indisputable, de la providencia sublime de nuestro Dios. En efecto, el que menosprecia las riquezas de la benignidad, y paciencia, y longanimidad de Dios, pierde de vista el blanco de la vida, pues ignora que la benignidad divina guía a los pecadores al arrepentimiento y la vida eterna. Y si deseamos saber la verdad, tenemos una regia infalible para ello, en las enseñanzas de Jesús quien dice: “El que quisiere hacer su voluntad (la de Dios), conocerá de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo” (Juan 7:17). “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8:31, 32).