- EL S E M de la naturaleza mexicana fue, por último, Joaquin Claudel, desaparecido hace pocos años. I¿n la actualidad, el mayor de los paisajistas mexicanos es, sin duda, el Maestro Don Gilberto Chávez. Lo han dicho críticos e intelectuales como el Maestro Caso, el poeta Villaespesa, el pintor Ruano I.lopis y Alfonso Junco. Hay (pie ver despacio y calladamente su vasta obra, representada ante nosotros por más de sesenta lienzos, para comprender el grado de intimidad y de comprensión de la naturaleza de nuestro México, a que ha llegado el admirable pintor michoacano. En su arle se asocia la visión de nuestro campo, ora bajo la llama zenital del sol. ora bajo los sesgados flecos de la lluvia, los tintes del ocaso o los del plenilunio, con sensaciones musicales y poéticas que no hacen abstracto al paisaje, antes realzan su concreta particudaridad mediante asociaciones líricas que intensifican la emoción del <|ue contempla. Con trazos seguros, definitivos, con verdadera luz y transparentes sombras; con una perfecta gradación de valores ¡pie van alejando los planos hasta el horizonte, el maestro Chávez evoca el formidable oleaje de las mil cumbres mi-choacanas o las moles augustas del Popo y su blanca compañera; la profundidad misteriosa de la selva, las verdes familias de árboles (pie alinean sus copas a la vera de los caminos; el rio de paz - camino (pie anda, como dijo Pascal -; la quietud de un lago (pie se arroba en la contemplación del cielo o “la visión de las cimas de silencio y de paz de olvido", con la cual se limpia y serena el más agitado espíritu. Observad, amigos míos, en los lienzos de Chávez, esos encantadores tonos verdes tan limpiamente manejados. Hacen de sus cuadros unas verdaderas sinfonías, a la manera de las de Whistler, el músico del paisaje (pie gustaba de llamar a sus cuadros: Nocturno en Azul y Plata (un lago sobre el cual vacia la luna su chorro argentado) -; Sonata en sepia y oro (un jardín de noche sobre cuyo cielo ponen su áurea rúbrica las luces de un cohete); - Sinfonía cu blanco mayor - (la visión del campo bajo la nieve)... Ghírvez n'o.'s presenta su fascinadora “Sin- H A 1) O H fonía de la Luz", en un Preludio y cuatro tiempos. 1'1 pintor (pie nos visita no es solo un paisajista. Ha hecho ocho o diez retratos (pie son muestras indudables de otra excelencia suya; pero su vocación lo lleva preferentemente a arrobarse frente a los aspectos siempre cambiantes de la naturaleza y a fijarlos en sus lelas, imprimiéndoles una emoción comunicativa (pie a poco de estar frente a ellos se siente ora la sensación sedante de un llano al atardecer ora la exaltación de un pico solitario (pie perfora el azul del cielo. ¡Dichoso usted, Maestro Chávez! Alejado del “mundanal ruido", sin vanidades cortesanas ni vanas ambiciones, ha sabido vivir en contacto con la Natura- leza y simplificar su vida, escuchando los consejos del campo. ¡Dichoso usted. Maestro Chávez!, porque lia sabido aquietarse, mientras nosotros permanecemos en el tumulto de una vida (¡ue acaso no tenga ningún sentido valedero. Y en esa paz interior a (pie ha llegado, como consecuencia de su reiterado tra- to con la Naturaleza, ha de reinar un silencio augusto, enmedio del cual podrá escuchar con arrobo, las voces divinas. Un azar de su vida lo trajo a esta tumultuosa colmena donde todo es activi- dad y sonar de máquinas y creación de ri(|ueza; pero usted. Maestro, dirá, con el poeta: zt mis soledades voy de mis soledades vengo! Y volverá usted a sumergirse en la contemplación de las grutas y los desfiladeros, de las costas tropicales y los arenosos páramos, mientras nosotros nos entregamos. otra vez, al diario trajín, después de haber gustado del remanso de paz (¡ue ha sido su exposición. Es probable que, a su llegada terrey, haya usted sentido el frío ocupada colectividad humana, en apenas si tenia usted uno o dos de una la cual conoci-I.os Sembradores de Amistad re- ciben a usted ahora con la diestra tendida y abierta fraternalmente. En esta acogedora actitud (lucremos (pie nos recuerde usted siempre. -14 -E L S E M B H A 1) O R-- LA TARAEBUMAttA La obra que desarrollan desde hace mucho tiempo los Padres Jesuítas en la Sierra Tarahumara fue conocida y admirada por los .Sembradores de Monterrey en brillante sesión a la que asistió el Padre García de Alba, hombre bueno, sencillo, conocedor del indio de aquella regió y benefactor decidido de ese conglomerado social que remontado en la encrespada Sierra de Chihuahua vive aLjado de la civilización y olvidado del Estado, como si no estuviera integrado por ciudadanos genuinamente mexicanos. El Padre García de Alba relató maravillosamente las penalidades que pasan los Misioneros para llegar a dar aux'lios, de todas clases, a los pobres indios que sufren también, enfermedades, epidemias, frío y desolación en el Para respaldar esta apostólica labor de los misioneros, tres muchachos parantes de medicina han tenido la noble idea de trasladarse a aquel lugar a cumplir allí con su servicio social ; y la idea há tenido tan singular acogida que se está constituyendo un Patronato que se encargará de pedir colaboración a toda ‘ instalar en aquella un hospital bien mesa de honor. Kl Padre (¡arria de Alba hace uso de la palabra para e.rplirar a /os- obra de la Tarahumaras. la República para apartada serranía montado para dios en sus enfermedades mientras a los Misioneros re les deja la parle espiritual. ¡Que li a y a suerte y mucho l eñemos el gusto de presentar en e- tas páginas distintas gráficas de aquella sesión en la que el Lie. Virglio G a r z a hizo improvisada explicación de la constitución <1 e 1 Patronato y su funcionamiento. b'l Padre (¡arria de Alba y a su lado el I)r. Proeo-pio (¡on:ález Garza. - 15 -