Marzo REVISTA EVANGELICA 159 La Zanahoria Rusa •o- En Rusia se cuenta la historia de una zanahoria maravillosa. Una viejecita durmió y soñó que había muerto y que había pedido al ángel de la muerte que la llevara al cielo. El ángel le preguntó: ¿Acaso has hecho alguna acción bondadosa a alguna persona en tu vida? La viejecita pensaba y pensaba. Todas las cosas que ella había hecho por otras personas habían sido hechas por cierta recompensa, por dinero, por alabanzas, o por adquirir la fama de ser una persona caritativa. Se le ocurrió la idea de mencionar su obra en la Iglesia, pero supo que el ángel le diría con razón, que lo hacía por la buena reputación de la iglesia y no porque ella amaba a Dios o a la gente necesitada. Al fin recordó un caso. El ángel estaba esperando todavía. Y ella le contó como un día entregó a un niño pobre y harapiento una zanahoria grande y hermosa. < Recordaba que por esta acción no pensaba en recibir ninguna recompensa y que nadie pudiera haber sabido nada de esta acción, realmente bondadosa, sino sólo el niño, Dios y ella misma). Pero, ¡maravilla de maravilla!, mientras le contaba al ángel de esta acción bondadosa, grande fue su sorpresa al ver en la mano del ángel la misma zanahoria, únicamente que aparecía mucho más grande. El ángel le mando agarrar la zanahoria y cuando lo hizo empezó a llevar a la viejecita lentamente hacia arriba colgada de la zanahoria. No obstante no se sintió muy complacida. (Casi nunca en su vida habíase sentido de muy buen humor). Esta vez le molestaba el hecho de que sus pies estaban tan pesados. Miró hacia abajo para ver la causa de tan grande peso y vió que un niñito harapiento se había aferrado a sus pies y que subía con ella. Y colgada de los pies del niño descubrió a su madre, una pobre viuda, y más abajo todavía otras personas, cada una colgada de los pies de aquella más arriba y dependiendo todas de ella misma. Esto le fastidiaba bastante, porque—¡Qué sucedería si se rompiera la zanahoria! Así que gritó al niño que soltara sus pies. Pero el niño le rogaba que le permitiera subir hacia un mundo mejor. Entonces la viejecita se enojó mucho y gritó: ¡Suéltame, suéltame! Te digo que esta es MI zanahoria! Y en el mismo instante la zanahoria se rompió. ¿Por qué? (Indicaciones para el cuento) El narrador debe proveerse de una zanahoria grande, y contar el cuento lo más dramáticamente posible, y dejarlo con la pregunta ¿Por qué? sin más explicaciones. Así dejará una impresión duradera. Tomado de “El Estandarte Evangélico"