no hace mas que expresar, substancialmente, el principio aristotélico de que “todo lo que se mueve, se mueve por otro”. Y por últiino, también en su concepto "repugna a la razón su tercera hipótesis,” y resulta que el ilustre Spencer se queda siu ninguno de los miembros de la proposición. Pues una de las tres cosas tiene que ser cierta, si se aclara que ninguna, podemos agregar algún otro miembro a la proposición: cualquier cosa, como la de que el mundo lo hizo Inglaterra en las fábricas de Manchester, por ejemplo. Cojamos una cosa de las que tengamos a la vista; un reloj verbigracia, y tratemos de investigar su origen. Tú, oh reloj!—le diremos, suponiendo que perdiéramos el tiempo en semejante investigación, —no te has -criado a ti mismo, porque esto es imposible; no has existido siempre, porque también esto es imposible; luego, con toda seguridad, te hizo alguno: el relojero. Pero Spencer, lo mismo qu lo hace con el universo,—el más y el menos no diversifican,—coge la alhaja y dice: no es este reloj el ente necesario, tampoco se ha hecho a sí mismo, ¿cómo puedo afirmar que lo hizo el relojero? (Estoy ante lo incognoscible! Y el buen sentido lo conduciría al manicomio. Pero— noto que me voy extendiendo demasiado, y recuerde usted, que dije que iba yo a hablar, solo para decir que no podía hacerlo____Va- ya pues mi conclusión}- Comte impuso al siglo el positivismo y este no encontró más valladar que la iglesia. A la teoría de lo incognoscible, debería contestar con solemne reconocimiento de lo sobrenatural,—religión sin sobrenatural, vino sin uvas, dijo Goncourt:—a la doctrina de los tres estados que supone la civilización enemiga de la Cruz, con un manifiesto de su fe, siempre viva y robusta; al desprecio sistemático del principio y del fin, con la declaración de un dog^ ma que encierra los principios del cristianismo. Ese es el compendio de mi libro. Y ese, también, el término de la entrevista. Q qué, deseaba usted algo más? • —Sus datos biográficos, si no le fuera molesto. —Nací en Morelia en marzo del 56 Cursé algunos estudios preparatorios en México y me recibí en Morelia en 1880. Desde esa fecha, ejercí mi profesión, hasta 1911 en que me dediqué a la política, fundando el Partido Católico de Michoacán. Fui diputado al -Congreso de Madero, y después de su disolución, Director de! Timbre y Catedrático de Elocuencia Forense en la E. Sacional de Jurisprudencia. He escrito el libro sobre el Dogma de que antes hablé, y que me fue premiado en un concurso especial; un estudio sobre la protección del indígena, presentado al Congreso Católico de Oaxaca; dos tomos de versos: muchos artículos de derecho y de política en los periódicos; y tengo un libro inédito que se llama “Entre ruinas. Recuerdos y meditaciones de un emigrado.” Y mi Enciclopedia, que absorbe todo mi tiempo. Y aqui tienes, lector, a un filósofo, a un licenciado, a un enciclopedista, a un poeta, y a un católico. Y por si fuere poco, a un mexicano por los cuatro costados. Alfonso ANAYA.