El Problema de la Educación en la América Latina El licenciado Guillermo A. Sher-well ha presentado una memoria interesante al Congreso Científico Pan-Americano, en la cual apunta observaciones atinadas relativas a la estructura intelectual de México y señala remedios para incorporar a los rezagados en la civilización. A propósito de nuestra raza dice lo siguiente: “Los ibero-americanos somos de raza no bien ^ámpreAdida por los extraños. Tenemos la herencia céltica: la romana; la semítica, que nos ha dado el meditar hondo, la inspección interna, la religión con sus pomposas características orientales: y la indígena, que nos ha dotado de cualidades misteriosas aun no bien comprendidas, atavismos recónditos que dicen a nuestros oídos, con voces apagadas, cosas de los incas y de los toltecas, cuya sangre aún circula en esos obscuros habitantes de nuestras aldeas, que esperan el despertar de sus energías par cooperar con ellas al bienestar y a la grandeza de nuestras patrias, y al bienestar y a la dicha de la humanidad." Refiriéndose a la crema intelectual de México expresa los conceptos que siguen, y que son exactos: “En México hay una clase social poseedora de exquisita y.refinada cultura. Nuestros cerebros, como nuestros cuerpos, se visten en París y en I-ondres. Tan pronto como los hombres de cualquiera otra parte del mundo nosotros conocemos lo más nuevo que produce el brillante espíritu francés, el alma meditativa de los alemanes, el espíritu atrevido de los rusos, o el alma ponderada de los ingleses. Italia nos manda las obras de sus criminologistas y psicólogos. Nietzsche ya estaba siendo olvidado por nuestros jóvenes cuando el superhombre constituía una novedad en otros pueblos; y, si ya hemos dado la mano a Comte renacemos al espi-ritualismo con Brunetiére, a la vez que sonreímos irónicamente con Anatole France.” “Desgracia muy grande es que esta cultísima clase social sea tan pequeña. Abajo de ella, a una gran distancia .están la miseria intelectual y moral, el- abandono, las energías reprimidas hasta el aniquilamiento, las aspiraciones sofocadas hasta la muerte; la ignorancia casi absoluta, el aban dono más completo. Entre ambos grupos hay una clase media intelectual .corta en número y no muy firmemente cimentada en su educación. Crear definitivamente esta clase media, y hacerla grande y sólida hasta que absorba a la clase inferior, levantándola de su estado actual, tal es el problema de la educación en México y entiendo que muy semejante es en muchos otros países ibero-americanos. Y resolverlo es en gran parte la empresa de la escuela primaria." Luego apunta la siguiente tesis, bas" tante atrevida y aventurada, de ninguna consistencia. “Si un pais posee los diez mejores maestros del mundo en las diez escuelas más hermosas, nunca hará tanto por la cultura de su pueblo como el que, en las mismas condiciones, tenga cien maestros menos notables en cien escuelas menos perfectas. Y, al fin y al cabo, un pais le puede enseñar a otro en materia pedagógica mucho de edificios y dotaciones, pero poco de espíritu y de vida íntima: y el problema escolar no se resuelve sólo con palacios ni con laboratorios de alto precio.” ¡ Un Platón educa más que todas las Normales! Mas adelante expone una tesis materialista y mercantil, por la cual se advierte la influencia funesta que ejer ce en los hombres cultos una estancia prolongada en este pais. El licenciado Sherwell es hombre de ideales, de ensueños, y solamente nos explicamos las siguientes palabras, como7 emitidas en un momento de sombrío desencanto: “La sociedad no tiene derecho de exigir sacrificios a los maestros, como no tiene derecho de exigir que nadie se convierta en mártir. Si hay maestros qr.e quieran trabajar como apóstoles, suya será la gloria, y allá les batiremos palmas y les rendiremos homenajes. Apóstoles fueron los nobles franciscanos, los primeros en enseñar a nuestros indios a rezar y a leer, los jesuítas que llevaron sus insti tuciones docentes hasta nuestras mon tañas y todos los religiosos que tanto han procurado difundir la enseñanza del catecismo y del silabario, sin más recompensa que la satisfacción de! deber cumplido. Pero como nadie puede garantizar que todos quieran seguir el mismo camino, y lo lógico es qt e eso no suceda, es mucho mejor dejarse de vanas palabras sobre apostolados colectivos y que se trate este asunto como un verdadero negocio. La sociedad requiere los servicios del maestro y los paga. Si paga barato obtendrá servicio malo; si paga caro tendrá muchos solicitantes y podrá escoger lo mejor. Pero como hay escasez de maestros de escuela, es muy posible que aun pagando caro, la sociedad de nuestro pais tenga que contentarse con medianías, por falta absoluta de algo bueno. De aquí el problema de preparar maestros o de importarlos." ¡Cómo puede creer un maestro que la educación es cuestión de contabilidad! Aquí, en Estados Unidos en donde hasta el amor es oro, bien puede sostenerse que el oro es el secreto de la bondad educativa. Pero es que en México tenemos la dolorosa experiencia de que la generación de maestros de escuela que educó a Altamirano, a Zamacona, a Pallares , a Ocampo, a Sierra fue formada por gente que ganaba tantas pesetas mensuales como alumnos tenía: y que en cambio, los normalistas que ganaban dos y' tres pesos al día—(muy poco, pero muchísimo más que sus antesesores) no han educando sino medianías sin signihcaciou. En cambio, el Lie. Sherwell al referirse a las Escuelas Normales apunta los siguientes atinados conceptos: “Hay quienes consideran el norma-lismo en Méjico como la gran conquista pedagógica moderna, y quienes en é! miran un estupendo fracaso. Lo cierto és que en ésta institución hay serios defectos que deben corregirse. Es el más importante la superficialidad de Ta enseñanza que en las escuelas normales se imparte. Ingresan a ellas niños de quince a dieciseis años que desde luego estudian Antropología y Psicología; y de ésta, desde los bancos del aula, infieren, siguiendo lo que dicen los textos, los principios pedagógicos que formula un profesor de París o que llegan recientemente importados de los Estados Unidos de América. Reciben un