Lección III. HERALDOS DEL REY Abril 21 de 1929. BOSQUEJO DE LA LECCION ar* ONSOLAOS, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.” Con estas hermosas palabras principia nuestra lección. ¿En-tienden, queridos míos, lo que significa ser consolados? . uando un nino se da un golpe fuerte, se encaja una espina, o bien, se corta un dedo, inmediatamente va con su mamá. Ella después de curarlo le dice palabras cariñosas y lo besa. Esto no quita el dolor; pero si hace desaparecer las lágrimas. ¿Por qué? porque el nino sabe bien que su mamá siente mucho lo que le ha pasado y esto le consuela. Pues así como el niño es consolado por su madre Dios consuela a su pueblo. En nuestra lección encontramos abundantes promesas de consuelo. En los versículos tres y seis del pasaje que es-tudiamos, el Profeta Isaías anuncia al pueblo el nacimiento de aquel que viviría en el despoblado y cuya misión principal en este mundo sena enderezar las calzadas, allanar lo áspero y torcido del camino para la venida del Salvador, Cristo Jesús. ¿Saben los ñiños como se llamó este heral- do? Juan el Bautista. El anuncio del nacimiento de Juan envolvía bendición y consuelo, porque todo el pueblo israelita sabía bien por los profetas que Juan sólo prepararía los corazones para recibir la salvación del Hijo de no es la dádiva de su Unigénito Hijo la manifestación más grande que tenemos del amor de Dios? El nacimiento de Juan el Bautista tuvo a su tiempo su cum- plimiento, de la misma manera que el de Cristo Jesús, niños saben bien que Jesús fué el Buen Pastor, porque solícito recogía en sus brazos a los corderitos y estuvo dar su vida por ellos. Y así, como éstas promesas de wnouciu y vida han sido cumplidas, lo serán también todas las que tenemos acerca de la vida futura. Todos los con amor listo para consuelo y El profeta Isaías para asegurar al pueblo de Dios la eternidad de las promesas divinas, dice: “Sécase la hierba, cáese la Hormas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre ” Ama el pastor sus corderos, A los que a veces perdidos Se oyen gemir de dolor. Ved al pastor conmovido Por los collados vagar, Y los corderos en hombros Vedlo llevando al hogan