Lección 111. HERALDOS DEL REY Octubre 21 de 1928. UN OBSEQUIO PARA EL ASILO —Mamacita, nos dijo la maestra en la Clase Dominical que cada una de nosotras tratara de hacer algo para obsequiarles el domingo a los niños del Asilo ¿qué haré yo? Juanita dijo que llevaría todos los huevos que pusieran sus gallinas durante la semana; Emma que prepararía unas galletas; Emilia unos dulces y Pepa que daría manzanas. —Hay muchas moras, mi niña, prepara unos frascos de ese dulce tan bueno y eso puedes obsequiar. Yo te diré cómo se hace. —Ah sí—dijo entusiasmada Amelia.—Ya lo creo que iré a juntar esas moras y después de lavadas y bien limpias las cocinaré en mi estufita. A la mañana siguiente salió Amelia, acompañada de Vulcano, un perrito muy vivo y alegre que parecía saber la importancia de la comisión que iba a desempeñar su amita porque movía el rabo y ladraba de satisfacción. Casi corriendo llegaron a un gran moral y Amelia comenzó a juntar moras de las ramas que easi tocaban el suelo. Estaba cansada y no había juntado casi nada de fruta. Por fin haciendo un esfuerzo, se puso a juntar más de prisa hasta que casi llenó su canastilla y allá se fueron ella y Vulcano, muy cansados. Llegaron a casa a la hora de la comida. —¿Quieres que te prepare el dulce?—dijo la madre de Amelia. —No señora, porque entonces no sería un obsequio mío. —Bien, entonces te voy a decir cómo lo hagas. Lavadas las moras y quitados los cabitos, su madre pesó la misma cantidad de azúcar que de fruta y luego poniéndole el jugó de varios limones y la cáscara rayada, Amelia lo puso a la lumbre, meneando siempre con una pequeña pala de madera. Cómo saltaba la miel ardiendo y las gotas quemaban cruelmente a Amelia en los brazos y la cara; pero ella, valientemente, decía: Tengo que hacer este dulce para los huerfanitos, ya verás mamá. Al recibir una quemadura de la miel entre los ojos, dijo: —Nunca he hecho un trabajo tan difícil. La próxima vez no prometeré hacer dulce para el Asilo; daré huevos, manzanas, o papas. Pero dulce ¡no! —Ya está bueno—dijo su madre—y lo vació la niña en unos vasos que ya estaban calientes. Cuando la niña vió qué buen dulce había ella hecho dijo muy animada: —Será mejor que otra vez dé yo también dulce. Muchos niños pueden llevar manzanas, huevos, papas o fruta, pero yo creo que nadie, nadie puede hacer tan buen dulce como éste.... Esta niñita había aprendido a dar, a trabajar para otros ¿no te parece? ¿No crees que fué muy noble para esforzarse en llevarles una cosa buena y sabrosa a los huerfanitos?