CHICANO STUDIES • ::^Y UNIVERSITY OF CALH-X VIA El 2®-:Ñ?Aj¿R6ftilÁuTtSTÁ • ' $ La Iglesia de Roma encadena la Razon y esclaviza la Conciencia Cuando afirmamos que la Iglesia de Roma prohíbe al pueblo la lectura de las Sagradas Escrituras, nos contestan: La Iglesia no esconde la Biblia. Nunca ha prohibido ni prohíbe su lectura. Por el contrario, recomendamos al pueblo que las lea, y por esto las tenemos de venta en nuestras librerías". Confesamos que esta contestación es alhagadora y que convence a los cándidos que jamás se interesan en saber la verdad. Pero para los que han viajado por los países católicos y para los que hemos tenido .la oportunidad de recorrer toda la República de México, viajando de pueblo en pueblo, y visitando de casa en casa, sabemos de una manera clara y verídica, que el pueblo ignora por completo la Palabra de Dios. Nada sabe de ella, NI QUIERE SABER. No se atreven a tenerla en sus casas; le tienen horror. Y preguntamos, si la Iglesia de Roma, no esconde la Biblia ni prohíbe la lectura de ella al pueblo, por qué .no se encuentran • Biblias entre las familias católicas? ¿Por qué hay entre el pueblo católico una crasa ignorancia acerca de la Palabra de Dios? Y los decretos papales nos responden. El Papa Pío VII, en su última encíclica dijo: “Es evidente que las Sagradas Escrituras, cuando circulan en el idioma vulgar, por la temeridad de los hombres hacen más mal que bien." León XII, en 1824, declaró que la publicación de la traducción de la Biblia era contraria a la tradición de los padres y opuesta al decreto del Concilio de Trento que prohíbe hbremS<.n?,gradaS Escri,or” circulen ji ore me n te. Gregorio XVI, en 1844 dijo: "Corf-firmamos y penemos en vigor les decretos de tiempos antiguos, dacos por la autoridad apostólica en centra de la publicación, distribute n, lectura y posesión de libros de L:s Sagradas Escrituras traducidas idioma vulgar". Pío IX confirmó en su Encícl: a de 1864 todo lo anterior. En vista de todo esto triunfalmen-te decimos: LA IGLESIA ROMANA PROHIBE AL PUEBLO LA LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS. Pero se nos objeta: La Iglesia ve Roma no prohíbe ni esconde la Biblia, sino que para bien propio, prohíbe la interpretación libre. La Iglesia es la que tiene que interpretar las Sagradas Escrituras, por medio del Papa que es infalible y no puede equivocarse. El pueblo recibe la instrucción de sus ministros. Admitimos que al pueblo se le ha negado el derecho de interpretar por sí mismo la Palabra de Dios y concluimos que negándosele el derecho de intcpretarla se le ha prohibido y se le prohíbe la lectura de ella» También confesamos que se le ha atribuido al Papa el atributo de infalibilidad que solo a Dios le pertenece, y que debido a esto, el Paya interpreta y habla a sus obis- pos que ha creado, y los obispos hablan a los curas que han formado y los curas al pueblo y el oueblo OYE. CREE y OBEDECE CIEGA NTE SIN DISCUTIR NJ OBJETAR PALABRA. Esto comprueba nuestro dicho y nos justifica cuando decimos- LA IGLESIA DE ROMA ENCADENA LA RAZON Y ESCLAVIZA LA CONCIENCIA. - r