7 de Dic'embre, 1924. REVISTA CATOLICA 805 La política del nuevo Gobierno.—El Gobierno del Sr. Baldwin ha indicado ya suficientemente la política exterior que intenta seguir, especialmente con relación a Ku-s'a. En nota enviada a aquel Gobierno le. notificaba que el Gobierno ingles no estaba dispuesto a ratificar los tratados concluidos con los soviets durante la administración de MacDoi aid. No se cree que entre, estos vaya inc'uído el de reconocimiento del Gobierno, concedido por el mismo MacDonald. En lo referente al negocio de Zinovieff, el Gobierno mantiene la autenticidad de esa carta revolucionaría la cual no es más que un ejemplo de la propaganda que el Gobierno Soviet está haciendo en Inglaterra, y contra la cual el Gobierno de Baldwin dirigirá sus mayores esfuerzos. Muy poco después de. enviada la .respuesta, Zaglaul Bajá presentaba la dimisión de su gabinete al Rey Fr.ud I. Esto aceptó la dimisión y llamó en seguida al presidente del senado Ziwar Bajá, encargándole formara nuevo gabinete. A su vuelta de Londres, un mes antes, donde había celebrado varias conferencias con el primer ministro MacDonald sin éxito alguno, Zagloul Bajá había presentado su d.misión al Rey, mas el pueblo se opuso a su retiramiento. Numerosos grupos marcharon por las calles de la Ciudad de. El Cairo gritando “Zagloul o revolución”; los jóvenes estudiantes abandonaron las escuelas y celebraron manifestaciones contra la dimisión de Zaglou1. Para aplacar al pueblo no fué necesario que. Zagloul con-t nuara en la Presidencia. Para evitar que se repitan las manifestaciones en la actual dimisión de Zagloul, el Gobierno inglés ha enviado allá nuevas tropas y varios buques de guerra. Mientras tanto el parlamento de Egipto enviaba un telegrama de protesta contra la. acción del Gobierno ingles a la Secretaría de la Liga de las Naciones, cuyo Consejo se rcun'rá en breve en la ciudad de Roma. Un telegrama idéntico ha enviado también a los parlamentos de. to (’as las naciones. El telegrama no pide la intervención de la Liga en el negoc'o sino que se limita a e.xpcne las d'férencias entre los dos gobiernos bajo el punto de vista del de. Egipto. Como el telegrama carece de ofic'a-l'dad,' ya que no procede del Gobierno sino del parlamento, no es creíble que el Consejo de. la Liga conceda mucha importancia al escrito, y a lo más distribuirá copras de él a los miembros del Consejo pa:a su privada infor-maein y rat'sfacc'ón de su curiosidad. L" Itimas noticias aseguran que la situación se. ha calmado mucho en Egipto y que las tropas egipcias continúan e" acuando el Sudán. Los católicos en las elecciones.—Algunos 'de los candidatos católicos no fueron afortunados en las elecciones últimas del parlamento inglés, y consecuentemente ha disminuido el número de diputados católicos, siendo actualmente. 18 contra veintitrés del parlamento anterior. Tres de ellos comenzaron su vida trabajando en las minas, de estos tres el más eminente es John Wheatley, quien fué ministro de Higiene Pública en el ministerio de. MacDonald. Comenzó su vida de minero a los 11 años. Al presente es un publicista. IRLANDA Muerte del Cardetnal Logue.—El Cardenal Primado de Irlanda, Michael Logue, murió últimamente en su Palacio cardenalicio de Armagh, Irlanda. Tenía a la sazón 84 años de edad. Fué consagrado Obispo de Rappoe en 1879, y ocho años después era elegido Obispo coadjutor del Primado. Fué creado Arzobispo de. Armagh en 1887, y Cardenal en 1893, siendo así el primer Primado de Irlanda que fuera Cardenal. Amante de la paz y amante -de su pueblo veía con inmenso dolor las luchas intestinas que, en los últimos años especialmente, han estado desgarrando a su querida Irlanda. Impregnadas de este dolor están las pastorales que últimamente escribió condenando la plaga de destrucción, pillaje y rapiña que estaba destrozando a su pueblo. Fueron estos pesares los que últimamente agravaron las dolencias que causaron su muerte. ITALIA El aniversario del “Día de la Victoria”.—La nación italiana entera, desde la familia Real y el Gobierno hasta el último campesino y obrero de las fábricas, ha solem-n'zado con fiestas religiosas y patrióticas el sexto aniversario del día del armisticio que cerró la guerra mundial. Per la mañana se veían los templos llenos de gente que asistían devotos a las misas que se celebraban por las víctimas de la guerra y oraban a Dios por el descanso eterno -de sus almas y pedían al mismo tiempo la paz de Cristo para los que les han sobrevivido. Por la tarde, esa misma gente llenaba las calles principales de las ciudades para contemplar el brillante desfile de las tropas nacionales y los simulacros de guerra de los soldados. Estas Restas revistieron naturalmente especial solemnidad ea la ciudad de Roma. Pero una circunstancia particular d ó aquí especial solemnidad al día. Los católicos de Roma escogieron este día nacional para celebrar la vuelta de la Cruz a la tone del Capitolio. El domingo precedente al “Día de la Victoria”, la cruz fué bendecida solemnemente por un representante del Papa en el magnífico temp'o de “AaacoeJi”, ante la presencia augusta de toda 3 las autoridades de la Iglesia, del Estado, del Ejército y del Municipio. A las 9.45 de la mañana del “Día de la Victoria” tuvo lugar el acto del descubrimiento de la Cruz. Unos momentos antes los cañones anunciaron con sus saludos la hora de la ceremonia. Un momento después dos niños huérfanos de la gue.rra, dejaban caer el velo que cubría la C’ uz. Al mismo tiempo era izada la bandera, y al verlos el pueblo inmenso que. de abajo contemplaba el acto, saludó con aplausos y voces de entusiasmo irrefrenable aquellos dos símbolos unidos estrechamente de. su Fe y de su Patria. Al mismo tiempo millares de palomas, blancas y cenicientas, cual nube blanca que salía de la Torre., se remontaron rápidas hacia el cielo, para desparramarse después en todas direcciones y llevar a todas pa; tes el mensaje del grandioso suceso. Fué un instante de sublime emoción para el pueblo cristiano de Roma. Muchos lloraban y todos rezaban. Apenas las campanas cesaron de tocar, se entonó un solemne Te-Deum, al que siguieron algunos himnos populares a la Cruz, que espontáneamente brotaron de los corazones y labios fervorosos de aquellos italianos. Al retirarse lentamente del lugar de la ceremonia religiosa. la gente volvía sus rostros hacia la Cruz, y al verla brillar en lo alto, una serena expresión de gozo y confianza reflejaban sus frentes.