La SaMDiu US Fl'lW’T,. 7. iiAt'KTUa. allo ar: Ti'.vrna. , , ! L.i. etiinnania -J-V.aiu q.it' dirije t-l l'tiuiAr netuvSr. Fixiu-vwE. Salórzauo,; abrió ya su L'u$p‘-,í‘;ula v<'iuie:i, y con .'M-uriiuient'1 dcbeme-; niaióteHar ipie se La viste bnriíuLi cu sus esner:\u.¿as. ¡ El tloiaiuge, ilc Paseua b.i/.o sa esive- ¡ n.‘Cou el auiosu iliMivta “Z/ y ■ ereúvuoeí fnuieuieute. que el púhlieo,; qua uo luieia umehe tiempo acudía i eu masa, á uplau-lir las sandeces que; u.'is pottiau eu escena Arixcorrcta y; e -tupañia. va» perdería eu esta vez la- oca-, siou de asistir al teatro- para «.pie apee- . ciara lo que es el verdadero ¿fama, y j viera, como se interpreta por actores tau ; notables como son los que forman las. pa.rtes principales de la eourpañia de que ■ nos venimos ocupando. j Pero, ¡'Ah dolor! oh, decepción! á las, ocho y media que penetramos al su- i L-nc una .--.ola familia se vela en un paleo, । y como treinta personas ocupaban las lu- ¡ n-. t ts; aquello estaba tan solo, que los ra- i tones se paseaban libremente por entre i las bancas; estamos seguros que bien pn- i d> > haber sido plagiado alguno aquella j noche, en el teatro, sin ser observado. । Sin embargo, la función dio principio i e«-n "£" Ih re»," ese importante y bien i escrito drama que está llamado á vivir ■ €*n la escena, y que será siempre visto i con simpatía, como una enseñanza de al- í ta moralidad. Allí está pintado con ma.-, no maestra el amor de madre, de ese, bendito é incomparable ser, que siempre • está eaobleeiendo y sautíficuudo el corazón de sus hijos. i En cuanto jal desempeño no. pudo ser ¡ mtw» perfecto. La Sra. Cejudo, desde; qae se presentó en la escena, fuá objeto ■ de vivas demostraciones del reducido pe- ¡ ro inteligente publico. Hubo escenas co-1 mo xa del final del primero y segundo ¡ acto, en que la Cejado estuvo sublime;; sa fisonomía desgarraba el alma; sus a •, marguísímos sollozos nc^s arrancaban lágrimas; no habla nadie que no estuviera eonotovido. 1 IL?'? stipuesto que las Uama/las a la escena, k>s bravos y aclamaciones mas entusiastas le tributó el público á la sim-¡iritica iu-triz. Ualadm, Solórzano y Palomera, son actores concienzudos, y nos parece su-perlluo decir que interpretaron sus partes admirablemente. Después de Here»?' se han puesto en escena obras de positivo mérito como Z.7 vh'mnn nvcuo, L