aóa n.v« For Miguel Limordo Señor, yo te ofrezco, con humildad, mi casa nueva. Tú me la has dado y yo quiero que tú mores perennemente en ella. Porque tú estás en ella. Señor mi casa es un recinto sagrado. Haz, oh Señor, que la llama del altar familiar permanezca encendida cada día y que mis hijos aprendan aquí, en este mi humilde hogar, a conocerte y a andar en los caminos tuyos. Que nuestras oraciones se eleven diariamente al trono de tu gracia implorando la ayuda y el sostén que todos necesita- Que la luz de tu Santa Palabra nos envuelva en su divina claridad e ilumine nuestros pasos. Que nuestros labios prorrumpan en himnos de alabanza y gratitud por las bendiciones que de ahora en adelante tú derramarás sobre nuestra familia. Que la fortaleza de los cimientos de esta casa esté en ti. únicamente en ti. mi Señor, y no en ninguna otra cosa. Que nuestros vecinos puedan ser guiados _K)r ti por el testimonio de las vidas de los que nos cobijamos bajo este techo. Que cuantos traspasen los umbrales de esta casa sientan que llegan a una morada de paz y de seres que se aman. Que el amor no mengüe entre nosotros, sino que florezca y cuaje en frutos sazonados y maduros. Que bajo esta techumbre la voz sólo se alce para bendecir y hablar bien de los demás. Que nuestras puertas estén siempre abiertas para los que han menester amistad y cariño, pan y consuelo. Que podamos unos a otros perdonamos nuestras faltas, olvidar nuestras pequeñas rencillas y que el sol jamás se ponga sobre nuestro enojo. Que de esta casa. Señor, salgamos mano con mano hacia el templo, a rendirte la adoración que sólo tú mereces. Que al despertar cada día nuestro primer pensamiento sea para ti. y que cada noche al retiramos al descanso lo hagamos sabiendo que tú velas nuestro sueño. Que si la miseria, la enfermedad o la desgracia llegasen mañana a esta casa, tan asidas estemos de ti. mi buen Señor, que ya nada puede abatir nuestra fe. Señor, una vez más. yo te ofrezco con humildad, mi casa nueva. RAQUEL «Continúa de la página 12, comete al criar a ns hijos. A nadie le agrada que se le engañe y mucho menos al pequeño que en si inocencia lo espera todo de quien lo dir ^e, ya sean sus padres o maestros. Mi leseo para las madres que lean esta narración, es que complementen los pensamientos en ella esbozados a grandes rargos, y llenen con su experiencia personal los puntos vacíos de la misma, superando así el deseo que las inspiró. Los niños enseñados en las normas cristianas, son la esperanza del mundo, y el supremo galardón a que toda madre debe aspirar es que sus hijos se levanten y la llamen "Bienaventurada”. HISTORIA PARA LOS NIÑOS (Continúa de la página 19) "Aquí estamos, Capullito", anunció la madre de Juanito. Efectivamente, Capullito descubrió que estaba en frente de la misma puerta de su casa. Más allá de la puerta podía ver su propio pasto verde. "Bee, bee”, dijo cuando le quitó el collar de su cuello, y entonces se escapó por la puerta al prado verde.— “Hearthstone", Trod, por la Sra. Catalina de McGavock. 20 IL MOGA* CRISTIANO