'reto REVISTA EVANGELICA 117 El Mandato Sobre que más Insistió ----(o)------ Por José M. Rodrigue. -----(o)------- ■L DIVINO Maestro, N. S. Jesu-y* cristo, exhortó reiteradamen-|e a los discípulos a la vigilancia; r con justa razón, por ser esa la única forma posible de mantenernos despiertos, firmes en la fe L constantes y fervorosos en el servicio del Señor. “Velad"—dice asimismo el Apóstol Pablo,—“estad firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos". ¡Cuánta importancia asigna el N. T. a la vigilancia espiritual! Pero si los creyentes de los tiempos antiguos tuvieron que velar, con mucha mayor razón tenemos que hacerlo nosotras hoy dia. Si, tenemos que velar, y velar bien, a causa de los muchos y grandes peligros que amenazan a nuestras almas. Uno de esos peligros es la molicie espiritual, que hace que nos mostremos negligentes o poco dispuestos para leer la Palabra, y sobre todo, para leerla con meditación. No hay necesidad de decir que ese marasmo por la lectura de la Escritura tiene que resultar, tarde o temprano, fatal para la salud espiritual del alma, cuyo corolario tiene que ser, por la fuella de las circunstancias, la caída en la .languidez moral y la pérdida de •’’ifto para las cosas todas de la fe, como ser: el descuidar la ora ción en privado, la falta de concurrir a las reuniones de culto y la carencia de entusiasmo para cooperar animosamente en las labores del reino de Dios. Y asi tiene que ser, porque la Palabra es lo que alimenta la llama de nuestra fe; lo que suministra el pábulo para mantener encendido el fuego de nuestro amor; lo que nutre y fortalece nuestra esperanza; lo que sirve de instrumento a nuestra santificación; lo que despierta el espíritu de oración y lo que estimula y mantiene nuestra actividad en el servicio del Señor. Puede decirse con toda verdad que la lectura de la Palabra y su meditación es el secreto de nuestro adelanto en la carrera de nuestra vida cristiana; y su descuido, lo que nos estanca o nos hace retroceder en ella. Así, pues, cuando veamos a un creyente que concurre habitualmente a la casa de Dios, y que es activo en servir al Señor, asi como generoso en el contribuir para las necesidades de la Iglesia y de la causa en general, tengamos por cierto que es uno de los que leen y meditan la Palabra de Dios; y cuando quiera que no percibamos estas Copiado de "El Expositor Bautista," de Buenos Aires, Argentina, S. A.