REVISTA MEXICANA Semanario Ilustrado. *ño *• San Antonio, Texas. Octubre 10 de 1915. Número 5. Pagina Editorial LA SALVACION DE MEXICO, s s 3 e s SE ENCUENTRA EÑ MEXICO Las facciones revolucionarias siguiendo sus tradiciones anti-mexicanas han enviado representantes y más representantes a Washington, para ver si así consiguen el soñado reconocimietno. No procuran el trienio definitivo de la Revolución por medio de la fuerza que se apoya en la moralidad y en la justicia. Acostumbradas a obtener victorias con la ayrda de extranjeros, les parece mucho más fácil que consolidar un régimen patriótico .recurrir nuevamente a un pueblo extraño, para que ponga una etiqueta de legalidad a su larga serie de atentados contra la civilización. Es natural. Carranza no puede olvioar que si llegó a sentarse en el solio de México se debió excl. sivamente a la política norte-americana. Sabe perfectameñte q e si las tropas invasoras no se hubieran apoderado del Puerto de Veracruz, la revolución se hubiese dividido y el Gobierno del General Huerta habría.- arro lado en unos cuantos días a las fuerzas constituc.onálitsas. Le consta q~e en Febrero de 1913 hizo un llamamiento revolucionario al pueblo de México, y éste contestó alternativamente con desprecio e indignación, en tanto q; e la ayuda norte-americana lo llevó en cuatro meses al Alcázar de los Virreyes. Es por consiguiente muy lógico q e Carranza procure afianzar la estabilidad de su administración, no en los ideales e intereses mexicanos, sino en la voluntad poderosa de los Estados Unidcs. Fxtrrnjcro es sj origen, y extranjera tiene que ser su consolidación. Por unos días creimos que al asumir una actitud altiva, pod'a atenuar un poco sus inmensas responsabilidades históricas. Pero es inútl..—La remoción de Nafarrete, s s delegaciones constantes a Washington, sus promesa* y súplicas, todo indica que su ideal de Gobierno sería obtener un Pro-consu'ado perpetuo, por conducto de la Casa Blanca. Para él, la verdadera sol ción del problema nacional, es convertir el águila de nuestra enseña en una nueva estrella del pabellón americano. Este es el p- nto en el cál n-nca podremos estar de acuerdo con los hombres de la Revolución. Podríamos olvidar S"S despojos y sus ambiciones; pero nunca les perdonaremos el sacrificio de nuestra nacionalidad. , Para nosotros, la salvación de Méx co habrá de encontrarse en México mismo. Tenemos fe en n" estra Patria, y sabemos que no requ ere de ayudas extrañas para vivir. Nuestros padres la salvaron, en contra de la voluntad de pueblos formidables; y nosotros habremos también de L-brsrla de la anarq ía. En México se hará la paz, aún cuando los Estados Unidos se opongan. La República, se encuentra aturdida y destrozada; pero estos días en que la inmoralidad y la disgregación se encuentran prohijadas por extraños tienen que pasa.". Dentro de su mismo seno habrá de surgir su propia redención. La revoluciín const tuciona'ista ha cometido el delito capital de esperarlo todo del extranjero. En un año y medio q e tiene de reinar, no se ha encargado de dar al país ni siquiera ina organización cmlrionaria porque ha esperado y sig e esperando el reconocimiento del Gobierno de Washington. Sin ese reconocimiento todo le parece inútil y hasta perjudicial. Su lema invariable ha sido el sig lente: “Cue México se acabe; pero q e me siga concediendo su apoyo el Presidente Wilson.” Y así continuarán los revo-1 clonar os, hasta recibir en medio de hosanas y a e uyas al ftt ro Embajador, aunq e presente sus ansiadas credenciales sobre los últimos escombros de la Patria. Pero México vivirá a pesar de todo. El pre-constitucio-nalismo fracasará precisamente por anti-nacionalista. .Cuando los pueblos llegan a cierto período de desarrollo no toleran participaciones extrañas en s s asuntos interiores, sino que buscan y ene entran dentro de sí mismos los elementos de su propia salvación. La revol ción francesa q-e tuvo los defectos inherentes a todas "as revo ueiones, q edó ungida en cambio, por el mayor esfi erzo nacional y patriótico q "e han presenciado los siglos. La noble y org llosa act tud con que la Convención ce irg ió ante Inglaterra y España, ante Austria y Pr s'a, salvó a la Francia y salvó tamb én a la Revolución. Los Generales Hoche y Marcea u, Jo-’-rdan y Klebcr, Bonaparte y Desaaix sin medir la mr gnit'-d de sus adversaries. coiocarcn s s desgarradas legiones enfrente de los Ejércitos coligados del mundo. Y aq el nacionalismo heroico, en actifd de arrogante desafío contra la fuerza y la tradic ión, y enfrente de todos los tronos, fué el mágico secreto de la victoria. ¡Así deben ser las revol ■ cienes! Pero rna revolrción que emplea toda su f"erza en des-tru'r lo nacicnal; .que se s bordina incondicionalmente al extranjero; q e a'epta a ’os invasores como Mesías; q -e mata la riqueza de la Repúbl’ca; q-e no se c ida de ''os enemigos de la Patr a s'no para aclamarlos; una revol ción as', es una fuerza social fracasada, rna organización política o e l eva en su seno los gérmenes q "e la habrán de de an’quilar. ■ En la vida de ios pueblos, las revoluciones y las reacciones deben s empre ser nac'onalea. Cuando b" sean apoyo en el extranjero cometen suicilio. Una revolrción esclava es । na revolución nverta. Per eso, el reconoc miento que otorgue el Gobierno de Washington a esta o aq ella facción carece en lo absoluto de imprrt-ncia. La redención mexicana no habrá de venir de la Cara Blanca ni de n'ngún otro palac'o extranjero. La salvación de México se debe encontrar en México.