El Mejor Aliado De Muestro Hogar exMiieL a leorr- John O. lUmwjr, uno * k* dlrteent* de H Unión Americana óe Trabajadorw dei Acero, cuenta la htnien- “Un día el hijo de uno de mis wednee comenfebe «m «i propio hijo, de cuatro aAoe de edad, una dieeueión que sue padree habían tenido la noche anterior. Mamá m ¡a que manda en mi casa, - decía el ve-ctnlto— íquión manda en tu caen, tu papó o tu ma- “Ml pequeño hijo pmeó apenas un instante y conteetó: "11 que manda en mi caen ee Dtoe." ■in caberlo, el niño había dado una reepueeta de mucho valor Millares de pátinas se eecriben y difunden en ectoa diae ofreciendo toda clase de soluciones para las dificultades hogareñas Pero la verdadera eoludón. aunque a ciertos peicoloeoe lee huela a misUciamo, es Cristo. ® ee el mejor aliado de nueetro hogar. Cuando él reina, tos conflictos no pueden prevalecer Bu presencia da orifen a actitudes serenas y optlmisUs que permiten afrontar con éxito todoe loe eventos, conforme a Críelo no reina en el hogar por el eoto hecho de colgar en la pared un cuadro que asi k> diga, ni por invocaciones formuladas por hábito o superstición. La teoría, la mera afirmación, el culto familiar, la oración y la lectura de la Biblia, no constituyen suficientes evidencias del verdadero reinado de Cristo en el hogar. Ta-lee cocas son neceeariaa, pero para que él eea nueetro mejor aliado ee indispensable reconocerlo como Rey y actuar su safertón tacoadicional a su reinado. Todoe entendemos. sin duda, que mal podría reinar Cristo en el •Presídeate de M Conoenció* Beafisfe de Arpeattno W W*«tor te le Ipieete Bestiste Dietrtto lad. Jtoeerio. hogar M no retnaee plenamente en la vida personal de ew Integrantes. ®n dleeutir este punto quieiéramos. pues, limitarnos a comentar brevemente algunas Implicaciones prácticas del reinado de Cristo en el hrgar. ■itertén pmn üuieime Pteblemne Todo hogar debe afrontar prnblemee: contrariedades, enfermedadss, dlfteultadee financierss, ote. Retas pruebas nos ponen ante reeponmUilidaitoe que neeeea-riamente debemoe afrontar y afectan nueetro estado anímico, porque generalmente caemoe en un peügroeo estado de depresión. W Cristo reina en el hogar, es preciso reconocer que él conoce nuestras tribulacionee. que él lee ha permitido y que él solucionará convenientemente las coeas que noe preocupan. D noe ama y ha prometido tetereeoree en nueetroe problemas. Cuando el eúbdlto de un rey eetá afligido y logra que eu soberano lo atienda y ee preocupe por él, aguardará confiado, con teda serenidad. Descarguemos con fe tedas nuee-trae dificultades en Cristo. Olvidemos nueetras angustias llevándole cada problema. B dijo: Si eetateereis •* mi, V míe pelebrue eetweíerea «n voeotroi, pedid todo lo q»e quietereta, y os eert NecHo" (Juan 15:7). Bin duda alguna, él siempre hará lo mejor. La condición previa ee que él debe reinar. Roootros debemoe estar en él y él en nosotros. Luego, solamente orar. “Pedid todo", tedas las eoluclonee para loe tiempoe de angustia, todo el au-xilio que nueetras pruebas demanden, -y os ht* kecho". Al descargar nuestras tribulaciones en Cristo, las palabras del salmo 33 adquirirán nueva vida: "aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque t* eetorta conmigo'*. Y comprenderemoe que lae sombras existen para que podamos ver las estrellas... 1 il hosai ceirriAMO