,54 LA. VIOLETA. Quiero quesepas que por tí suspira F'l corazón á impulsos del dolor. Tu cruel ausencia ha. lacerado ¡ni alma; Te llamo con alan eii mi delirio; Por tí he perdido la. serena calma Que sin verte mi vida es un martirio. ¿Por que si sahos que te amo tanto No calmas mi dolor con tu presencia? ¿Por qué no vienes ¿i enjugar mi llanto? ¿No ves que sufro con tu larga, ausencia? ¡Qué trisii mon las horas de la. vida. Estand > lejos nuestro ser amado; Sintiendo í-I alma siem])readolorida Sintiendo el corazón despedazado! ¡Cuán tardío es el reloj di- mi ventura! ¡Pasa, t ienipo, veloz!....¿no ves mi lloro? (juif'rovía le, y que amante y con ternura A mi lado repita, ‘‘¡yo te adoro!'’ Yo no quiero pensar que me olvidaste, Que amarte sólo piimso y pit-nso en verte; Mas si ya de tu mente mi* horraste-Quiero hundirme en el s. s. m.—Matilde P. Montoya. Adjuntas á las cartas anteriores recibimos la tarjeta siguiente1: Matilde P. Montoya, Médico-Cii-ajana, de. la Facultad de México, tiene el honor de ofrecerse á las órdenes de I 'd. en el ejercicio de. su ’profesión, espe-eiabnente en. lo relatiro á enfermedades de. Señoras, Niños, y operaciones de partos. México, Setiembre, de 1887. Consultorio: Medinas núni. 18. Habitación: 1 s de la Piht Seca níun. 4. Agradecemos mucho la atención y fineza déla Srita. Montoya. LA PIEDRA ANEGADA. Por Angel A. Montoya. En la rada de Ma.zatlán, hacia el Sur, y á. muy corta distancia, vésc una piedra casi "cubierta por lasagnas del Golfo: llámasela piedra