118 REVISTA EVANGELICA Febrero notas en alguno o algunos de nuestros miembros, que no nos quepa la menor sombra de duda de que ello se debe a que no la lee ni la medita. Hemos de velar igualmente contra las tentaciones de la carne y contra los peligros y seducciones del mundo que nos rodea, asi como también contra las asechanzas del diablo lEfesios. 6'. El ambiente moral en que a los cristianos nos toca vivir es sumamente engañoso y seductor. Y no tanto porque pueda arrastrar al creyente verdadero a groseros pecados, sino porque puede enervarlo y adormecerlo, de modo que se descuide en el cultivo de su vida de creyente, y con ello se detenga en su crecimiento espiritual. Pero hay otra razón no menos poderosa por la cual debemos velar. y es ésta: el inminente regreso del Señor. Los que dedicamos alguna atención al estudio de las profecías y a la marcha de los acontecimientos mundiales, sabemos que no tardará mucho en aparecer el Amado de nuestras almas. No sabemos, es verdad, ni el año, ni el mes, ni la semana, ni el día, ni la hora en que volverá; pero si sabemos que su regreso está cercano; mucho más cercano de lo que nosotros nos liguramos. En efecto, las señales que El nos dejó, por las cuales podríamos deducir aproximadamente su cercanía o lejanía, se cumplen de una manera sorprendente, maravillosa, en rápida sucesión Por lo pronto, la apostasia ha llegado a su auge; la incredulidad cunde de día en día; la tibieza espiritual entre los propios creyentes y la conformación de no pocos de ellos a muchas prácticas mundanas, no obstante decírsenos en Romanos, 12. 2, “que no nos conformemos a este siglo”, se acentúan dia a dia; la corrupción de costumbres y el desenfreno moral. de lo cual tienen buena parte de la culpa las malas lecturas y el cinematógrafo, aumentan de una manera alarmante; la probidad, la veracidad, la rectitud y la sinceridad van perdiendo terreno a medida que el tiempo transcurre. Y esto no somos nosotros los únicos en reconocerlo; eminentes pensadores nacionales y extranjeros, lo admiten y confiesan paladinamente. Podriamos citar nombres, si fuera menester. Luego tenemos la angustia o congoja de las gentes o naciones, causada por el malestar social y económico existente en todo el mundo, (Lucas 211; las múltiples y repetidas calamidades producidas en todo el orbe, como es del dominio público; como son los terremotos, los intensos fríos, las grandes y prolongadas sequías, como verbigracia, la reciente de los Estados Unidos de Norte América, que ha adquirido proporciones pavorosas; las guerras y los rumores de guerras, lo que crea un estado de inquietud y zozobra universal (Mateo, 24); la ciencia que se multiplica asombrosamente hasta el punto de que ya hemos perdido la cuenta de los portentosos descubrimientos e invenciones que en los múltiples dominios de la misma se han realizado (D.iniel, 12: 4); la partida de numerosas familias israelitas para la Palestina, donde hay ya 500.000 judíos (Lucas, 21:24); y, finalmente, venus el