DE LA RELIGION. 231 de y segura que en él debemos tener. v< Bajo de esta creencia nos debemos entregar á la práctica de la virtud, no con el fin de complacernos á nosotros mismos, porque de Dios recibimos el querer y el obrar, ni con el fin de agradar á los hombres, sino únicamente con el fin de dar gloria á nuestro Padre Dios quq está en los cielos. 31. —El mismo Jesucristo nos aseguró que por í^bserv.ancia de los mandamientos, que por nuestro amor y piedad háéiajDios, que por la caridad para con nuestros prójimos y por el ayuno .y 'mortificación de nosotros mismos, mereceríamos la vida eterna: ¿haremos mal si así lo creemos? ¿haremos mal si así lo practicamos? No entendemos que sin la gracia podamos hacer obras que merezcan cosa alguna: lo que creemos es que Dios premiará las obras que estando ya nosotros purificados por su, gracia, hagamos con su ausilio. . 32. —Creemos ademas que estas obras que así hacemos, son obras nuestras y que por ellas-merecemos la vida eterna, no porque entendamos que ó por las fuerzas naturales ó por la doctrina de la ley las podamos hacer y merecer por ellas, sino porque nosotros las hacemos con el ausilio do la gracia; de manera que estas, obras son todas de Dios, porque sin su gracia no las haríamos, y son también todas nuestras porque de hecho las hicimos con la gracia, y esto es lo que dice el Concilio en el canon 32 de dicha sesión 6.a, V no lo que le atribuye el cuaderno, como lo conocerá cualquiera que no quiera engañarse ni engañar á otros. Lea vd. y medite esta dicha sesión 6.a de justijicatione, y sacará vd. cuanta doctrina ha menester para bien suyo y de los fieles, como lo desea á vd. quien en Dios lo ama.—-Lázaro,. Obispo de Sonora. ( Concluirá?) ' ■ REPRESENTACION Q,xie el ilustre Ayxmtamieiitio.de Toluca, sus -vecinos y algimos otros del partido, elevan al solieranO congreso de la Union, contra la tolerancia religiosa en la República. Señor.—Los que suscribimos, hijos de un pais libre, pero católico, celosos por consiguiente de que permanezca intacta nuestra adorada Religion, cuando vemos levantarse un torbellino que amenaza nuestra ecsistencia religiosa no podemos menos que elevar nuestra débil voz á la augusta representaron nacional, para que sofoque en tiempo oportuno el progreso de ideas sobre tolerancia religiosa, que desgraciadamente.ha aparecido en la República mexicana, para colmo de su desventura. Cuando nos dirigimos á V. Sob., no es ciertamente con el objeto de presentarle un discurso, que bajó principios sólidos, y embellecido con los adornos de la elocuencia, produzca en todos los miembros de las augustas "cámaras un convencimiento de la desgracia que