. Modas Infantiles . Primorosas gomias de med:2 estación. o< T' i Precioso vestido de niña.^ F & * - LA ELEGANCIA DE LOS PEQUEÑOS. Nada hay niásrinteresante, para nosotras,', que los nmos. Nirttuna muje^Texiste, ya sea joven o vieja, casadaviuda, soltera por gusto o por—disgusto, y muchas hay, por desgracia para ellas, de estas últimas, que no ¿sienta, en presencia de los niños, un .vrro anheló por abra-' zarlolí,- por tenerlos sobre las rodillas, por sentir bago el calor de sus besos la suavidad «de la piel infantil que és blanda y7 Suave como el terciopelo. Es 1 claro, que por* lí(t mismo que son delicadeza y bofidatl, por lo mismo que són sencillos e ingenuos, se adaptan más hienda nosotras y sien ten más viva su ¿ simpatía por nosotras1 que por el masculino recio, brusco e incapaz de las? percepciones sutiles y. exquisitas del sentimiento, que constituyen nuestra* idiosincrasia particular. Sin- embargo, -.frente a un niño alegre y risueño que lleva en la redonda carita sonrosada-el tesoro de su inocencia, que deja; ¿capar por entre la grana de sus laBios la" pintoresca jerga de sus balbuceos, de sus graciosísimos contarseritidos y de sus pregirntas indiscretas y muy comprometedoras a veces, ercarácter más inflexible se torna dú¿til y condescen-¿S diente y la más grahclé seriedad tiene que rendirse a discreción. Los niños dominan con el dominio deseable del amor,- con la fuerza invencible de su debilidad y de su gracia candorosa. Preocuparnos de ellos, procurarles todas'•las satisfactcón^s posibles en pago siquiera de las muchas que ellos nos proporcionan, debe* ser para nosotras . una obligación de las más sagradas de nuestra vida. ¡Y habíamos dé venir a parar a la "Moda! ¿Pero qué alegría más grande pata un diño que la que le produce el estreno de sus ropitas y de sus zapatitos, ni . qué • impresión pueden recibir mas duradera ni más grata? ¿No habéis vist