PAGINA DE|. MINISTERIO DE L* PAZ DEL COBAZON ®I PAZ os dejo, mj paz os doy/* dice el Señor. En tanto que al 1 mundo sirvieres, siempre vivirás en contienda. El amor a las cesas terrenales es liga a las plenas espirituales. Los amadores del mundo viven ejn continuo tormento. Rueda es el mundo que siempre da vueltas, yyiolviendo mata a sus amadores, j Los mundanos nunca alcanzarán la paz del orarán. Ama a Dios, y tendrás vida. Niégate a tí mismp y alcanzarás la verdadera paz. ¿Quién alcanza laj verdadera paz? El que es humilde y manso de corazón. Limpia tu corazón de toda malicia, y tendrás la verdadera paz. Apártate de las cosas que te distraen, porque no hallarás en ellas holganza si no vuelves a tu corazón, y buscares a Dios, y le amares sobre todas las cosas. No hay verdadera paz sino en Dios y en el hombre virtuoso, que hace todas las cosas por Dios, a quien ama. Está en silencio, y sufre un poco por amor de Dios, y El te librará de toda carga e inquietud. La buena conciencia da confianza para con Dios en la tribulación y en la muerte; pero la- mala conciencia siempre anda con temor y tiene consigo contienda. El airado presto cae de un mal en otro. El sufrido y manso del enemigo hace amigo: y halla a Dios propicio, por la piedad que tiene con el que peca. El que desea tener paz debe morar en Sión, donde está la pacífica Jerusalem. Si tuvieres a Dios contigo, tendrá la paz que cantaba Semeón haber alcanzado, cuando tenía á Jesucristo en sus brazos. El sólo da la paz, la cual, según él mismo dice, no puede dar el mundo. Aprende a vencerte en todas las cosas, y el Señor te dará esa paz interior. Corta tus desordenados apetitos, quita de tí los vanos deseos, laza fuera la codicia de este mundo, y vivirás pacífico y contento. Ninguno te podrá turbar, ninguna cosa te dará pena, gozarás de la suavidad del espíritu, y tendrás paraíso en la misma tierra. ‘'Ninguna cosa puede acontecer al justo, dice el sabio, que le de turbación." Tus propias pasiones son las que te hacen la guerra, y teniendo los enemigos dentro en tu casa, te quejas de los de afuera. Gran Señor, es quien manda a si mismo. Este es el gran señorío de nuestra voluntad, que tiene mayor poder que los reyes y emperadores del mundo, los cuales no pueden hacer amigos de sus enemigos, como nuestra voluntad queriendo puede tener por amigos los que primero eran sus enemigos. La Causa por que te dan pena las injurias, adversidades u otras tribulaciones, es por que las aborreces. Amolda tu alma en Jesucristo, sé amigo de su cruz y pasión, entrégate completamente a El, ama lo que El amó, y verás cuanta dulzura y suavidad hallarás en las cosas que ahora tiene por desabridas. Entra dentro de tí mismo y mente a cuchillo todas tus pasiones y deseos del mundo, y nunca tendrás queja de nadie. Y si algún agravio tienes, vuelve contra tí, y véngate de esos tus enemigos dentro, que son los que te desconsuelan, y no te quejes de los de afuera, pues ningún perjuicio te pueden hacer si tú no quieres. Como la polilla na cida en el paño destruye al mismo paño, y el gusano roe el madero donde se crió, así osos agravios que tanto roen tu corazón, de la propia concupiscencia nacen, y en tí se criaron y te cortan la vida, y como vívoras rompen las entrañas de la madre donde fueron engendrados. |Oh, cuan pacífico vivirías si fueses verdaderamente mortificado y dejases estas cosas de fueral* En tanto que anduvieres distraído por las cosas de este siglo, no tendrás reposo en tu corazón. Andará tu vida concertada, cuando morares contigo mismo. El que está en todo lugar, no está en parte alguna. Los peregrinos tienen muchas posadas y ningunas amistades. Si te quitares de la preocupaciones exteriores, gozarás de la verdadera paz. ¿Qué aprovechan todos los negocios temporales, cuando viniere Dios a examinar tu conciencia? ¿Quieres tener quietud interior? no te derrames de fuera. No cuidas del Reino de Dios que está dentro z de tí, cuando te diviertes con estas vanidades de fuera. Todas estas cosas nos serán menos molestas, cuanto más trabajemos por ser dentro de nosotros más pacíficos. No mora el Espíritu Santo sino en el corazón pacífico, según aquéllo que está escrito en el salmo: "Y en Salem (paz) está su tabernáculo, y su habitación en Sión." Acusa al pecador el pecado de su mala conciencia, pero el que tiene conciencia segura gozará de la paz verdadera del corazón. Vuelve a las cosas interiores y entra en el secreto de tu corazón, porque si en lo interior no hay paz, no te irá bien por más que la busques en las criaturas. Si tuvieres paz contigo, no te hará daño la malicia ajena. Verdadera es la sentencia que dice que ninguno es ofendido sino de sí mismo. Ei mayor enemigo que tienes eres tú mismo. El sabio no recibe injuria aunque otro se la quiera hacer. Todo tu bien consiste en la vida interior, la cual no roba quien quita la libertad, honras o riquezas. Las persecuciones no solo no dañas, más antes dan materia de merecimiento. Pues la gloria del cristiano es la paz de Jesucristo, abrázate a la cruz del Señor, y ninguno te podrá turbar ni dar pena; antes alcanzarás del verdadero reposo del espíritu, y vivirás pacífico y contento. HACER Y ENSEÑAR "Mas cualquiera que hiciere y enseñare, este ser llamado grande en el reino de los cielos," (Mat. V:19b.) dice el Señor. Primero trató de las obras diciendo el que hiciere, y después habló de la doctrina cuando dijo y enseñare: porque más se ha de esmerar el que enseña virtudes en el ejercicio y obras de éllas, que en predicar muy altos y elocuentes sermones. Maldijo Cristo a la higuera que no tenía fruta, y echará a ti su maldición si tienes solo hojas de palabras, y careces de la fruta de las buenas obras. Los dos discípulos que iban a Emaús no conocieron al Señor cuando iban por el camino hablando de la ley de Dios, aunque iba con éllos; pero supieron quien era, poniendo por obra lo que la ley mandaba, haciendo caridad, y convidando a comer al peregrino desconocido. Dios favorece más las buenas obras de sus predicadores que sus palabras. Los discípulos de Cristo tenían doctrina y eran fervientes en buena vida: y así convirtieron al mundo. Las letras que estaban en el recional del sacerdote eran doctrina y verdad: porque Dios quiere que acompañe a lo que enseñas la verdad de la buena vida. —Diego de Estrella Página 4 I -I TUESDAY, MAY 4 2004