Con mi padre no se jugaba; naa sola vez decía las cosas; nunca repetía sos mandatos. ¡Ah, Dios mió! (Qué tentación aquella! De día. de noche, a todas horas me perseguía. En vano quería yo pensar en otra cosa. Aquel deseo iba creciendo, creciendo, dominándome, subyugándome. Asi debe suceder a esos hombres que de abismo en abismo van a dar al crimen. —¿Y por qué no?—pensé,—¡A la obra! Busqué un cesto grande, el mayor qne habia en la casa, y corrí hacia el gallinero. Eran las diez de la mañana. Los gallos escarbaban en la tierra floja, buscando alimañas; las gallinas se bañaban en el poho; "otras estaban echadas, poniendo, y la copetona cacareaba alegremente a pico abierto: Pos.... pos.... pos posporeso! La chachalaquita, al verme, huyó y fi:é a refugiarse en el útümo rin..... cón del corral-----Allá fui yo con .... el cesto en alto---Si, sin duda, lle- gar y atraparla seria cosa de un minuto— No fué asi. Al acercarme corrió al otro extremo del patio, saltó sobre unas matas, dio un brinco, consiguió escapar. —¿Te burlas "de mi ?—murmuré.— ¡ Ya lo verás! Y empezó el ataque. La avecilla. " azorada, iba de aquí para allá, sin detenerse un instante. Las gallinas' espantadas, volaban, o se agrupaban medrosas a la puerta del patio. Yo. en campo abierto jadeante, rojo, quemado por el sol, redoblando el brio, seguía en pos del animalito, el cual cansado, rendido, cuando yo daba tregua a mi precaución, recobraba fuerza, y luego escapaba victorioso. Aquello era un vértigo----Por fin, en mo mentos en que él animal se detuvo I lawé í1 ccsto y—- ¡Chás! ¡Presa* Me detuve a gozar de mi triunfo. Cuando yo me incliné, doblando una rodilla, para c-cnar mano a mi cautiva, oí la voz de mr padre, severa y reprensiva: —i Rodolfo! Estaba a la puerta del corral. Todo lo había visto. De pronto quede sm movimiento. Me repuse y huí por la bodega. Desde allí, mientras mi padre iba a libertar a la prisionera, pude ver con espanto que mi chachalaquita, laxo el cuello, se agitaba moribunda____ IV. Mi padre no chistó. A la hora de comer, al servirme el primer pitillo, llamó al criado, y en voz baja le dijo algo que no pude oir. Estaba yo avergonzado y trémulo, con los ojos Henos de lagrimas; me latía el corazón como si fuera a salírseme dd pecho; era yo un criminal que merecía la horca. Andrés volvió, trayendo una fuente cubierta con una servilleta. Entonces mi padre, como nunca seve ro, dejó su asiento y vino a colocarse a mi lado. —Rodolfo....______ No me atreví a levantar los ojos ni a responder. Rodolfo,—repitió con dureza hasta entonces desconocida en él,—descubre esa fuente! Obedecí temblando—.y ¡Dios santo! allí estaba el cadáver, con el pico abierto, destilando sangre.... De codos en la mesa, oculté el rostro entre las manos, sentí que me ahogaba y me eché a llorar. Ernesto y Niní lloraban también. , Papá y mamá comían silenciosos, y, sin duda, apenados y tristes____ Esta es la historia, amigo mío. Cuando la recuerdo, y la recuerdo todos los días, y siempre con dolor y remordimientos crueles, me pregunto: . —¿Qué sentirá el aseino cuando ie ponen delante de su víctima? RAFAEL DELGADO. C. de la R. Academia Española, ________ _________ . . NOTAS MUNDIALES . . Un Discurso de M. Stephen Pichón Nos es grato publicar uno de los más aplaudidos pasajes del discurso pronunciado por Monsieur Stephen, antiguo Ministro de Negocios Extranjeros de Francia, en la fiesta celebrada en el “Trocadero,” en París, en el aniversario de la batalla de Solferino en 1859. en que combatieron unidos franceses c italianos: ..................................... “No son únicamente los lazos de consanguinidad los que nos reuneii, sino una concepción idéntica de los derechos y de los deberes de los pueblos libres; un mismo menosprecio de la tiranía un mismo horror hacia los procedimientos con los cuales una raza enloquecida por el orgullo, pretende imponer su omnipotencia; un mismo afecto hacia compatriotas avasallados, que reivindican indomablemente la patria perdida; una misma fé en las ideas, qr.e son. para las naciones como para los hombres, la justificación de la vida; una misma conciencia de los interess cuya defensa precisa, bajo pena de retrogradar y. de perecer. Por terrible que sea, la guerra no es más que un episodio que pasará en la historia de la Francia y de la Italia. Lo que es durable, lo que prevalecerá, es la comunidad de sus necesidades, jtnlo con el parentesco de su origen. Cuando los pueblos germánicos hayan sido reducidos a la impotencia y cuando la Europa se haya reformado - según el principio de las nacionalidades, nuevos motivos de inteligencia fraternal habrán nacido entre los dos países, cuyos intereses en ninguna parte se chocan, cuyas instituciones son líbrales, cuyas aspira________________ _________ ________ ciones son pacíficas y cuya prosperidad reciproca será para el uno y para la otra garantía de grandeza y de seguridad. *■ El que ellos han concluido en 1915, no es un pacto de familia (ya se sabe cuán funestos resultados traen para los pueblos tratados semejantes): es un acuerdo que reposa sobre las más nobles preocupaciones y se inspira de sacrificio por la más santa de las causas—la del derecho, de la justicia y la libertad—y que al propio tiempo mira por el desarrollo mutuo y solidario de las fuerzas de que los contratantes disponen para su potencia y para el porvenir de su expansión.” ;....... ................................. XXX Dice “Le Figaro," de París, que el Principe de Bülow. ex-Canciller alemán y últimamente Embajador en Italia hasta la ruptura de la Triple Alianza, qstá actualmente corrigiendo las pruebas de un libro en el cual explica y excusa el fracaso, de su diplomacia en Italia. En este libro, el Principe declara que el mal resultado de su misión debe atribuirse al actual Canciller Imperial, Dr. von Bethmann-Hollweg, y a la política que siguió Austria. Prepárense los lectores para cuando la paz llegue. Austria va a ser grandemente culpada por los Hunos, co-mo ya hoy lo es por los otros. ' X X X x x x , ¡El abate Thibault, “aumónier” militar. acaba de ser dccjirailolEn un pue blecito de la Champagne, y en presencia de gran número de tropas, el General Comandante del Cuerpo de Ejército, le ha entregado las insignias de la Legión de Honor. Todos los soldados, todos los habitantes de la región de «Cambrai conocen al abate Thibaiilt. Es muy joven todavía, de fisonomía drice al par que enérgica su actiud discreta y casi tímida solamente la a’tera el ruido de la metralla o el estrago del obús. Siempre en la brecha y siempre estimulando el celo de los soldados, se le ha visto en todos los campos de batal’a: ya en Bélgica, ya en el Ais-ne, ya en Argonne, yendo en bicicleta de un lado para el otro, sin cuidarse de los proyectiles que llueven en torno suyo, llevando a los moribundos el último consuelo y levantando el ánimo de los combatientes con su palabra varonil y al par llena de unción. Adorado por los saldados, estimatln por sus jefes, todo el mundo ha aplaudido tan merecida .recompensa. En el momento de imponerla, el Geneial en Jefe dijo: “Cualesquiera que sean las opiniones que se profesen, hay que convenir en que en esta guerra el clero ha hecho su deber, ¡todo deber!" _____________________ ________________________________________