RCO lb'UTU NDHYIDUaU /T IENTRAS. ! fe k: J - El pequeño barco Norge, en el cual el capitán Folgero Ki%o un viaje de 15,444 millas, que duró dos años. FoLgero salió de Bergen, Noruega, en 1930, y acaba de llegar a Chicago, lUinois. El capitán hizo el recorrido por todos los mares del mundo, acompañado de su esposa y de su hijo. (Acme Photo). que atañe a los progresos de la marina mercante. “Los poderosas empresas navieras a-nuncian la construcción de nuevos y poderosos trasatlánticos; pero los nuevos trasatlánticos, aun cuando se llegue a realizar la gigantesca idea de un marino holandés que predijo la construcción de los buques-ciudades, no llegarán a ser la aspiración ideal". EL HOMBRE QUIERE GUIARSE SOLO El capitán Grange continúa diciendo que si la aviación ha conquistado tantos triunfos y está llamada a conquistar mayores cuando existan aparatos más seguros y cuando las rutas puedan ser trazadas con más facilidad, se debe no tanto a la velocidad que logran desarrollar, sino a que son aparatos que puede manejar un solo hombre. Asegura Grange que éste ha sido también el triunfo del automóvil y de la mayor parte de loe inventos del siglo XX. “El mundo está cansado de que lo guíen; el hombre quiere viajar sin necesidad de someterse a las rutas señaladas por una empresa", dice el notable marino. Si el número de personas que viajan en automóvil por los países Europeos y los Estados Unidos, ha aumentado notablemente en los últimos años, no se debe a que sea más rápido que el viajar en tren, sino al hecho de que se viaja por los caminos que se desea, se hacen tantas paradas como se quiere y se camina en el momento que el interesado lo desea. “Esta es la ventaja del automovilismo—sostiene Grange—como será la ventaja de la navegación marítima cuando la.; empresas navieras en lugar de construir grandes trasatlánticos, fabri quen el barco ideal para un individuo o para una familia". QUIERE UN FORD DE IX)S BARCOS Lo que el mundo espera impaciente, según el capitán, es la aparición de un Henry Ford que construya barcos pequeños, económicos y seguros. “Cuando por dos o tres mil dólares podamos conseguir una embarcación con la cual podamos cruzar el Atlántico, el problema de la comunicación trasatlántica quedará resuelto. El hombre sentirá entonces que puede caminar sobre el Océano". Cree Grange que si llegaran a fabricarse barcos del tipo que propone no habría quien no tuviera su automóvil y su embarcación. Predice para entonces la construcción de islas artificiales lo mismo en el Atlántico que en el Pacífico, que servirían tanto para los pequeños barcos familiares o individuales, como para los aviones. Los grandes trasatlánticos solamente quedarían destinados para transportar carga, o bien se le reservaría el mismo fin que los trenes: convertirse en palacios para quienes buscaran un placer a bordo como si so tratara de una ciudad desconocida. El capitán Folgero, quien recientemente llevó a cabo la travesía del A-tlántico en el pequeño barco Roald Amundsen, cree también en la posibilidad de que el futuro reclame la construcción de embarcaciones en las que un solo individuo, o bien una familia puedan viajar a través del Atlántico. Folgero hizo un * de más de quince mil millas en su Roald Amundsen, equipado con vela y con un motor de diez caballos de fuerza, que duró más dé dos años. El capitán noruego, acompañado de bu esposa y de una hija, hizo un víale lleno de felicidad y al desembarcar e< Chicago, anunció que estaba dispuesto a regresar por la misma ruta hasta la» costas noruegas a bordo de la misma embarcación. UN BUQUE INSUMERGIBLE Grange sostiene que lo principal per ra que se llegue a realizar su idea, ee la construcción de. tipos de barcos