El Beso Por Jesús E. Valenzuela. A Rosendo Pineda. Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando. Calderón de la Barca. Un oso y un tigre resguardan mi lecho; un tápalo chino, colgado del techo, esparce sus rosas en gayo dosel; mis libros a un lado (mis viejos amigos de dichas y duelos perennes testigos) y al otro un espejo tallado en bisel Dos monstruos marinos, cnorriies figuras de faunas extintas, cuyas dentaduras mascan la penumbra con ira brutal, retorciendo airados sus biformes colas en los toques rojos de las largas olas aur:candcscentes de un biombo oriental. Enfrente la mesa de ¡cónico estilo, en ella un Aquiles, la Vends de Milo y un cofre pequeño con cartas de amor— y de amor!_____de memorias de tiempos pasados— con flores marchitas, listones chafados, todo sm perfume, todo sin color-------- Exornan el plano vecino del muro, sepias, acuarelas, el perfil obscuro de un sátiro joven y un rojo tapiz, donde medievales artistas arcanos milagros tejieron —yo adoro las manos— de luces y sombras, en raro matiz. Sobre la una mano, fermosa doncella sostiene una ave que espónjase en ella, abiertas las alas queriendo volar; con la otra, toma las áureas semillas que una dama ofrece, puesta de rodillas, en extraña copa de espuma de mar. Por el rojo campo, árboles y arbustos; y alzando las manos, erguidas los bustos, un fiel unicornio y un bravo león; figuras egregias, solemnes y solas. sosteniendo lanzas cuyas banderolas destienden al viento su ilustre guión. En el fondo, hojas, p'antas regionales, una po'icromia de juegos florales, y en gótico aspecto gallardo lebrel; todo reviviendo por medios colores, los tiempos heroicos de altivos señores, de duras tizonas y blando rondel. La blanca princesa----es un princesa, como que entreabre sus labios de fresa cyando estoy a solas en #ni habitación; y le entono versos, y le cuento historias de amores arcaicos y arcaicas victorias, trovador secreto de la tradición. Yo sé que me ama. Sus ojos a veces en las altas horas me pagan a creces mis tiernas miradas, mirándome a nú. Le dije una noche: Princesa: te adoro; y escuché muy claro su acento de oro diciendo muy quedo: también te amo a tí. Temblaron las flores de seda en el techo, rugieron las pieles que guardan mi lecho, oi como un eco de estrofa nupcial; y rápido, entonces, saltando a la mesa, diciendo: Princesa, mi blanca Princesa, besé de rodillas su blanco brial. ¡Oh-efímeros sueños!-----Un sueño es la vida. Yo vi a mi princesa, princesa querida, juntar a mis labios sus fainos de miel; y bajo su beso —quimera de amores— revivos los tiempos de altivos señores, de duras tizonas y blando rondel. ¿Quién puede arrancarme mi efímero sueño? Yo soy de mis sueños el único dueño; verdad o mentira, yo he sido feliz--- Y ha puesto en mis labios sus labios di fresa, temblando de amores, mi blanca princesa, la blanca princesa del rojo tapiz.