EL ESTADO DE COAHUILA.
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VARIEDADES.
ANTITESIS.
(Soneto de JzXCQues Normand.)
A mí amiíjov Ernesto Mourqnet.
En el recogimiento de aquesta noche estiva, Contemplo el viejo valle que hacia el confin distante, Y entre muros de hiedra, se alarga deslumbrante Como teatro de magia, que la atención cautiva.
Decoración artística, la bella perspectiva Parece, preparada por un pintor gigante Para una extraña fiesta . La luna fulgurante Semeja un sol de plata, que reverbera arriba.
Un canto de taberna turbó la agreste calma De súbito, y el éxtasis interrumpió de mi alma Que altiva y contristada, rabiosa se subleva:
Y ante tan vilipendo sufrido por Natura, Comprendo cuán indigna la terrenal creatv.ra Es del paisaje en donde Dios hace que se mueva!....
Carlos Fernández Blanco.
Monclova, Setiembre de 1905.
Berta, 57- XuVLisa,.
Para C. Junco di la Vega.
Capullos, queen el jardín dieran celos á un rosal: puras, como el manantial, blondas, como querubín.
•pr iores son de aquel jazmín r^íe sembró mano real
'para Sultana ideal en granadino Albaicín!
Son, como Aurora Boreal que tiñe de oro y carmín el espacio sideral;
y flores son del jazmín que sembró mano real en granadino Albaicín
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Soy como el trovador de la leyenda que á los tibios reflejos rfe la Aurora, a la mujer bellísima que adora canta en el mandolin su dulce ofrenda.
Avezado á luchar en ¡a contienda, esgrimo, con mi mano vencedora, una espada terrible y vengadora que castiga, implacable, á quien ofenda.
Mujer de fijodidgo, rüin pastora, noble joy por linaje y por hacienda y es mi brazo viril de quien lo implora;
.que soy el trovador de la leyenda, el que al tibio reflejo do la Aurora canta en el mandolíni su dulce ofrenda!
Carlos F. Pasalagua.
Julio de 1904.
EL PARTHENON.
Oh, Parthenon de Athena» soburano, 8a perdió tu gigante poderlo En bu nocla- del tiempo, como el río En Ine turbia* agua» del Océano.
Para el lugar en que to erguiste ufano Y para cada oacornbro mudo y Trío, Mi lira amia buscando «'I atavío D(d eoberbio cantar Atnoricano.
Mmnoto cncontrarí. que amarga* pena* Le cmiMau al prew nte tu* de*p<floe, Qué -TU* ayer? el Parthonon d- Athonae; Qué ere* hoy? una lombra unte loe ojo*: Con ver en tierra tu* labrada* cima* 80 hiela el peneatuiento entro lúe rima*.
Enrique de la Fuente.
tes ó apóstoles, provisto por lo gene-। ral de asombrosa verba, predicaban I sus doctrinas hasta en los puntos más I recónditos del planeta, haciendo na-; cer en las turbas la noción de la divi-: nidad y el amor al culto.
Los misioneros y los apóstoles se esparcieron por todo el haz de la tierra, y el fanatismo impulsaba tan ardientemente á los propagandistas, que allí donde la elocueucia era impotente para la persuación, se acudía á la fuer za bruta para imponer las doctrinas, y se lanzaban á la conquista de las conciencias, esgrimiendo los alfanje- 6 las espadas, ¡as legiones musulmanas ó las huestes de las cruzadas. La historia de las guerras y revoluciones re ligiosas, es maravillosameute extensa; pero sin embargo, debemos reconocer, que lograron más los predicadores y misioneros, que los hombres de guerra.
La historia antigua de México, por ejemplo, está salpicada de episodios que nos demuestran, que más conversiones,-aunque fueran aparentes,-hicieron por medio del amor y de la palabra, los Motolinias y los Casas, que los sanguinarios conquistadores á fuerza de hierro y fuego.
Así, pues, creemos que la portentosa propagación de las religiones, más grande que cualquiera de ¡os conocimientos humanos, se debe principalmente á la obstinada labor de los predicadores.
Los altos dignatarios de todas las
LO QUE PUEDE HACER
Puede decir '‘uo1’ en cierto tono de voz que quiera decir •‘sí.”
Ella puede hacer en un minuto más que un hombre eu una hora y de mejor manera.
Seis mujeres pueden hablar á un mismo tiempo j entenderse perfectamente, mientras que no pueden hacer lo mismo dos hombres.
Ella puede prenderse cincuenta alfileres en el vestido, aunque tenga enterrado uno on la yema del dedo.
Ella puede bailar toda una noche llevando un par de zapatillas dos números menos de su medida y gozar en cada minuto de ese tiempo.
Ella puede llegar á una conclusión sin necesidad de razonamiento, y oun hombre no atina á resolver sin pensar.
Ella puede pasear toda una noche á un “bebé" que llora de cólico, sin expresar el deseo de tirarle por la ventana.
Ella se siente fresca como un pepino, metida en un corsé, y el hombre I se muere de calor con sólo el chaleco. I Ella puede hablar con más dulzura que la miel á una mujer que ódie, mientras dos hombres que se aborrecen, se van á las manos antes de cambiarse cinco palabras.
Ella puede ir á la iglesia y deciros después cómo estaban vestidas todas las mujeres y referiros al mismo tiempo el texto del sermón.
Ella puede, en fin, amansar á un hombre rab oso, con solo tocarle suavemente la barba, y no hay hombre que pueda dominarle ni con un látigo.
religiones, que por lo general conocen las interioridades del espíritu humano y sus fibras más sensibles, comprenden á maravilla los prolíficos resultados de la propaganda, y esparcen por todo el mundo nutridos ejércitos de predicadores y misioneros.
No nos detendremos á señalar los trabajos de esta naturaleza emprendidos por todos los pueblos; desde las edades más remotas,-principalmente éntrelos orientales,-pero es un hecho que salta á la vista, que mientra^iodas las sociedades, comprendienlfodesde las más imperfectas, hasta las más cultas,-practican y entienden, aunque sea á medias, una religión cualquiera, el número de analfabetas es tan enorme, que hay pueblos enteros que no conocen ni una sola letra, y sin embargo, tienen una religión íyut- les han enseñado.
¡Qué portentosamente fecunda hubiera sido la labor de tantos miles y miles de misioneros, que han destilado constan temen te á través de los siglos, si, en lugar de propagar religiones, muchas de ellas absurdas, hubieran, propagado el abecedario.' Que supiera leer toda la humanidad; qué espectáculo tan prodigioso sería! Si la humanidati pensara, y entonces cambiaría el destino del hombre. Entonces quizá, las guerras no asolarían á los pueblos, y las armas se guardarían en los escaparates de los Muscos, como una memoria de las edades bárbaras.
Urge, pues, propagar la civilización y uno de los más eficaces modos de propaganda es por medio de conferencias.
Los griegos que llegaron á un grado do cultura que todavía nos asombra, comprendieron perfectamente la influencia de este sistema, y por eso establecieron los teatros al aire libre, recorrieron sus rápsodae las islas todas del archipiélago y los poetas y los filósofos peroraban un las calles y plazas, ó agrupaban á sus dicípulos en los jardines «le Aciuleino.
Y ul pueblo helénico; íué el uiássu bio y el mó* urtistu.
Comprobada pues, cómo está la influencia civilizadora da las conferencias públicas, y ya quo el nuevo Ministro de Instrucción Pública se manifiesta entusiasta por implantar toda invocación que tienda á ilustrar á las 1 masas, bueno sería que ayudara A la realización de la idea expuesta en un interesante estudio dol conocido escritor Juan Sánchez Azcona, y que ini-
Necesidades intelectuales.
Profesores ambulantes. CONFERENCÍAS publicas.
Aunque es cuestión muy discutida ol origen y desarrollo de las religiones, que *0 han propagado en todos los pueblos y en todas las edades, con mayor rapidez, y preponderancia que cualquier otro «le los conocimieutos humanos, y los filósofos y sociólogos uo lian pronunciado la itltima palabra sobre esto asunto, nos inclinamos á creer, que más que ni temor innato del hombro ante lo desconocido, y la necosi'lad ingente que le atribuyen, do rendir culto á una divinidad cualquiera, las religiones deben de haberse esparcido tan prolítlcamente, gracias á que en todas ellas, sus sacerdo-
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cia la organización de conferencias públicas. Estas conferencias, por su carácter popular y hechas al aire libro, serían de incalculable transcendencia.
La utilidad é importancia de estas i conferencias es tan enorme, que ha merecido especial atención de los mismos pedagogos. ———- —-
Hace tiempo, en el Estado de México, y á iniciativa del Sr. General Vi liada, se estableció también por primera vez el ramo “de Profesores Ambulantes.” Los maestros, pues, tenían la exclusiva misión de recorrer los pueblos más insignificantes y remotos, los más inaccesibles de las montañas, y de propagar la civilización donde existiera un analfabeto.
La acción civilizadora, se hizo sentir entonces por todas partes.
Ojalá (jue en México se establecieran estas conferencias públicas, y que el cuerpo de Profesores Ambulantes se ramificara por todo el país.
Sobre todo, los indios, han menester tanto de la enseñanza'.
La civilización, más que las religiones. necesitan de misioneros y apóstoles. Los pueblos tienen ya en el es-pÍTitu, inculcadas las creencias; necesitan ahora aprenderá leer.
LA REELECCION
---DEL----
Lit. tiíllEMS.
Lo que signijica para el progredista tetado de Coahuila que el actual Gobernante siga rigiendo míe destinos e»» el prbxvmo período constitucional.
(Del “Monterrey News/’)
La democracia nacional está de plácemes. <
Acaba de registrarse en los anales electorales, un acontecimiento elocuente en apoyo de la aseveración anterior.
Nuestro vecino Estado de Coahuila fué teatro del ejercicio legal de los comicios, con todos los caracteres de la libertad dentro del orden constitucional; sin que las pasiones populares se desborda-