EL ECO
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Poesías de Havidad del <Rev. J. 11. de los Santos
LA ESTRELLA.
María-
Una vez brotó del cielo Una estrella luminosa Que los hombres en el suelo La creyeron misteriosa. Victoria-
El asunto no es muy serio Fijando bien las razones, Y yo no encuentro misterio, Porque en el cielo hay millones.
Millones que no se miran Si no es con el telescopio. Aunque todas ellas giran Cada cual en lugar propio. María-
¿Telescopio? ¡Qué curioso! ¿Qué es? Di sin querellas. Victoria-
Es un lente poderoso Para mirar las estrellas.
Y como te iba diciendo, Esa estrella no me inquieta, A no ser que fuera viendo Algún inmenso cometa.
Pero un Cometa no es raro, Aunque hay de varios tamaños Que regresan al amparo Del tiempo en cincuenta años. Maria-
Victoria, calla la boca, ¡No me turbes la memoria! ¡Ya casi me vuelves loca! Deja seguir con la historia.
Esa estrella refulgente
Que alumbró montes y lagos, Es la Estrella del Oriente Que dirijía a los Magos.
Victoria-
Los magos son hombres sabios Que estudian la ciencia oculta, Los que vengan los agravios De gente que les insulta.
Hacen miles de diabluras, Tienen ojos de cambujos, Te presentan mil figuras
Y	algunos les llaman brujos.
María-
¿Cambujos? ¡Qué desatino! ¿Qué es eso? ¡Son ignorados! Victoria-
Gente encartada de Chino Con ojos atravesados.
María-
No, Victoria, no atropelles, Debes ser muy reverente;
Esos magos eran Reyes Que venían del Oriente.
Victoria-
¿De qué Potencia venían
De Egipto, Persia o Moravia?
María-
Esos hombres residían
En la región de la Arabia.
Llenos de inmenso cariño
Tenían puesta su idea
De buscar y hallar al Niño Jesús que nació en Judea.
Los tres traían sus prendas Para ofrecer su tesoro
Y	le dieron sus ofrendas De incienso, de mirra y oro.
Porque vino desde el cielo
A este mundo malvado Para darnos el consuelo
Y	lavar nuestro pecado.
Victoria-
Entonces las dos debemos Ir a su cuna con calma
Y	allí le tributaremos
Los dones de-muestra alma.
Coree de Angeles.
Por las puertas de los cielos En refulgentes fulgores Bajaron en raudos vuelos Los arcángeles cantores.
Tocando sus arpas de oro Al son de sus melodías, Todos cantaron en coro La venida del Mesías.
La humanidad en su escoria Olvidó todos sus males Cuando vió brillar la gloria De Belén en los portales.
Niño bendito que bajas Como mi Rey adorado. Traigo a tu cuna de pajas La carga de mi pecado.
A loe rayos de la luna.
A los rayos de la luna
Y	de María al calor. Duerme tranquilo en su cuna Mi precioso Salvador.
Dios nos muestra su cariño Quitando nuestro pesar
Y	le ofrece a cada niño Una mansión en su hogar.
Por eso puesto de hinojos
Cerquita de su mesón, Vengo a besarle sus ojos
Y	a darle mi corazón.