y majestuoso, fastuosamente iluminado con nirmerosas estrellas radiantes, y como una joya engastada en el centro, arriba del balcón Presidencial, la camapana de Dolores, entre un resplandor ardiente. El Palacio Municipal hacía resaltar Ja belleza de su arquitectura antigua y la gracia frágil de las columnas retorcidas de su largo corredor. En la Avenida del 5 de Mayo se distinguían por el buen gusto y la pro- ! fusión de luz. el edificio de ,rLa Mu- 1 tua,” el de los Ferrocarriles Nacionales y el de la Compañía Bancada* La casa de la Compañía de Luz Eléctrica y Fuerza Motriz, en la esquina de las Avenidas Isabel la Católica y del 5 de Mayo, ostentaba un adorno luminoso, pródigo de colo- . res y rematado por un escudo nacional de grandes proporciones; en el centro de la calle, la misma Compa-/tfiía hizo colocar numerosos hilos con focos eléctricos, que figuraban un enorme dosel de trono. Desde el fondo de la Avenida, se descubría un nuevo aspecto de la Catedral, de no menor encanto que el primero, visto desde la Plaza de la Constitución. En otro rumbo de la ciudad, el Edificio de Correos, tan admirado por su mérito arquitectónico, fué iluminado de tal modo, que todos Jos detalles de____ . su construcción se acentuaban con líneas brillantes que parecían de llamas. El Edificio del Consejo Superior de Salubridad, los establecimientos de \educación, las casas que hospedaron a los Representantes Extranjeros, todas las instituciones que dependen del Gobierno y numerosas casas particulares fueron iluminadas con positiva profusión durante e¡ mes de Septiembre; baste decir, para dar una idea de. la cantidad de luz consumida entonces, que.-se instalaron dterca 0 de millón y medio de bujías eléctricas y que la energía que se gastó durante el mes. solo en los edificios y establecimientos del Gobierno ascendió a ciento/sesenta y ocho millones de watts, aproximadamente. Esa iluminación de las avenidas, de las calles y de los edificios fué, el 15 de Septiembre mas espléndida que nunca. La claridad difundida era tanta, el derroche de luz asumió tales proporciones, que México se antojaba una ciudad formada con infinitas llamas. Desde las residencias ubicadas en las poblaciones que-rodean la Capital, se percibían gigantescos fulgores que iluminaban el cielo con un resplandor de colosal incendio; era que las lámparas de arco y las in- > ‘ candescentes, multiplicadas en fastuosa profusión sobre lás vías públicas, fachadas, azoteas y torres, proyectaban sus deslumbrantes destellos hasta el firmamento. La irradiación era tal, que al surgir sus ráfagas del fondo negro de la noche, semejaban eF despertar de una aurora; y po solo esplendía la luz con toda su intensi-dada y difundía sus rayos por dondequiera, sino que derramaba su polvo de fuego en múltiples coloraciones y brillaba con todos sus tonos sobre la obscuridad que cubría nuestro dilatado Valle. La red espaciosa que formaban las avenidas y calles de la ciudad, la ornamentación de los edificios públicos x. y privados, la coquetería de las cons trucefc>nés modernas, la austeridad arquitectónica de las antiguas mansiones coloniales, la grandeza y majes tad de los Monumentos patrios, todo se destacaba con lincamientos ígneos del marco sombrío del espacio y formaban un panorama de extraor-dinario encanto. Este hermoso teatro, donde había venido desarrollándose la serie de festividades cívicas nacionales del Centenario, sobrepasó en belleza y esplendor a todo lo previsto, para dar lugar a la más original e impresionante de aquéllas, o sea al que conmemoró expresamente el Grito de Independencia dado por Hidalgo en Dolores, la madrugada del día 16 de Septiembre de 1810. Sin que sepamos a punto cierto vi motivo, esta cohme-moración se ha efectuado, desde hace muy largos años, a las once de la • noche del 15 de Septiembre. No existe una sola población en todo el vasto territorio mexicano en donde, año por año, no se verifique tal acto patriótico y significativo, que no es otra cosa que el Himno de todos los labios y la plegaria, de todas las almas por la libertad y la independencia de la Patina. La ceremonia no necesita, para ser grande, esplendores de ornato ni magnificencia de lujo; tiene majestad propia porque es eminentemente popular y porque su hermosura y su excelencia estriban en su misma sencillez. En presencia del pueblo la voz más autorizada en cada lugar, victorea a la Patria y a sus glorias e instill ciones. y ese grito es repetido unánimemente y confirmado de una ma- Iluminación sugestiva de la Secretaría do Relacioner. durante lar. fiestas Inolvidables del Centenario de la Independencia. ñera plena por las voces de todos los ciudadanos presentes. De este modo, el mismo día, a igual hora y en idéntico acto, se ofrendan a la Patria las bendiciones de todos sus Hijos amantes de la libertad y custodios de la independencia, y ese. voto colectivo externado con el mayor júbilo, dictado por la costumbre y consagrado por la tradición, es la nota mas significativa y trascendente de los regocijos nacionales, la mas simbólica de nuestras solemnidades. Durante el mes del Centenario, la capital, ya que lo que en aquellos días se conmemoraba, era precisamente el grito de libertad dado por Hidalgo, aniversario constituía ya por la ley la primera de nuestras fiestas nacionales y cuyo, Centenario tenía que acrecer en grado sumo su significación para los mexicanos. Celébrase el "Grito” de manera igual en todas partes, salvo detalles de lugar y de forma, según el punto en que se verifica. En México toma un relieve mayor por tratarse de la primera ciudad de la República y porque está presidido por el Primer ‘Magistrado de la" Nación quien, al pronunciar las ,palabras consagradas, hace sonar la campana que sirvió al Padre Hidalgo para convocar a los primeros insurgentes y que se halla hoy arriba del balcón central del Palacio Nacional, en donde se suena una vez al afio, tocada por la mano del Presidente de la República. “El Grito/* que simboliza el clamor de un pueblo por sir- emancipación. Ja lucha tremenda dió vida a la