KI. 3fK.VSJ.IKKI» 3 LA SEMANA DE PASION Por el Rev. Segundo García Esta es la semana más grande del año, no porque entren más horas en ella, sino porque en estos días recordamos los grandes sucesos relacionados con los últimos días de la existencia terrenal del Maestro. Es semana de recuerdos benditos que elevan el alma, que fortifican el ser. Nos hace falta esta recordación por el ideal y el vigor espiritual que inyecta en el corazón del creyente. El mundo no puede medir la fuerza con que se presentan estos recuerdos; todos, creyentes y no creyentes nos sentimos bajo el mágico poder que, lo reconozcamos o no, se desprende de la cima del Calvario-Hay un renovamiento espiritual idéntico al renova-miento de la vida vegetal, cuando en estos días nos ponemos en contacto directo con los acontecimientos que culminaron en el Gólgota y en la tumba de José de Arimatea. Al recordar estos grandes sucesos, únicos en la historia del mundo, relacionados con Jesús, único entre los hombres, único entre los maestros, y único también entre los mártires de la vida superior; no podemos menos que comprender la perfección de su esen. cia. Ya Jesús había dicho: “y yo si fuere levantado, a todos atraeré a mí mismo". Jesús sabía que la trascendencia de su sacrificio era tal que levantado sobre la cruz resultaría ser una fuerza irresistible para el mundo Cada uno de los cuatro evangelios posee una completa reseña de estos últimos días de la vida del Señor; pues es la parte más conmovedora y hubo de recordarse de un modo especial en Jerusalén. Podemos clasificar los acontecimientos por días con considerable certeza: las noches debieron transcurrir a campo raso o en el Monte de los Olivos, probablemente en las cercanías de Betania. o quizás en Getsemaní. La ciudad no ofrecía seguridad a Jesús, ni siquiera en casa de un amigo de Betania. Sus enemigos trataban de detenerle y por dondequiera existía un gran número de espias. Domingo: La entrada triunfal debería compararse al milagro de los panes y los peces, cuando los ga-lileos querían hacer rey a Jesús. No hay nada que indique que El deliberadamente proyectara ninguna manifestación pública ni en un caso u otro La multitud que había venido de Jericó a Jerusalén. había traído la noticia de la curación de Bartimeo, y a su vez se les refirió el milagro de Lázaro La noticia llegó a Jerusalén de que Jesús se encontraba en Betania y una gran parte de los peregrinos se dirigieron allá para ver a Lázaro tanto como a Jesús (Jn. 12:9) El inesperado encuentro de esos dos grupos formó la multitud que inundó el camino delante y detrás de El, al hacer la entrada en Jerusalén. Cuando el pueblo trató a la orilla de! lago, de hacer rey a Jesús. El se opuso con todas sus fuerzas; ahora, no hizo ninguna resistencia. Era en verdad su rey. Sin embargo, no ha de interpretarse falsamente qué clase de reV El reclamaba ser. uno que como Zacarías había profetizado, era: “justo y salvador, humilde y cabalgante sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna" tZac. 9:9). En marcha la procesión, a través del valle del Cedrón, hasta las puertas de la ciudad y luego por las calles, Su llegada suscitó el entusiasmo y la conmoción. Rostros ansiosos, se asomaban a todas las puertas y azoteas; preguntas ansiosas pasaban de labio en labio: ¿Quién es? interrogaba todo el mundo y la respuesta la daba la multitud: “Rosana, salve al Rey de Israel, que viene en nombre del Señor". La excitadísima multitud, esperó órdenes de su rey para arrojar a la guardia romana, apoderarse de PHato en su palacio, capturar la ciudad y sacudir el yugo romano; pero en vano. Jesús, sin decir una palabra, cruzó el Monte de los Olivos y volvió a Betania, dejándolos disgustados con su aparente cobardía y debilidad. Lunes: Cuando Jesús, el domingo por la tarde, se dirigió en unión de los Doce a Betania, hubo sin duda de hallar alojamiento en casa de algún amigo; (tal vez en casa de Lázaro) pero pasó la noche solo en la montaña, en íntima comunión con su Padre. Deduci mos ésto, de Su costumbre.tras día de gran agotamiento o lucha espiritual, y del hecho de que: ' Y el día siguiente, como salieron de Betania. tuvo hambre”(Mar. 11:12). La historia de la maldición de la higuera aquella mañana es desconcertante. La maldición sobre la higuera fué hecha, no porque en ella no hubiese fruto maduro, sino porque no había en el árbol fruto alguno-••únicamente hojas". El pretensioso arbusto ponía toda su energía en dar follaje, y bien merecía su condena. Este día fué de tregua más bien que de conflicto. Ixis gobernantes y el pueblo esperaban ansiosamente la actuación de Jesús, pero sosegadamente, continuó su acostumbrada tarea de enseñar y curar en el patio del templo. Martes: Ahora los gobernantas se hallaban lis. tos para enfrentarse con Jesús redondamente. Empezaron por discutir con El en el templo, y durante todo el día no cesaron en esa empresa. Los representantes del Sanedrín le preguntan: “¿Con qué facultad haces estas cosas?’* En seguida vienen los fariseos y herodia-nos con mil hipócritas palabras pidiendo a Jesús, sirviera de árbitro en una de sus disputas favoritas: “¿Es lícito dar tributo al César?" Si contestaba que‘ no’» los herodianos que favorecían al César le denunciarían; si contestaba afirmativamente entonces los fariseos usarían tai afirmación, como prueba evidente de que no era el Mesías. Habíanse empleado, aunque en vano, las armas políticas y eclesiásticas, ahora se le tendería un lazo teológico y los saduceos que negaban la resurrección, Pasa a la página X