ESCENAS CONMOVEDORAS DE LA GUERRA Padre e hijo, luchando por la Patria. Un soldado herido se dedica al Arte de la Pintura. Los dos hermanos (Poema en prosa) He tenido una visión. Se me aparecieron dos genios, dos ángeles. Digo ánge’es y genios, porque estaban desnudos y porque de los hombros de entrambos partían largas y fuertes alas. JLos dos son jóvenes. El uno tiene formas llenas, tersa la piel y negros los bucles de los cabellos. Sus ojos obscuros, medio velados con largas pestañas; la mirada insinuante, ávida y alegre; el rostro encantador, un tanto atrevido y algo maligno. Los labios rojos y abultados se estremecen, y el muchacho sonríe con autoridad e indolencia como persona segura-dé su poderío. Una apretada corona de flores descansa muellemente sobre sus brillantes cabellos y casi'desciende hasta sus hermosas y aterciopeladas cejas. Abrochada con uaa flecha de oro, abigarrada piel de leopardo cae ligeramente desde sus redondos hombros hasta sus caderas airosas. Las plumas de sus alas tienen refle jos rosados; y las extremida de s son de un encarnado viv^ como si estuviesen mojadas en fresca sangre. De vez en ctfando se estremecn rápidamente las alitas produciendo un rumor argentino como el de la lluvia en primavera. E) otro ipancebo es amarillento y flaco. A cada hioxjmiento de la respiración se le marcan en el cuerpo las costillas. Tiene el pelo rubio, fino y lacio: ojos redondos y enormes de un tono gris pálido; la mirada es muy clara y muy inquieta. Todos los rasgos de su fisonomía, asi la nariz aguileña como la saliente barba donde sólo apunta un escaso buzo, parecen aguzados, y la boquita, que adorna una dentadura de pez, se mantiene entreabierta. Los secos labios no han sonreído nunca. Es un rostro correcto, terrible, despiadado: pero tampoco la cara del otro, del buen. mozo, con ser tan bonita, expresa compasión. En torno de la cabeza del segundo flotan algunas espigas, ya desgrana das que sugeta un tallo marchito y en torno de la cintura une un trano gris; sus alas de un azul mate se mueven a compás, con lentiud amenaza dora. Los dos muchachos parecían inseparables compañero».: andaban ab;**za dos: la mano torneada del primero colgaba como un racimo maduro so brc la clavicula seca del segundo: V la afilada mano de éste, de flacos de dos, se extendía como un manojo de culebras sobre el blanco pecho, de aquél. Se oyó una voz, y veréis lo que me dijo: —Están en tu presencia el genio del amor y el genio del hambre, hermanos mellizos, impulsores de cnanto existe. Todo cuanto vive se mueve por el alimento o por la teproducción. El Amor y el Hambre--— tienen el mismo objeto. La vida no puede cesar jamás, necesaria sostenerse, y necesita crear también. IVAN TURGUENEF.