¿Qué Hay Después de la MUERTE? La mayoría de las sociedades humanas (ya sean primitivas o civilizadas) tienen alguna idea en cuanto a lo eterno de la vida. Las teorías que favorecen la inmortalidad pueden dividirse en dos clases: las que rebajan al individuo, y las que lo elevan. La idea de que el hombre al morir ha entrado a una nueva vida en la cual pierde su identidad, tiene algunas variaciones. Esto es lo que los biólogos creen que acontece cuando dicen que el hombre sigue viviendo en sus descendientes. La idea de la incorporación la hallamos en el Antiguo Testamento cuando se asienta que el hombre “torna al polvo de donde era” (Génesis 3:19: Job 10:9; 34:15; Salmo 22: 29; Ecclesiastés 3:20). La inmortalidad del individuo ha sido defendida por muchas culturas y religiones. Los paganos de la clase alta en Roma, procuraban obrar actos heroicos para que su nombre quedara escrito en la historia. Ellos creian que el ser reconocido como un héroe por las generaciones futuras era una forma de preservar su personalidad. Algunas religiones no cristianas piensan que el alma transmigra de un cuerpo muerto a un ser viviente. El concepto cristiano de la inmortalidad, en términos sencillos, es éste: que una vida digna no es derrotada por la muerte. La muerte no es final: es solamente un cambio semejante al que ocurre en una larva cuando se transforma en crisálida y luego en mariposa; o semejante al cambio que experimenta un ser humano al nacer. El evangelio proclama el amor redentor de Dios, ya sea en el cementerio, en el hogar o en la iglesia. Decimos que en el cementerio, porque allí declara que los 15 que temen a Dios son vencedores aun sobre la muerte que es el enemigo Inevitable de la vida. La muerte amenaza al hombre en dos formas: en la destrucción de su vida física, ya sea por causa de enfermedad, de accidente, o de la edad; y la destrucción de su vida espiritual por causa del pecado. Frente al peligro de estas dos muertes, los cristianos exclaman: “Mas a Dios gracias, el cual hace que siempre triunfemos en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14). La inmortalidad es una realidad porque está de acuerdo con la naturaleza de Dios, quien es justo, santo y perfecto. Hizo al hombre a su propia imagen; y si no lo hubiera dotado de vida eterna, se hubiera negado a sí mismo. La naturaleza de Dios abunda en amor para sus criaturas. No es fácil creer que el Dios que ama tanto pueda deshacerse tan fácilmente de lo que es suyo. Pablo enseñó que el amor de Dios aseguraba a los hombres su inmortalidad. El escribió: "Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida... ni lo presente, ni lo por venir... nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38). La esperanza que tiene el cristiano de que vivirá después de la muerte, se apoya en su seguridad del triunfo de Cristo sobre la muerte. Los autores del Nuevo Testamento están de acuerdo en que Cristo es el modelo sunremo para el hombre, tanto en la manera de vivir, como en la vida eterna que será suya si vive de acuerdo con sus enseñanzas. ¡El Salvador murió, pero se levantó de la tumba para vivir eternamente! ¡81 aquel milagro maravilloso aconteció en su persona, acontecerá también en nosotros! Esta es la Interpretación cristiana de la resurrec- ti HOGAR CRISTIANO ción (Juan 11:25, 26; Romanos 6:5). En el siglo cuarto, Atanasio de Alejandría describió bellamente la resurrección de Cristo con estas palabras: "El Redentor, después de su resurrección, fue vestido con una gloriosa y amplia vestidura. Nosotros nos hallamos vestidos con los harapos de la muerte, temerosos y temblando, a un lado de la tumba. Cristo nos atrae hacia él, nos cubre en los pliegues de su admirable vestidura, y nos ofrece seguridad, protección y compañerismo en la resurrección." Para quien adopta el concepto cristiano de la inmortalidad, el cuidado y el amor de Dios tendrán mayor significación. Un anunciador de radio que se hallaba cerca del lugar donde se habla estrellado un avión, estaba transmitiendo la noticia del accidente. Habló de la manera como éste había acontecido, según informes que había recibido de testigos presenciales, y describió los resultados que él podía observar desde el lugar donde se hallaba. Después de mencionar el número de muertos, terminó con estas palabras: “Y eso es todo." Medio minuto después volvió a gLse su voz que decía: "No, eso no es todo: hay'algo más. Nos han comunicado que cierto número de pasajeros ha escapado milagrosamente." ün mensaje tan . glorioso como éste se recibe cuando alguien que tiene fe en la vida futura ha muerto. La noticia de su muerte se cambia entonces de "eso es todo", a "no, hay algo más". Roberto E. Speer, uno de los más fieles seguidores de Cristo de la primera mitad del siglo veinte, experimentó una gran tragedia en su vida cuando supo que su hijo había muerto asesinado. No obstante su grande pena, este caudillo cristiano mostró gran heroísmo y dio a conocer al mundo el triunfo de la fe cristiana. A un misionero que le escribió para mos-traerle su simpatía, el Dr. Speer contestó: "La vida es eterna y el amor es Inmortal; la muerte es sólo el horizonte... Andamos a la luz de la cruz que es la evidencia del poder y el amor de Dios.” ' El concepto cristiano de la inmortalidad da al pecado un aspecto más temible, pues revela que éste puede ocasionar la pérdida de la vida eterna. El famoso escritor Eduardo A. Steiner, relata cómo el pensar en la posibilidad de perder la vida eterna lo condujo a una amarga lucha interior. Cuando era niño visitó con otros compañeros un mercado en su ciudad natal en Hungría. Caminaban por el mercado fascinados al contemplar la exhibición de frutas y golosinas. La tentación era irresistible para aquellos mucha- IL HOGAR CRISTIANO chos con estómagos vados y poco dinero para gastar. Compraron unas galletas y se les acabó el dinero; pero no así el hambre. Cuando Eduardo alargó su mano para tomar unas galletas sin tener el dinero con qué pagarlas, la dueña del establecimiento lo sorprendió y le pegó delante de toda la gente. Cristina, la bondadosa cocinera en casa de los Steiner, vio la escena, pagó por las galletas y ee llevó a Eduardo a casa. Por el camino Cristina lloraba amargamente. "Has cometido un grave pecado", le decía la devota señora. "No sólo has tomado lo que no te pertenecía, sino que has hecho que Dios ya ao tenga confianza en ti. Es posible que aun hayas perdido el derecho de vivir eternamente." Cuando Steiner escribió después en cuanto a este incidente, relató que su culpa y su angustia eran aún más agudas porque temía el haber perdido la recompensa por no haber sido fiel a Dios. Sintió el mismo remordimiento que sintió Esaú cuando entendió que había obrado insensatamente al haber vendido su primogeniture. La tensión espiritual en que vivía Steiner, lo hacía Imaginarse que caminaba sobre un puente; pero que antes de llegar a la otxa orilla caería de él para hundirse en las aguas negras que se velan abajo, y que no podría seguir caminando por aquella senda sin fin que se extendía frente a él. El concepto cristiano de la vida hace que sea imposible tratar el pecado de una manera casual. No sólo asegura al hombre de los goces y las recompensas prometidas por el Señor, sino que además lo hace comprender lo lamentable que serla no llegar a obtenerlos. Muchos consideran el pecado como una experiencia bochornosa ; pero los que escribieron las Sagradas Escrituras están de acuerdo en que el que peca está en peligro de perder completa y eternamente su comunión con Dios. El concepto cristiano de la inmortalidad ayuda al hombre a escapar de dos “prisiones" obvias de esta vida: la relación con los no cristianos, y el abatimiento por causa de sus propios fracasos. Turgenev, un novelista ruso, preguntó: "¿Cómo podré vivir reciamente en un país que tanto me aflige?" Elena Glasgow, una escritora americana, a pesar de sus triunfos literarios y de haber sido llamada "la primera dama del Estado de Virginia", confesó en su autobiografía que siempre había sido infeliz. Estos dos novelistas, uno ruso y la otra americana, concluyeron que la vida era sin esperanza, temporal y fútil. Uno llegó a esta conclusión por causa de la vida social que (Pasa a la página 17) 11