T.A PENUMTiBA. En testimonio de aprecio a mi amigo Cuis (Son'ale; Uoíniguc». Si tienes corazón, si aun te palpita Por el recuerdo triste ¿e mi amor; Jamás olvidarás la hora.bendita Eií que te descubrí mi corazón. * * Feliz una maw-.na de hermosa primavera. Mañana que recuerda con gusto el corazón; Te encontré cu nú camino, te vi por vez primera, Y esta es, me lije luego, su imánen, mi ilusión. Pasaste» deslumbrando, me viste indiferente, Pasaste y delirante te quise yo seguir.... Faltáronme las fuerzas, y loco, agonizante, Sentí desvancerme ..., sentí que iba á morir! .... Te amé sin conocerte, te ame sin esperanza, Como una cosa, niña, difícil de encontrar. Si hoy una fuerza oculta , en pos de tí me lanza, Perdona.... mus te sigo sin poderlo evitar. ¿Qué te puede decir mi torpe labio Que haga latir tu ardiente corazón? ¿Decir que te idolatro?....¡es un agravio Al idioma inmortal, deja pasión! Te hineaste reverente en una loza. Ale hinque cerca de tí. El templo estaba concurrido y triste, Imponente el altar; Yo no sé que sentí cuando me viste, Peto me puso ¿í orar. Cuando acabe mi trístida plegaria Otro hombre me sentí; Estaba ya la Iglesia solitaria. Pues no estabas ahí. No te quiso seguir y pedí al ciel^; Calmara nn^iiliccion: Escuchó Dios mi ruego y ya mi duelo Soportar lia podido el corazón. Yo también soy pintor. Betrataria Tu hermosura sin par, bella María, ¡Mas no lo luttutaré!.... ¿Cómo pintar en el papel podría Lo que explicar no sé? No tienes quien te robe mi cariño, Porqne huérfano soy; U' : - Mis padres me dejaron siendo niño, y ífin padres estoy. ■jjEl^/amor quedes, tuve; te lo of i 'too, ; Mj^gy^íArcángel Ú -mujer, :, ^^^si|m3^Wjhbíd|Wburla yo mérozeó ¡Aún te sabré querer....! SB Lo pequeño y lo sublime: Angel que ai hombre redimo. Ser que lo hace desgraciado; Y- mas to amo, y do tí en pos Sigo tu bendita huella, Por que tu has de ser la estrella Que me conduzca hasta Dios. Te miro triste, pulida, llorosa, ! Y en medio á tu dolor aun mas hermosa ¡ ¡Es hermoso ei dolor....! । Y tu lo sientes hoy, no tienes calma... -¿Acaso habrás sentido ya en el alma j El fuego del amor.. ..? Yo te compadezco, sé el martillo Que se sufre adorando con delirio. Con delirio á algnn ser, Se el infierno horroroso que se siente Cuando e1 amor se guarda interiormente, O se burlan de él. ¡Que noche para mí, la horrible noche En que me descubriste el corazón: Era hermoso boto», abrió su broche, Y perdí de mis sueños ¡a ilusión.... ¿Por que lloras?»te dije-y yo gozaba Mirándote llorar. Pues comprendí que no te amaba El dichoso mortal que idolatraba Tu pecho virginal. Y-lloro-me dijiste conmovida— Porque es fuerza llorar, Cuando se ve que es árida la vida Y se siente en el alma cruel herida Que puede ser mortal.... Es tanto lo que te amo que me muero Cuando á ese hombre lo miras con amor | Y sin embargo. .• siento que lo quiero, Nomiis porque le has dado el corazón! s*: No pudo resistir: Te amo-te dije, y me postré de hinojos, —¿Me dejarás morir....? La suerte mo arrancó de entre tus brazos Y muerto de dolor, Dejó mi corazón hecho pedazos Donde deje mi amor.... ¿Quién había do cre^r viendo tus ojos Inflamados de amor, y tus sonrojos, Y el fuego de tu voz. Quo era mentira todo, aunque jurabas ; i;. Nombrando siempre a Dios? _ En la fiebre de amor en que me ardia No imajinaba yo, no comprendía Que se burlaba así.... Era inocente en todo, no pensaba... ¡Tarde lo comprendí....! Ausente, triste, solo, mendigo del detíno. Sin ilusión, sin creencias, sin porveh r, sin fe; Si alguna vez te ene lentro, mujer; eií mi cárnino. Te ruego me perdones.... pues yo te perdone!... ÍBiiiiBíX®’b .SiO^tlode-mo. Un pulios! es tal últir Cuánd o ú alt-mr: Y una Lígrim v ardiente Para decirte ¡;td2 Cuando otro ^ielo para mi desprenda Otro rayo de so!. Sentirás un aliento... .es un suspiro Y cuando escuches silenciosamente Esa lejana voz Desprendida de mi alma, entre su ausencia Hecuui Ja mi amor. Que yo solo me voy; pero tu inugen Como h luz del sal Brillara en mi memoria, y da esperanza Bañará al cavazón. Que tu amor arranco; Que las guarde tu pecho en tibio aero Mientras que vuelvo yo. Mus si acoso la ausencia sempiterna E** mi condenación, | El adios que te vida de mi alma, I Será mi ultimo... .¡adio*! EMiuoF.V^wa. m A.DOiyLDa hua fu; perales ttcbolloto, Sa m natellcte. Del bien por la senda hermoM Cruza del mundo el desierto; .4 Mientnis ilegns á ese puerto En don tic into se goza: El cielo, sant' morada A los insto» prometida, D6 solo tiene cabida La virtud acrisolada* Que ella forme la diadema De tus virginales sitmes; ¡Y quq.Dios te de mas bienes Porque es la bondad suprema! Y entre tanto que la suerte Permite que esté a tu lado. No olvides al que ha soñado Feliz y dichona verte. Saltillo.—1880.—El Moro. ANÉCDOTAS. —¿Qué quieres ser cuando seas grande?—preguntó á un muchacho el autor de sus dias. —Yo quiero ser el que hace los alma* naques. . ■ Ja.. ? ;•£;'b". bfbbbSl —Para qué, .hijo —Partí poner tres domingos en cada ' i ^emána*• Bft..