¿QUE NOS TRAERA EL AÑO NUEVO? BIBUOGRAFIA. (Viene de la Página 9) En cierta ocasión que un viajero pasaba por un pequeño poblado, preguntó a uno de los moradores: "¿Para donde va este camino?" El interrogado contestó: "A ninguna parte va este camino; usted es quien va y viene." Ese incidente me hizo recordar la estereotipada pregunta que solemos hacernos en los albores de un nuevo año: "¿Qué nos traerá el año?" Si fijásemos debidamente nuestra atención en el verdadero fondo que el asunto entraña, llegaríamos indudablemente a la conclusión de que ningún año trae nada en sí, sino únicamente lo que nosotros queríamos que traiga. Siempre estamos rodeados de oportunidades para una renovación, para un sacrificio y para un servicio, y si estamos dispuestos a usar de esas oportunidades; si nos resolvemos a ejercitar los múltiples dones que nuestro Dios nos ha prodigado; si desde que un año está expirando decidimos renovar nuestras mentes en el orden moral y espiritual; si determinamos firmemente entregarnos al Señor, a fin de que El guíe nuestras vidas, no importa que para ello haya de afrontarse algún sacrificio, y si nos formamos el propósito de impartir todo servicio que en nuestras manos esté impartir, sembrando no escasamente, sino en abundancia, no nos sorprenderíamos ver, en las postremerías de 1942 que, con todo y las funestas consecuencias inherentes a la guerra, que Dios nos bendijo con creces, esto es: que nuestro ser moral y espiritual, ha superado por efecto de su misma renovación; que nuestra mente nos brindó la oportunidad de adquirir nuevas y útiles experiencias; que nos sentimos más cerca de nuestro Dios, porque entendemos mejor su mente. Observaremos, asimismo, que es- las en tomo a la Cruz redentora de Cristo, fortaleciendo a las almas con el Espíritu de Dios, a fin de que puedan cumplir con su deber. La Iglesia permanece y permanecerá firme, en su puesto. Y es hacia ella hacia donde se vuelven los ojos del mundo confiando al fin en el poder de Dios. tamos mejor dispuestos a presentar ante nuestro Padre Celestial, un cuerpo, "vivo, santo y agradable", como atinadamente exhortara el Apóstol de los Gentiles, dado que un sacrificio que no complazca a Dios, no tiene razón de ser. Por otra parte, nos daríamos cuenta, a fines del año venidero, que, como lógica consecuencia de esa transformación, todo nuestro ser está mejor preparado para servir, según nuestras capacidades, como con el mismo acierto lo asienta Pablo en Romanos 12:4-8 Un autor, al referirse al asunto que nos ocupa, dice: "Cuando todos los hombres se pongan a trabajar juntos, vendrá la reconstrucción financiera; cuando todos los hombres se pongan a adorar juntos, vendrá la reconstrucción espiritual y moral; y cuando todos juntos se unan bajo el glorioso sol de Justicia, Jesús, vendrá el Reino de Dios a la tierra." Y, efectivamente, la obra de la iglesia es la obra del conjunto. No hay que cruzarnos de brazos y preguntar: ¿qué nos traerá el Año?" Cuando Cristo le dijo a Pedro: "Sígueme tú," no quiso decirle que continuara sentado y lo siguiera, sino que le invitó a que empezara a andar, que se levantara y le sigüiera, andando tras El. Muchos cristianos siguen a Jesús sentados. A lo sumo le siguen con la vista; pero no debe ser esa nuestra línea de conducta cristiana. Muchos nos preocupamos por los demás, sobre su destino, sobre su futuro; pero olvidamos nuestros deberes, nuestra propia responsabilidad. A cada uno de nosotros Cristo nos está diciendo diariamente: SIGUEME TU. Recordemos, pues, que para afrontar el año con éxito, solo hay qué tener en cuenta estos tres factores: Renovación, o sea crecimiento de la mente; Sacrificio, o sea crecimiento del cuerpo; Servicio Unido# o sea crecimiento de la Iglesia. Se Je Treviño perdicio de frases. El Modelo Dios lo ha dado "en el monte"; Moisés lo recibió; Elias el profeta lo defendió con su celo por el Dios de Israel; Amos dió énfasis al concepto de justicia. Pero es Oseas quien introduce el amor sacrificial en el corazón de la Divinidad. En ningún lugar en el Antiguo Testa mentó está más claramente visualizado el Dios del amor encamado como en Oseas. El segundo Isaías hace su más grande contribución con su concepto del Siervo Mártir, del Siervo de Sufrimiento, con el que escribe la lección más gloriosa: el amor que redime tiene qué ser el amor que sufre. Sólo el sufrimiento redime. En dos capítulos el autor alcanza grande altura. "El reino del Mal", y "El reino del Cielo". El primero constituye un estudio formidable acerca del mal en el mundo. En el capítulo sobre "El Gran Designio" el autor discute una cuestión muy profunda al decimos que la Encamación es no sólo la lógica de la divina naturaleza, sino también es la lógica de la humana naturaleza. En Jesucristo está el punto en que afocan la deidad y la humanidad. Proyecta y hace posible la hermandad del hombre. En el capítulo, "¿Habrá una tierra nueva?" el autor enciende nuestro entusiasmo y nos trae una gloriosa visión: sí, vendrá; puede venir, es posible. Pero la nueva tierra nacerá del conflicto. "Es un conflicto de cielos, si queréis", nos dice; "es un conflicto de dioses, un conflicto de ideales. El verdadero Arma-gedon está en donde la fe encuentra la fe. ¿En qué cree usted finalmente? Esta es la cuestión de las cuestiones?" En algunos capítulos el pensamiento pide que estemos algo familiarizados con un lenguaje filosófico y teológico, pero es fácil seguir al autor; es un deleite seguir su pensamiento. Comprad el libro. Leedlo, estudiadlo; vale la pena. Valor del libro: dos dólares. Se pide a Nashville, Nueva York, Dallas, San Francisco, dirigiéndose a "Methodist Publishing House". Vicente Mendosa Página 11 l