LA PENUMBRA. det, los furiosos haraganes que* cubriendo de luto los pueblos y ciudades, dejaban por.doquiera el terror, la desolación, la muerte,. revelaban a su anima contrita el extenso poder del airado dios de las venganzas. Esta dualidad de ser en la existencia de la divinidad dio origen á las nociones fundamentales del bien y del mal; las leyes de estas nociones primitivas al inculcar tí sus pueblos el amor u el temor tí sus dioses, plantearon los medios de morigerar las costumbres, tejiendo lauros a la virtud, castigando ei vicio. Moisés, su primer legislador, nutriendo su alma en ia meditación y el estudio, desgarra el misterioso velo que ocultaba ú los mortales la sabiduría de Osiris; arrastra con su prestigio un pueblo, lo conduce a su redención prometiéndole una tierra prodiga y amena, llena de delicias y goces innefaLUs; elevándose su.mente por inspiración divina a regiones superiores, trazó esas leyes admirables consignadas en los diez preceptos del Decálogo, leyes que regeneraron la nación hebrea y debían inundar después el orbe con su luz. Bajo el cielo sereno de la Grecia, en los tiempos envueltos en la oscura noche de la fábula, Minos hacia consistir la virtud en la obediencia ciega á la ley, idea que debía contribuir mas tarde d? una manera eficaz á la gloria de Esparta y Atenas, a! sancionar este precepto Lincurgoy Solon. En los añosos bosques de las Gallas, respirando los druidas ampliamente libertad, teniendo por hogar las humbrosas selvas y por techo la bóveda celeste, establecieron cuino dogmas inmortales; el amor á la patria y la inmortalidad del alma. Sócrates corroborando con su muerte, la ro-. busta fé que tenía, en sus creencias; Pitágoras tejando vagar su imaginación en los caprichosos ensueños de su curiosa teoría sobre la trasmigración de las almas: Platon en stis doctrinas, sus máximas, su República ideal, formulaban los primeros dógmas de la moral cristiana; encuentra este filósofo la razon de ser de la existencia de la otra vida, en el deseo inestinguible de disfrutar menos goce , de esperimentar nuevas sensaciones, mas puras, mas gratas, mas serenas, creea su fantasía una region de felicidad perene, de paz, de apacible calma donde el principio inmortal que nuestro ser anima recobra su primera forma, sus dicípulos al oiríe narrar los encantos de este mundo desconocido, rompían gustosos los labios que los sujetaban á la vida, para realizar tan dilles ensueño. Las académias y liceos de la Grecia no podían comunicar sus luces á toda la humanidad, se necesitaba un hombre que reuniese á la sabiduría de todos los pueblos, a los conocimientos de lo* dos los filósofos, la vida mas santa, la moral pura, este ser anunciado ya por los profetas como un Mesías, debía nacer en la mas humilde condición social, al predicar y practicar su doc- trim Jloiió de admiración al pueblo que absorto le escuchaba; reconociendo..en él su futuro Redentor ])ohia sus pies flores y pahuas; sus sá-J Libs precepto5, sus ináxiiras divinas conmovían tan hondamente el sentimiento, tenian tal imperio sobre el alma, que solo un dios podia ser el í : que hablaba por sus Libios, si no era el mismo 1 Dios" Al éstínguirse on ia mnerte los brillan-, íes resplandores de este genio, terminada la mi- sión bendita del hombre Dios con la horrorosa catástrofe del Gólgota, las tinieblas que borraron la luz de la nación Judía estendieron su lóbrego manto por el universo entero. Durante la noche, sombría de tantos siglos que el mundo permaneció sumergido en la barbarie, las ciencias y las letras cual lámparas mortuorias solo lanzaban débiles reflejes en las estrechas celdas de los claustros: no interumpian este sueño letárgico de la-civilización y del progreso sino I los arpegios dulcísimos de la cadencia poética, i las estrofas de esos cantores divinos cuya lira es . ¡ una nota de la armonía universal, oétast legisladores, filósofos, guerreros for-! i man por su número, una via ladea en este cie-; lo de la historia. Obreros luboriosos de los prin- • cipios mas santos, fabricantes de los hilos invi-i sibles que debían de formar las mantillas del s¡- • glo de las luces. Se anunció al mundo éste co-i í loso entre el estrépito de los combates y el humo H de la pólvora, tiñendose su cufia coh la sangre : i que se desprendía en rojos borbotones de la an- ¡ cha herida que hacia en el retroceso, aJ brotar de^ í sus errores la nueva libertad, hi saílía institución 1 ¡ í ¿de los derechos del hombre^ ? ; ¿ : í/. La adquisición de un principio, la conquista ;de un sistema político o religioso no se adquiere I ■ sino a costa de sangrientas hecatombes. •. Destruido el feudalismo, las; distinciones de? i । raza, las preocupaciones, los fuerce, después de) í ¡ las horrorosas contiemlas que han ensangrentad ! j do jos pueblos, ha venido la liera de paz, de fe-'i íicidad, de progreso. Ttxlos los esfuerzos de siis i: mártires, todos sus sacritieioS; han tenidopor ob- ¡ i i jeto facilitar al pueblo los medios de instruirse L y moralizarse. La educación arrancando las ; • preocupaciones, enseña al hombre que la v?rda- j ;; dora base de la moral es el respeto aja ley y^el| ,h buen uso de sus derechos. , La insiruecion, elc-l \ í vando su inteligencia le pone eu condiciones del practicar el bien en mayor escala. . : b> j i i La tendencia de las almas grandes al perfect i cionainiento sociaL el desto de ver a! pueblo gran-l •Lde por sus htces. «ia hecho nacer el espíritu