REGBNER ACION DE DIAZ NOS ORILLA R LOS PELIGROS DE UNA INTERVENCION CARTA DEL INSIGNE GORKI i; a la Oficialidad rusa DEBEMOS ESTAR ALERTAS Más de una vez hemos llamado la atención de nuestros compatriotas acerca de las escandalosas matanzas de yaquis, acerca de la barbarie horripilante de Izábal, Torres y Corral, apoyados 6 disimulados por Díaz en su obra infame de acabar con una raza vigorosa que lejos de ofrecer un peligro ó merecer la persecución encarnizada que se le hace, es digna de ayuda y protección como raza trabajadora y productiva. Los yaquis cultivaban pacíficamente sus tierras y contribuían á la riqueza general de un modo honesto *y útil, hasta que la barbarie y la codicia de nuestros gobiernos los obligaron á salir de su vida tranquila para defender con las armas y con toda justificación las tierras y propiedades de que el gobierno lo» despoja, y las vidas que, en una guerra inhumana, les arrebata por los medios más reprobados y cobardes. Pero si tal exterminio del yaqui por sí soio’amerita que el país se alce y proteste contra la inicua barbarie de nuestro gobierno, protesta todavía más e-nérgica debe agregarse y reclamación más vigorosa debe hacerse porque nos orilla con sus criminales procedimientos á una intervención extranjera que sólo busca un pretexto y que haría peligrar nuestra nacionalidad. Con frecuencia los periódicos americanos traen alarmantes noticias de la manera con que son tratados los yaquis por nuestros soldados y de asesinatos de que han sido víctimas americanos que se internan por esas regiones y no tienen la necesaria protección de parte de nuestras autoridades. Tal parece como si algún partido anexionista en este país tratara de hacer opinión á fin .de que ante el criterio del pueblo americano se justificara una guerra con México en nombre de la humanidad y de la civilización. Ayer un una parte, hoy en otra, aparececen en la prensa americana artículos intencionados que, ayoyados en hechos monstruosos y por desgracia ciertos, de crímenes cometidos por Izábal ó Torres, proclaman como una necesidad la intervención americana para poner término á tanta barbarie y para dar garantías á los americanos que radican sus intereses en nuestra patria. Ya hemos reproducido en otras ' ocasiones artículos de esta indo-1 le comentándolos con la severidad que merece un Gobierno tan inmoral y poco patriota, que no sólo no respeta la vida humana y deja que tres bribones se enri-1 man y las cruzan ricas venas de quezcan á costa de la sangre de-innumerables víctimas y de la desolación y la miseria de las familias yaquis, sino que tampoco respeta á la patria y tiene en nada la nacionalidad mexicana, exponiéndola á cada paso y en todos sus actos, ya colmando de conce- 1úe prudencia no discutir ese siones á los extranjeros, ya centuplicando la deuda nacional, ya, v principalmente, produciendo que entresacamos algunos párrafos para que se vea cómo se juzga en Estados* Unidos la criminal campaña contra el yaqui y las consecuencias que de ella se sacan. El artículo viene ilustrado y pueden en las ilustraciones verse yaquis colgadoá de los árboles 6 fusilados horriblemente por nuestras tropas. “Es, dice Caruthers Coulter, hablando del yaqui, una raza ó pueblo guerrero, mejor dicho un residuo de pueblo, pero su actual actitud depende de la política de robo del Gobierno. Al presente hay menos de cinco mil indios en el cómputo aproximado; una gran parte de ellos ha sido redu -cida á una esclavitud abyecta en Yucatán, Tepic y Oaxaca en don de están condenados á una vida de servidumbre en las haciendas de café y plátano de mexicanos ricos” , . . cio á la ley, á la vida, á la propiedad y á las garantías de los habitantes y corvirtiendo á los encargados de la autoridad en criminales, en asesinos y ladrones, haciendo regla de conducta la ley fuga y alarmando con intensa y perpetua alarma á la sociedad, coh actos de intolerable barbarie con asesinatos y latrocinios, con el crimen en todo su desenfreno, ! en toda su impudicia y toda su horripilante bestialidad. El “Collier’s,” semanario ilustrado de enorme circulación y estimado como sensato y verídico, que se publica en Nueva York, trae en su edición del 11 del actual, un artículo con el llamativo nombre de “El último de los yaquis,” firmado por el escritor Charles Caruthers Coulter, del víspera por los dignatarios rusos que preciso vuestra vida por la patria, en Consejo habían tratado este asunto. Preguntad á vuestra conciencia: dón-Fero en efe<‘to, ¿por qué el Gobler- de está vuestro puesto. ¿Con loe ln« no ruso ha de tener necesidad de la impresión é informes de algunas gen* tes insignificantes? ¿Por qué ha de tener necesidad de conciencia, honor é inteligencia, puesto que tiene á eu servicio una innumerable cantidad de agentes de policía secreta y la fuerza armada? “Oficiales del ejército, ruso: vos- otros sois gentes de deber. Habéis tomado sobre vosotros la gran responsabilidad, el deber de dar si es sensatos siempre dispuestos á verter sangre ó con el pueblo mártir? “Vosotros tenéis vividos las sentimientos del honor: ¿dónde esta vuestro lugar? ¿Con aquellos que aun temen recibir una petición 6 bien con toda la Rusia honrada y sacrificada? Si sois gentes de honor no levántele. la mano sobre los desarmados, ó no toméis el dinero del pueblo cuya san gre vais 6 verter.” DLeemos en «Le Journal» de París: Uno de nuesfbos colaboradores que regresa de San Peter aburgo nos trae i el texto de una carta que Máximo ! Gorki dirigió á la oficialidad de la - «.-•••. t . i guarnición en San Peterburgo, que (lado, el cual, espoleando el caba* no tomó participación en loe su- • ceeos del nueve de Enero (según calendario ruso), carta que está signada además por 450 personas y que fué la que provocó la aprehensión del célebre escritor: ‘ ‘Escribimos estas lineas en momeo- j tos de ansiedad terrible; en un día I que Rusia no olvidará nunca; escribimos bajo la impresión de la sangre que se ha vertido en varias callee de la Capital. “Testigos inactivos, á pesar de todo I nos emociona la horrorosa tragedia ¡ que se acaba de desarrollar ante núes-tra vista. “Muy sobre-excitados están nuestros sentimientos..........pero nues- tras ideas son claras, comprende- ! mos perfectamente el profundo sentido histórico de lo que sucedió ante nosotros. Entretanto es ahora deber | nuestro resolver este problema y explicaros su eeatido. “Señores oficiales: en un país falto 1 de fuerzas desde el punto de vista! económico, las hambres son crónicas, | las masas están condenadas á un trabajo que supera á sus fuerzas, á una carencia absoluta de los efectos de |4 primera necesidad y á una despoblación inevitable. ‘ ‘El pueblo mantenido obstinadamente en la ignorancia, no puede desarrollar sus fuerzas. La energía personal y la imaginación popular están aherrojadas por la tutela burocrática y se reprime toda iniciativa. Es imposible vivir más tiempo mí. El pueblo ruso necesita pan, luí y libertad; sin eso Rusia no puede ser una Gran Nación, sin eso no puede defender su derecho ni su existencia. Para salir de la penosa posición en que se encuentra actualmente el país, no hay más que un medio: el pueblo v mismo es el único que puede cuidar sus hondas llagas. Para eso es indispensable una nueva ley elemental pa- * ra el imperio ruso. Rusia necesita una constitución. “Loe representantes de los Zemstvos, las municipalidades de las ciudades, la burguesía, los comerciantes rusos, la juventud escolar y las masas de obreros no solamente han comprendido, sino que ya han formulado eeta necesidad. Este sentimiento ha tomado una intensidad tal que ningún obstáculo puede contenerla. Este sentimiento penetra y continuará penetrando á pesar de todas las represiones y no se extinguirá aun cuando algunas veces más deba correr la sangre. La voluntad de tener nuevas reformas de libertad, no puede vencerse, pues, sin ellas, no puede continuarse viviendo; se ha recurrido á este medio sn todos loe países civilizados; por este procedimiento se ha hecho fuerte el Japón contra el que nosotros hacemos una guerra sin buen éxito. “El Gobierno ruso es el único que no quiere ó no puede comprender lo que la Historia reclama. Barrido hubiera sido desde ha tiempo del camino de la Historia este Gobierno miope el el pueblo, detenido por la pobreza, la ignorancia y la esclavitud no tuviese contra sí su propio ejército. Sí, podemos decirlo «su propio ejército,» puee vosotros habéis recibido vuestra instrucción á expensas del pueblo, recibís vuestros salario» de la caja del pueblo, y las bayonetas y los fusile» que portáis han sido comprados con dinero del pueblo; vosotros mismos sois hijos del pueblo y á vosotros es á quienes se envía á matar á vuestros • hermanos y hermanas. “Oficiales del ejército ruso: reflexlo nad sobre los sucesos del 9 de Enero Prlm***uKar ^ntre Lis predileccio-de 1905 en las calles de San Petersbur- nes del monarca de México. Su go. Millares de personas querían afán ha sido ese, y ese ha sido el presentar una petición al Czar, era un afán de la granujería cobarde que acto del todo pacífico, puee los obre- ro. juraron mantener el orden y no i épOCS de afemlna™*«to so- 1 ‘ J__________ para defenderse. El Gobierno sabía F^cio con sus cantos de esclavos, que la seguridad pública no se encon- pero le ha faltado corazón para ser traba de ninguna manera en peligro, viril, le ha faltado entereza hasta La diputación que nosotros enviamos fué en número de 10 personas—de ellas bailo, inmediatamente izaba y lanzaba la víctima á eternidad.,... Después de que esos “deberes oficiales” fueron cumplidos nos dirigimos á la antigua ciudad de Cócorit, veinte millas más adelante. Aquí los soldados mexicanos lograron aprehender una “banda” de treinta indios por el procedimiento infame de envenenar una gran cantidad de tequila dejándola en un lugar donde fuera encontrada por los yaquis. Siete habían muerto cuando llegamos, quedando veintitrés para que se dispusiera de ellos. Estaban custodiados por una numerosa guardia en el centro de un gran patio en una casa de adobe. Sin ninguna ceremonia fueron sacados, y amarrados con cuerdas, uno contra otro, puestos en fila y fusilados por los doce rurales,—la más repugnante y criminal barbarie que puede permitirse en el Continente Occidental; repulsiva en extremo, sería una causa justa para una intervención internacional.r—A nuestro regreso, acampamos por 1 noche en la villa de Potam, sitúa da en el río yaqui. Allí encon tramos custodiados por una poderosa guardia á cuatro hombre*» y dos muchachos que habían sido hechos prisioneros por los soldados por el grave cargo de estar vivos. Estas gentes fueron incorporadas á nosotros hasta un lugar cerca de seis millas ué i ^uaymas y allí,después de un secreto y largo cuchicheo, y conferencia entre los oficiales, fueron formadas en línea y fusiladas por los rurales. Se me dijo que esos oficiales informarían á las autoridades de México que habían ejecutadr á bandidos desesperados que trataban de escapar.” ♦ ♦ * La descripción que el Collier’s hace de la barbarie que se emplea con los yaquis ea exacta. Los mismos periódicos del Gobierno hablan diariamente de ejecuciones de yaquis llevadas á cabo con la mayor sangre fría, y esos mismos periódicos en sus alardes de cinismo que revelan su depravación moral, ilustran sus páginas con grabados que espeluznan y que constituyen un ultraje á la civilización. La conducta estúpida del Gobierno y de sus torpes lacayos es aprovechada por todos los que en los Estados Unidos sienten deseos por apoderarse de nuestra Patria. El Collier’s entender claramente. Los mexicanos que tengamos amor por la los que no estemos contaminados Reyes traficante. UN CRESO TARTUFO “En Junio de 1900 el General Torres, actual Gobernador de Sonora, condujo una gran fuerza contra los yaquis, que fueron sorprendidos en un cafión profundo conocido por cafión de Quila, cerca de Culiacán en el Estado de Sinaloa. Allí mató ciento cuarenta hombres, mujeres y niños, y capturó decientas treinta mujeres y niños dando orden de que fueran deportados á los Estados del Sur. Es un hecho digno de notarse que nunca se ha vuelto á saber nada estas indefensas mujeres y niños, ni se han intentado siquiera averiguaciones acer-de la suerte que les tocó . . . Se hicieron preparativos.— que dejáramos Guaymas y saliéramos al interior. Llevamos una escolta de doce rurales con el objeto de que los de la partida no fuéramos asaltados pero nada extraordinario ocurrió. Nos di-rijimos á las ciudades de Bacum y Cócorit, ambas un tiempo poseídas y pobladas por yaquis, pero ahora completamente desiertas debido al casi completo exterminio de la raza por el Gobierno Mexicano. Estas ciuda-dedes están á unas cuatrocientas millas del puerto de Guaymas y situadas en el río yaqui y sus cercanías. Es esta una región rica y fértil antes cultivada don, el tabaco, el frijol, loa árboles frutales, el maguey, se producían mejor que en cualquiera otra parte de la República. Los ríos y ensenadas abundan en placeres de oro, y las montañas del lado oriental, que también estaban ocupadas por esta raza, aso- oro, pljta y cobre de fabuloso valor. Esta es una verdadera clave de toda la situación como lo descubrimos posteriormente y lo que dudábamos antes de que la verdad fuera evidente para nosotros. Era sin embargo cues- punto mientras estuviéramos en esa parte del país . h . . . e ” “Viajábamos á la largo del famoso río yaquí, y en muchos lugares vimos abandonados campos, huertas y casas de este pueblo perseguido. En la pequeña y desierta población de Bacum la cabalgata hizo alto solo el tiempo necesario para ejecutar diez yaquis, hombres y muchachos, colgándolos de los árboles sin oirlos siquiera ni darles la menor explicación. Era suficiente el delito de ser un yaqui vivo para merecer la pena de muerte aplicada del modo más repulsivo y más rápido. Estos hombres y muchachos fueron traidos con los brazos atados y se les echó un lazo al cuello arrojándose el otro extremo á un árbol convenientemente escogido y amarrán dose después el extremo del lazo á la cabeza de la silla de un sol- lo. da á todavía Patria; energías de una parte considerable de nuestros hermanos extraviados por las falsas predicaciones de los serviles, estamos en el deber de obligar á Porfirio Díaz a que suspenda la injusta crueldad de que ha venido siendo víctima una raza vigorosa y simpática. . Y ese deber nuestro de ser enérgicos y pujantes ante las extralimitaciones de los gobernantes, es ingente, porque si el extranjero continúa viéndonos acobardados y débiles y con los brazos cruzados, impotentes para hacer nosotros mismos que el Gobierno respete los fueros de la civilización, él, el extranjero, tomará como pretexto intervenir en núes tros asuntos en nombre de la humanidad, y bien sabido es que las naciones fuertes toman el nombre de la humanidad como un disfraz detrás del cual la codicia se agita impaciente. Reflexionemos seriamente sobre nuestro porvenir como mexicanos. Lease “Regeneración.” Es pueril que los asalariados partidarios de Bernardo Reyes pretendan demostrar que su histérico jefe I no ha medrado en los puestos públicos, queriendo de ese modo librar las espaldas del fatídico Gobernador de Nuevo León del peso abrumador de las acusaciones de pueblo. Nadie hay—á no ser que se trate de un imbécil—que pueda creer en la limpieza de manos de nuestros uncionarios. Bastaría con observar la diferencia notable que hay entre los sueldos que legítimamente les corresponden y los gastos excesi vos que hacen, para convencer, aún á los más ciegos, de que nuestros funcionarios entran á saco al tesoro del pueblo y practican, además, I operaciones que no caminan de a-cuerdo con la probidad. Bernardo Reyes se ha enriquecido como todos los funcionarios de Díaz; pero como Reyes ha dado en otro sentido motivos para las maldiciones y los anatemas del pueblo, ha procurado hacer creer que si hace derramar sangre inocente, sus bolsillos, en cambio, no contienen otro dinero que el que le asigna el Presupuesto. Y esa mentira corre desgarbada de boca en boca entre sus deshonrados panegiristas, y se la hace figurar á la cabeza de los méritos que se atribuyen al ambicioso persona- trar por eunucos y por lacayos. Científicos y reyistas están en continua disputa. Ambos se hacen los más graves cargos. El cientificismo tacha de ambicioso al reyismo, y éste á su vez, llama ladrón á aquel} Pero los dos son igualmente rapaces; los dos tienen los ojos puestos en las carteras de los ciudadanos y están dispuestos á vender la Patria, si la venta sirve para añadir una unidad más á sus hidrópicos arco-nes. Científicos y reyistas, además, son tartufos. Bastaría el hecho de vivir sometidos al Dictador á quien '• odian, pero adulan por cobardía, para demostrar su hipocresía. Más no solo ea eso son tartufos. Fingen probidad cuando el pueblo los ha sorprendido con las manos en los bolsillos agenos; fingen amor á la Patria, cuando niegan al benemérito por el puñado de cobres que les arroja el Autócrata,para que escarnezcan una de las glorias nacionales de que más orgullosos estamos los mexicanos; fingen amor al pueblo,cuando en unión del Dictador encadenan y fustigan y persiguen y asombran á la barbarie con hecatombes como la del 2 de Abril de 1903 en Monterrey. Los partidarios de Bernardo Re- yes pretenden hacer creer que su jefe no ha tomado ni un solo centavo del dinero del pueblo, y en prueba de su aseveración hablan de la fob reza del Gobernador de Nuevo Sabe bien el pueblo que la tiranía de Porfirio Díaz ha amamantado dos camarillas,que con la denominación de reyismo y cientificismo han pretendido constituirse en partidos políticos. Esas dos camarillas integradas por aventureros rapaces, tienen por bandera el acaparamiento del Poder y el enriquecimiento de los miembros que las componen. FJ oro es la pasión de esos pira- las casas de juego que en compañía tas de la política. 7* pero su hambre de tesoros no decrece. Sórdidos, ambiciosos y rapaces tienen clavadas las uñas inquietas en los filones más productivos, en los negocios más jugosos, en las empresas más viles pero harto remunerativas, en todos los asuntos sospechosos cuya resolución favorable está encomendada á una judicatura emponzoñada hasta la médula. | bernador el sueldo de cuatrocientos Esas gavillas de bandoleros de frac que con las manos enguantadas | mente le bastaría para cubrir sus han vaciado las faltriqueras del pueblo, siempre han reñido, y siempre, celosas, han querido ocupar el Dicen también los partidarios de Reyes que éste no hace negocios de ninguna clase. Ya hemos visto que Reyes hace negocios, poco decorosos por cierto. En uno de nuestros números en-teriores hablamos de las fabulosas ganancias que obtiene Reyes con Están ricos ya, de Chapa Gómez y Quiroga tiene en Monterrey y en Tampico. Bernardo Reyes muestra tanta afición por las riquezas como sus contrincantes los científicos, pero más tartufo que éstos no hace alar-de de sus millones, y menos cínico que su protegido Miguel Cárdenas oculta sus tesoros. Bernardo Reyes tiene como Go- pesos mensuales. Ese sueldo sola- necesidades y las de su familia sin permitirle hacer capital, y sin embargo, Reyes es capitalista. No se necesita tyieer un poderoso esfuerzo para comprender que Bernardo Reyes ha adquirido de mala manera ese capital, sobre todo si se atiende á que antes de ocupar ^urH^Í ¡.‘füerir '.lnV'úQlcamente |lo ha tcnido voz Para atronar el es-1 Pnestos de importancia era un indi-viduo qee vegetaba en la miseria. Efectivamente, Bernardo Reyes se ha enriquecido en el Poder con dinero del pueblo y de otros modos nada prestigiosos. Reyes tiene en la Plaza Bolivar, en Monterrey, una magnífica casa donde actualmente habita. Esa ca. sa fué totalmente construida con pero le ha faltado corazón para ser en sus crímenes, no ha sabido ni alguna, han firmado eeta carta— y .1 s*